Para mi querida hija Mariana, que no le importa la
política, pero hoy cumple un feliz año más de vida
Entre que los priistas de Veracruz y del Altiplano se ponen de acuerdo y entre que terminan de digerir el resultado adverso del pasado 5 de junio, los posibles y/o probables reacomodos en el Comité Directivo Estatal (CDE) van caminando pausados, hasta ahora en el limbo de las buenas intenciones y en la brega de la lucha de los grupos, los liderazgos y las ansias por quedarse con el pastel que representa el otrora partido aplanadora; un pastel, aunque deslucido todavía jugoso.
Todo hace suponer que el priismo se agrupará hacia el liderazgo del senador Pepe Yunes Zorrilla -el candidato acordado para la gubernatura de 2018-, tanto por las simpatías que genera entre el priismo histórico y entre los militantes convencidos de todas las regiones, como por el trabajo que ha realizado como hormiguita a lo largo de la geografía estatal, llevando apoyos, concitando uniones, consolidando acuerdos.
Pero una vez que se termine de reagrupar el partido y se determinen los nuevos protagonistas en el CDE, al PRI le quedará de inmediato entrar de lleno al proceso electoral para cambiar 212 presidentes municipales; un proceso que empezará en tres meses y que lo agarrará sin tiempo para determinar convenientemente las mejores candidaturas.
A los tricolores les urgen buenos candidatos para poder enfrentar un panorama electoral que en las encuestas se ve adverso, y difícilmente los van a poder ubicar en los escasos dos meses que tendrán para auscultar a todos los municipios, para negociar en cada lugar con los grupos locales que podrían entrar en pugna y para sacar abanderados competitivos ante el panismo, que en unión con el PRD tendrá todos los recursos estatales (no me refiero necesariamente a los financieros) para impulsar a sus candidatos. Y también para competir con alguna esperanza contra la creciente popularidad electoral de la marca Morena-López Obrador, que gana elecciones sin hacer campaña y sin invertirle un peso.
Así las cosas, Xalapa se ve turbio para los priistas pues hasta esta fecha, y a escasos seis o siete meses de que se determine el candidato, no se ve que ningún conspicuo aspirante esté haciendo una campaña intensiva y extensiva, que ande ya de lleno en la busca de la candidatura y que esté caminando las colonias populares, platicando con grupos y asociaciones, haciendo gestiones en favor de las comunidades.
Los posibles que han sido nombrados se mantienen -según parece- a la espera de que se acomoden las calabazas en el edificio de Ruiz Cortines para arrancar a toda velocidad en pos de su aspiración. Por eso hasta ahora se ven muy tranquilos el diputado Ricardo Ahued Bardahuil, el director general del Cobaev Carlos Aceves Amezcua, el delegado del ISSSTE Renato Alarcón Guevara, el también diputado David Velasco Chedraui (la familia no está de acuerdo en que vaya de candidato esta vez), la aún senadora Erika Ayala Ríos, el ¿desempleado? Adolfo Toss y hasta la Güerita que Ayuda, que al parecer no se baja de sus aspiraciones político-electorales.
Difícilmente le alcanzará el tiempo a quien sea nominado para adelantar en la consideración del electorado xalapeño, que se conforma con un conglomerado que muestra su simpatía hacia la izquierda, con un voto duro panista leal y numeroso, y con una militancia priista desalentada por las derrotas y sin rumbo hasta la fecha por la indefinición del liderazgo estatal.
¿Será que otra vez se pierda la capital para el PRI?
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