Si el PRI quiere recuperar algo de su maltrecha credibilidad, tiene que ir más allá de las palabras y pasar a los hechos.
Por eso no sólo saludamos sino también festejamos la acción de inconstitucionalidad que interpuso la PGR ante la SCJN en contra de los sumisos congresos de Quintana Roo y Veracruz.
Los diputados locales de esos dos estados se prestaron a las burdas maniobras de los gobernadores Roberto Borge y Javier Duarte. En ambos casos se aprobaron reformas a las leyes e intentaron poner a sus propios fiscales anticorrupción, para blindarse de cualquier acción de la justicia, una vez abandonen el Palacio de Gobierno.
“Los congresos de Quintana Roo y Veracruz aprobaron reformas que se oponen a los lineamientos generales del Sistema Nacional Anticorrupción”, acusó Eduardo Sánchez.
El mensaje de Los Pinos a los gobernadores salientes es claro y contundente. “Muy cabrón”, para ponerlo en palabras de un amigo cercano, el más ortodoxo de los priistas que conozco.
En política, la forma es fondo. Ya lo dijo el fallecido ideólogo del PRI Jesús Reyes Heroles.
El anuncio de la acción de inconstitucionalidad lo hicieron conjuntamente Eduardo Sánchez, vocero de la Presidencia, y Salvador Sandoval, subprocurador Jurídico y de Asuntos Internacionales de la PGR. La instrucción la dio nada menos que el presidente Peña.
Cualquier político de cortas entendederas que fuera Javier Duarte de Ochoa estaría muy nervioso.
Pero, ojo: una golondrina no hace verano