(…Fue entonces, a la vista de una Numancia hecha  garras, cuando Escipión tembló,  y en medio del espanto dijo…)

Pobre compadre, (jubilado de Pemex) con el sobrino en una escuela mixta del Opus Dei que está aquí cerquita, a la vuelta, donde dejan cada tarea…

-Y carajo, digo: ni que mi compadre fuera niño catedrático, o yo doctor egresado de la Universidad Complutense de Madrid para resolver tantos problemas.  Mira este cuaderno: verbos pluscuamperfectos; sumas de 6 cifras, que ya hasta parecen préstamos del Banorte; quebrados de la hipotenusa, que han de ser hechos en la Universidad de Mafafas, A.C de C.V.

Pobre del compadre…

-Calma. ¿De qué se trata esta vez?

 -Que  del  cerco de Numancia, tú crees.  ¿Algún órgano ‘ora’ sí que genital?

 -A ver, a ver… qué está.  El cerco de Numancia, por M. de Cervantes, versión y prólogo de Juanito Nicolás Callejas. A propósito de Numancia, dile a tu sobrino que cuando decimos Coatzacoalcos, o cuando decimos Córdoba-Orizaba, o campesinos  cafetaleros, o vecinos de los 400 Pueblos, de César del Ángel, o ciudadanos que buscan a sus secuestrados, tenemos que decir Numancia. Que cuando oímos mentar Fuerza Civil, niños fieles, saqueo económico y política del gran garrote para los ancianos jubilados; cuando se dice periodistas asesinados y jóvenes desaparecidos  por policías en Tierra Blanca y Papantla, en suma,  decimos Numancia, porque se trata del  Estado heroico por antonomasia,  el que dictó  lecciones de dignidad frente a uno de los primeros Escipiones  que  ha malparido el imperio priista.

-Fíjate que no ‘capisco’.

-Siglo 146 a.C. Al  terminar la  tercera  guerra  púnica, y después de que Cartago quedó  convenientemente arrasada desde sus cimientos…

 -Ándale pues, humanismo puro, como el de la Policía Acreditable, o Fuerza Civil que si te apen…dejas te secuestran o de perdis, te madrean. ¡Ay!, perdón.

-Roma quedó como dueña del mundo mediterráneo, con excepción de Numancia, que oponía una terca resistencia al  Imperio Romano.

-Algo así como los jubilados del IPE, o las madres que reclaman a sus hijos desaparecidos, o… perdón, qué me pasa, qué estoy diciendo…

-Fue entonces cuando Escipión, más decidido que ahora Donald Trump, hizo de lado la maniobra de los asesores militares para ir a la acción directa, sitiando personalmente a la rebelde Numancia a punta de tercios, legiones, honderos, elefantes, catapultas y ballestas en un cerco que se prolongó por más de 15 meses.

-Tú me estás hablando de Veracruz, compadre…

 -Finalmente, cuando Numancia estuvo a punto de rendición por falta de agua, comida, armas, medicina; viéndose ante la perspectiva de entregar la ciudad  al Pan… perdón, al Imperio, y sus habitantes a una amarga esclavitud, ¿qué crees, compadre?, la población tomó una medida extrema, extrema en su heroicidad: destruir la ciudad y destruirse entre ellos. Y fue así como un mal día cayó Numancia en manos del panismo, digo imperialismo. Escipión triunfante, al trasponer la muralla y cuando ya se disponía a recoger el botín (como todo imperialismo que se respete), horror: un montón de muerte y cenizas era Numancia, la heroica entidad. Millares de cadáveres yacían sobre las piedras humeantes, y en derredor palacios en ruinas, resecos los huertos, sin estatuas los pedestales, toda la riqueza desaparecida y toda la pobreza al descubierto.  Es fama que Escipión, por primera vez espantado,  limpiose  el sudor, abatió la espada  y susurró estas palabras…

-No me lo digas, déjame ver si las adivino. Diría Escipión, a la vista de aquellas  ruinas: “Júpiter, qué ven mis ojos. Numancia es la viva imagen de Veracruz después de Fidel Herrera, su familia y los niños fieles; de Javier Duarte de Ochoa y su parentela incluyendo a su esposa,  amigos y compadres;  vaya  como de cualquier entidad federativa después de su consabido gobernante como lo ha sido el otro Duarte de Chihuahua  y lo fueron, no hace mucho,  José Murat  y Ulises Ruiz  en Oaxaca, esos que vivieron imponiéndoles la Roma Imperial. Caray, pero si Numancia, en su destrucción,  parece la viva imagen  de  Veracruz después de…”  ¡Pero qué estoy diciendo!  ¡Es que me dejé llevar por un lapsus cerebralis, qué bueno que no había nadie del Partido presente…!

(Numancia, ciudad mártir, como Veracruz después de…)

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