La frase de agradecimiento inscrita en el templete instalado en el Museo Interactivo de Xalapa (MIX) por personal de su destinatario, “Gracias Gobernador”, difícilmente pudo haber sido expresada por cientos de burócratas que este martes fueron convocados a reunirse con Javier Duarte de Ochoa y observar cómo firmaba el Reglamento para la Formalización de las Relaciones del Personal de la Administración Pública Centralizada en el Poder Ejecutivo del Estado, largo nombre con el que más de 7 mil trabajadores, muchos de ellos de confianza, obtendrán su basificación.

Durante todo su gobierno, Javier Duarte de Ochoa fue extremadamente rudo con el personal del Poder Ejecutivo a su cargo. No solo actuó contra el personal de confianza, al que periódicamente afectó en sus derechos laborales cada que anunció sus famosos (y simulados) programas de austeridad para enfrentar los graves hoyos financieros, tanto los heredados por Fidel Herrera Beltrán como los que él mismo profundizó, sin que hubiera alguna instancia sindical que los defendiera; también actuó contra el personal sindicalizado, al que esquilmó en sus conquistas, con el respaldo de líderes sindicales comprados.

En prácticamente todas las dependencias gubernamentales, los funcionarios a cargo impusieron diezmos a los empleados de confianza que contrataban, quienes prácticamente tenían que pagar hasta más del 50 por ciento de su salario para mantenerse en sus puestos, sin que instancia gubernamental de vigilancia (léase el inútil Órgano de Fiscalización o la displicente Contraloría General) hicieran la más mínima pesquisa para corroborar varias denuncias públicas que terminaron en el despido inmediato de los agraviados.

Los secretarios del despacho siempre dispusieron de sus empleados de confianza para cualquier comisión de trabajo, aunque estos debían poner de su bolsillo para pagar los gastos fuera de sus áreas de trabajo, como combustibles, alimentos y hospedaje, muchas veces utilizando sus vehículos particulares, mientras los jefes se movían con todos los recursos  del erario a su servicio, incluso para realizar tareas con claro tinte político-electoral.

Fueron muy comentados casos tan notorios como el del ahora diputado federal Adolfo Mota Hernández, entonces Secretario de Educación de Veracruz, quien meses antes de las nominaciones para el proceso electoral federal de 2015, destinó recursos económicos y materiales de la SEV a los municipios que conforman el distrito Xalapa Rural (que hoy representa en la Cámara de Diputados), y utilizó a decenas de empleados de la dependencia a su cargo para moverse en esa región sin que se les brindaran los viáticos correspondientes.

Un caso similar ocurrió en esa misma fábrica de fraudes electorales, la SEV, con el entonces Oficial Mayor, Vicente Benítez González, quien usó recursos financieros, humanos y materiales para, primero, buscar la candidatura priista a la diputación federal por Los Tuxtlas (que le ganó Jorge Carvallo Delfín) y, después, la candidatura a la diputación local por el distrito con la misma cabecera, que logró con una abrumadora cantidad de votos que fueron a dar al Panal, y que hoy está siendo analizada por el Tribunal Electoral por exceder con mucho el techo de gastos de campaña, además de otras linduras y diabluras.

El desprecio duartista contra sus empleados

Despidos, rebajas de salarios y anulación de prestaciones, cancelación de viáticos, obligatoriedad de comisiones sin respaldos institucionales, retiro de autos oficiales y equipos de comunicación, son apenas las más visibles medidas que se fueron imponiendo para hacer cargar sobre los empleados de confianza el peso de planes de austeridad que no cumplió el Gobernador del Estado ni sus secretario de despacho.

En el caso de los trabajadores sindicalizados, tanto quienes prestan sus servicios directamente al Poder Ejecutivo como los de los maestros, pensionados y jubilados, el gobierno estatal les obsequió con trastada tras trastada. Desde el gobierno de Fidel Herrera Beltrán, los profesores y trabajadores de base que contrataron créditos con empresas fiduciarias y los pagaban mediante nómina se dieron cuenta de que sus pagos han sido robados materialmente por los funcionarios públicos.

No solo debieron enfrentarse a la realidad de que estaban en rebeldía de pagos y estaban listados en el buró de crédito, gracias a que las retenciones mostradas en sus cheques no fueron entregadas a las empresas, sino que estas empezaron a exigir la devolución de muebles e inmuebles adquiridos. ¿Qué hicieron los líderes magisteriales como los Juanes Nicolases Callejas (Arroyo y Roldán) que han caciqueado la sección 32 del SNTE, para defender a sus agremiados? Absolutamente nada. Y el gobierno duartista hizo de esa práctica fraudulenta una política pública vergonzante.

Tuvo que ganar el candidato pan-perredista Miguel Ángel Yunes Linares para que Javier Duarte se preocupara por su personal de confianza. Primero, porque al basificar a más de 7 mil trabajadores pondrá en jaque las finanzas públicas del próximo gobierno y le obligará, si Yunes no halla la receta, a trabajar con muchos de sus incondicionales. Segundo, porque el hartazgo de miles de empleados de confianza con acceso a documentos y maniobras corruptas, ya han estado entregando pruebas documentales de los actos de corrupción y desvío de recursos al equipo de quien gobernará dos años a partir del próximo 1 de diciembre.

Lo grave es que quienes estuvieron en el jolgorio de este martes en el MIX, esperando por horas a que llegara un gobernador que por la mañana se ventaneó en cuanto noticiero de la Ciudad de México le vendió tiempo para defenderse de las acusaciones en su contra, no están precisamente seguros de que les tocará el beneficio de la basificación, porque sabe qué, este acto en un “día calificado como histórico” servirá para beneficiar a quienes están cercanos al grupo en el poder, como una forma “de premiar la experiencia, el trabajo y la lealtad a Veracruz”.

Ya veremos en unas semanas las manifestaciones de protesta por la forma en que se va a aplicar esta oprobiosa y engañosa forma de repartir justicia. Con que muchos retirarán el agradecimiento y se escucharán palabras más sonoras contra esta tomadura de pelo. Espero equivocarme.

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