¡Dios mío!, ¿pues quién asesora a Duarte?
“Mediodía. En su cámara, Poncio Pilato preparaba su carpeta antes de acudir al Salón del Consejo, cuando en eso le anuncian la visita de las fuerzas vivas de Jerusalén. Y entran todos en bola, con Caifás al frente, reo y policía acreditable en medio, y los ancianos atrás, chuequeando por aquello de la artritis, sea por Dios…
-Este es el tal Jesús, según él, rey de los judíos. Nuestras leyes lo encontraron culpable, y lo condenan a la pena máxima. Te rogamos ordenes lo conducente para que ahí muera el asunto hoy mismo.
Poncio miró al detenido.
-Pero si ya eres puro retazo con hueso. Como si te hubieran agarrado los policías de la fuerza civil veracruzana, (toco madera). ¿Así que sigues siendo el rey?
Alta la cabeza, Jesús contempla en lontananza un montecillo que nombran Carmelo. Había pasado la noche entera en mano de los perros aquellos: “Quiénes son tus contactos? ¿Dónde se esconden tus compinches? A ver la ¡prosperidad, a las partes blandas! El activista, entonces remachaba las mandíbulas y engarfiaba los ojos en la techumbre. Lo oían decir un nombre de mujer: María; así hasta que amaneció en la noche de los separos policiacos…
-Okey, don Caifás. Déjenme al reo. Los espero en el Salón del Consejo.
Tal orden aguardaban los sacerdotes, que fuéronse para arreglar el broncón de cierto reo suicidado en galeras, al que algún aprovechado trasculcó luego de colgarlo de los barrotes, porque aquellas malditas 30 monedas no aparecían.
-¡Y aparecen, o cantan macanas! ¡Esos quintos nomás a mí me pertenecen, por orden de estatura!, gritó Caifás.
-Ah, perros, enfermos mentales…
Y Poncio toqueteó a lo confianzudo uno de los despellejamientos del reo, y fue entonces cuando el reo alzó sus ojos y lo miró en derechura, y lo que Poncio miró en tal mirada le prendió una quemadura de sangre ajena en la diestra. Fue al lavabo, y se lavaba, pero la mirada aquella…
* * *
Gran salón del Consejo. En el alto sitial, Pilato. En las curules, Anás y Caifás, con el resto de las fuerzas vivas. En las galerías, la turba que vocifera, que siquitibunea, que acciona cencerros, matracas y cornetas de porra tiburonera y americanista. Algunos devoran tortas de güevo, con lo escasos que están…
-¡Judíos de Jerusalén! (Pilato se restriega disimuladamente las manos, que le sudan sin parar). ¡Se abre la sesión! ¡Vamos a dar una clase de cómo hemos legislado durante tres años. Primero vamos a pasar lista a ver si están todos los sacerdotes. Pero antes: es costumbre se deje en libertad a un reo. A ver, que comparezcan dos. ¿A quién queréis libre: a Barrabás, o a Jesús, alias el Cristo?
-¡Queremos a Barrabás! ¡A Jesús, crucifícale!
Pilato tragó saliva, restregándose las manos.
-¡Antes de pasar adelante, recordad: debemos, en esta última sesión, dar ejemplo como representantes populares, cómo dimos el remedio a tantos problemas que nos abrumaban. Que los que van a entrar a la nueva legislatura, tomen experiencia y ejemplo porque el diputado que no fue un inepto fue un prevaricador. Si éste aprovechó el puesto para vengar agravios personales, aquél lo empleó para enriquecerse sin escrúpulo alguno. Que los que van a entrar piensen en los salientes mediocres, ventajistas, truhanes, agachados y sumisos que impunemente se gastaron el dinero del pueblo que los mantuvo…!
-¡Cállate, demagogo! -grita uno de galería, y se agachó en frieguiza.
¡Tenemos aquí una lista de personajes que merecen ser crucificados en lugar de Jesús! ¡Ustedes elijan!
-Va el primero: llegó de Tamaulipas a vender celulares y agarró ‘güeso’ con Fidel y éste se lo enjaretó a Duarte y se hizo multimillonario hasta ofender a los veracruzanos. Prestanombres de empresas fantasmas. Asesoró al gobernador para su provecho y robó en Finanzas y en todos los cargos que ocupó. Tiene mansiones, automóviles, camionetas y negocios.
¿A quién escogéis a ese o a Jesús, quien bien pudiera representarnos en la nueva legislatura o en el IVAI?
-¡Queremos al ratero y al otro, crucifícalo!
-Segundo: tiene también muchos negocios y hoteles que ha puesto a nombre de su familia y se ha hecho millonario en la Secretaría de Seguridad Pública y sobre él recaen muchas sospechas de asesinatos con su policía de élite, según dicen los que lo conocen bien y también dicen que es general de cinco estrellas. ¿Éste, o Jesús?
-¡Hasta la pregunta es necia! ¡Arriba el general!
-Tercero: Les dicen los niños fieles y todos han saqueado las arcas de la Tesorería del Estado y tienen fuero porque son diputados. Son de mala entraña, traidores y chaqueteros. Vividores y les importa que el pueblo sufra. ¿Ellos, o el Cristo?
-¡Vivan los niños! ¡Arriba el PRI! ¡A la bio, a la bao…!
-¡Silencio, chusma, o mando a Juanito Callejas que los calle, no por ruidosos sino por paleros, vendeplazas de maestros, sinvergüenzas, escamoteadores de cuotas sindicales, dueños de tres ranchos, caciques de malas muertes y vividores. ¿Esta vez sí preferís al Cristo?
-¡Jesús a la cruz! –y mascaban, y accionaban cencerros, y aventaban latas, y un pomo de presidente se estrelló allá por la segunda fila de abajo.
Esto ya es insoportable. La plebe no se controla. Y salieron cargando en las espaldas al cacique, a los rateros, a los niños fieles, al general y a varios diputados sumisos y agachados.
Ánimo, jarochos. Haya paz en tu espíritu, como la hay en ese que va a cargar la cruz sobre los lomos durante dos años.
Poncio, entonces, alzó la frente…
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