De razones y pasiones

Por Rafael Pérez Cárdenas

En la alborada del gobierno de Javier, un grupo de conspicuos politólogos se reunió en una de tantas tertulias para descifrar el futuro inmediato –si la productividad de un Estado se midiera por grillas de café, Veracruz sería la envidia de los finlandeses-. El punto era el mismo: ¿habrá duartismo o sólo una extensión de la fidelidad?

Corrieron apuestas. A la luz del tiempo, casi todas fallidas. Pero dados los últimos acontecimientos, vale la pena recordar algunos de los argumentos que ahí se ofrecieron: “Javier se lo debe todo a Fidel; su formación profesional y política, su cercanía familiar, su carrera en la administración pública… y por si fuera poco, la Gubernatura. Hará lo que él le diga”.

Y vino la réplica. “Hay que esperar. Ser Gobernador de Veracruz no es cualquier cosa. Javier le tiene lealtad y agradecimiento al Tío, pero en cuanto abra la Constitución y comprenda que en todas las partes que dice ‘el titular del Poder Ejecutivo..’, se refiere a él, entonces sabrá en lo que se ha convertido, en lo que representa, en el poder que hoy tiene y puede ejercer a plenitud”.

Daban por hecho que la máxima de que “el poder se ejerce, no se comparte”, era parte de la formación política del joven Gobernador.

El problema, al parecer, es que durante cinco años y medio alguien le escondió la Constitución, la guardó en algún ropero de Casa Veracruz o en un viejo librero de Palacio de Gobierno, y la suplieron por una serie de consejeros interesados que alejaron a Javier de ser un Gobernador en toda la extensión de la palabra y de la ley.

Tal vez su falta de formación jurídica –él mismo siempre presumió que su fortaleza era la economía-, alimentó la desidia por enterarse de las facultades que tenía y que podía ejercer. Y así transcurrieron los años, resolviendo los asuntos con ocurrencias, cañonazos, gracejadas, convirtiendo a las instituciones en las expresiones del poder personal. Hasta que llegó el cinco de junio…

Y entonces, en la caída libre, alguien se acordó del viejo libro que había sido arrumbado y despreciado. Y por primera vez tuvieron la necesidad de leerlo completo, de poner atención en las letras chiquitas, y de entender que se trata de un manual necesario para gobernar, sobre lo que no debe existir opinión en contrario. No hacer más pero no hacer menos.

La consecuencia de esta lectura tardía ha sido el frenético activismo legislativo del mandatario estatal por cambiar su circunstancia personal, aun cuando el estado de las cosas en Veracruz se mantuviera igual. Le aconsejaron, le sugirieron, incluso con garantías, de que todo eso era posible. Pero no lo fue.

Es una lástima que Javier no se haya tomado el tiempo suficiente para leer la Constitución y entender lo que él significaba desde aquel lejano diciembre de 2010. Hoy parece que es muy tarde para todos.

La del estribo…

Alka Seltzer para todos. El gabinete debe cerrar filas con Javier Duarte y eructar lo que habían ahorrado para el retiro. De lo contrario, vendrá la licencia y que cada quien se las arregle, según platican que se dijo ayer en Casa Veracruz… Y resuelta la dirigencia nacional del PRI, el mercado de lealtades está abierto. Jorge y Juan Nicolás han dicho que quieren dirigir al Partido, lo han pedido, y como muestra de su lealtad, el desplegado y la conferencia de prensa contra Héctor…