En todos los países, en todas las culturas, desde siempre se han compuesto canciones para los niños, generalmente se trata de rondas o de piezas ligeras hechas a base de ritmos y temáticas elementales para facilitar su retención en la mente de los infantes. El caso de Cri-Cri es excepcional, acaso sea el único compositor de canciones infantiles del mundo cuya obra abarca tal variedad de géneros musicales; vals, tango, son caribeño, jota, blues, polka, swing son algunos de los ritmos que exploró para tomar a los niños de la mano y llevarlos a hacer un recorrido por la música popular del mundo.
Más que para ser cantadas, sus canciones fueron concebidas para ser escuchadas ya que se trata de verdaderas piezas narrativas, pequeñas historias que detonan la imaginación del escucha, tenga la edad que tenga.
«El fuerte de Cri Cri es su música en armonía con sus historias; las canciones no son solo rimas bonitas, tienen su drama interno y su conflicto, hay un problema por resolver dentro de ellas, incluso Gabriel Zaid ha encontrado similitudes en algunas canciones con las obras de Kafka, por ejemplo», observa Jorge Fábregas en su texto Cri Cri a veinte años de su muerte.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define a la imaginación como «Facultad del alma que representa las imágenes de las cosas reales o ideales», y da para el verbo imaginar la definición: «Representar en la mente la imagen de algo o de alguien».
Esa facultad del alma, esa capacidad que nos diferencia de los animales, está siendo amenazada por los embates de la televisión, el cine y, sobre todo, los dispositivos electrónicos que, lejos de estimularla, la han ido relegando a los rincones más oscuros de la conciencia.
Esto le queda muy claro a uno tenores más notables de la actualidad en el mundo entero, el orgullosamente xalapeño Javier Camarena:
«Vivimos en un mundo de imágenes, los libros se hacen películas, el cine incluso ha evolucionado y nos ha atrapado en este mundo de imágenes en tercera dimensión. Yo recuerdo ese tiempo en el que no me interesaba tanto la televisión, me dedicaba a escuchar, me dedicaba a imaginar y a crear universos en mi mente. Apenas aprendí a usar la consola, iba a casa de unos abuelos, a casa de otros, cargando un paquete de discos en la cabeza pues me corrían al cabo de estar escuchando repetidamente las canciones infantiles, principalmente las de Cri-Cri. Hoy los niños viven en la inmediatez de las imágenes prefabricadas. En tiempos de los abuelitos y los papás, no había eso y teníamos que imaginar», ha declarado a propósito de su álbum Javier Camarena canta a Cri-Cri, una colección de 25 temas del conspicuo compositor, también orgullosamente, veracruzano.
Javier Camarena inició sus estudios en la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana y se graduó con honores de la Licenciatura en Música de la Universidad de Guanajuato.
Su debut estelar fue en el Palacio de Bellas Artes, en el año 2004, representando el papel de Tonio en la ópera de Gaetano Donizetti La hija del regimiento. Su desempeño le valió el primer lugar en el Concurso Nacional de Canto Carlo Morelli.
Un año más tarde, en 2015, obtuvo el primer lugar en el Concurso de Canto Juan Oncinas, en Barcelona.
A partir de ahí ha desarrollado una carrera ascendente que lo ha colocado entre los mejores de su género en el mundo.
La crítica especializada de lugares tan importantes como la Staatsoper de Viena, la Bayerische Staatsoper de Munich, la Semperoper de Dresden, el Gran Teatre de Liceu en Barcelona, la Ópera de París, el Festival de Salzburgo, la San Francisco Opera, el Metropolitan Opera de Nueva York, el Teatro Real de Madrid, el Wigmore Hall de Londres, entre otras, se han volcado en elogios para sus interpretaciones.
Los diarios más importantes del mundo también han vuelto la mirada hacia él: «Príncipe entre tenores» ha escrito Anthony Thomasini en The New York Times. «Camarena es sencillamente el tenor joven más emocionante en la actualidad… El tenor mexicano, tiene una voz tan pura y brillante como el oro…está en el camino de convertirse en la próxima súper estrella de la ópera mundial», ha dicho Wilborn Hampton en The Huffington Post. «Javier Camarena hace historia en el Teatro Real», aseguró Jesús Ruiz Mantilla en el diario español El País.
Entre sus logros destaca haberse convertido en el tercer cantante de los últimos 70 años en repetir un aria, a solicitud del público y el director, en el Metropolitan Opera de Nueva York. «Bis» le llaman los expertos a esa hazaña que habían logrado en ese recinto, en las últimas siete décadas, solamente Luciano Pavarotti y el peruano Juan Diego Flórez.
El prodigio se repitió en el Teatro Real de Madrid, recinto en el que, desde su reapertura en 1997, solo Neo Nucci había logrado un bis.
Ambos logros los realizó en 2014, ese mismo año, en sesión solemne de Cabildo, el Ayuntamiento de Xalapa y el Gobierno del Estado de Veracruz le entregaron la Medalla al Mérito Xalapeño «Sebastián Lerdo de Tejada».
«Gracias Javier Camarena, usted es un hijo de esta ciudad que ha triunfado en el mundo y hoy Xalapa se lo reconoce, le pedimos que tenga siempre en su mente y en su corazón a un pueblo agradecido con su talento, porque se ha convertido en un gran embajador cultural de Xalapa, de Veracruz y de México», expresó el alcalde Américo Zúñiga Martínez en esa sesión.
Javier Camarena canta a Cri-Cri es una selección de 25 temas del grillito cantor que están inscritos en la memoria de varias generaciones de mexicanos y nativos de muchos países. Las voces de Guadalupe Paz, Ariadne Montijo y Diana Peralta y la batuta de Iván López Reynoso se suman a un proyecto que, más que una producción fonográfica, es la llave del ropero de la abuelita que nos abrirá la puerta al mundo de esas cosas maravillosas que inevitablemente regresan a nuestra mente: la espada del abuelito coronel, la muñequita de grandes ojos color de mar y aquel vestido que hace ruidito al caminar, maravillas que lejos de presentársenos polvorientas y nostalgiosas, participan felices del Baile de los muñecos.
Javier Camarena canta a Cri-Cri, además de ser un bálsamo para el espíritu, es un aliado de esa facultad del alma que hoy se encuentra amenazada, la imaginación, y representa, sin duda alguna, un triunfo sobre la sinrazón.
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