No considero necesario explicarles a lo que refiero el texto, fue nota nacional lo ocurrido ayer afuera del recinto del Poder Legislativo de Veracruz, la culpa avienta como papa caliente y de entre las partes involucradas existen versiones que superan lo expuesto en videos y fotografías. De hecho, no es intención de un servidor darle más vueltas a lo que es explícito gracias a los reportes de medios locales y redes sociales en donde circularon registros audiovisuales del enésimo encuentro Del Angel vs Yunes, prefiero abrir el contexto y compartirles conceptos que pude localizar en algunas fuentes especializadas en sociología y política para explicar el fondo, el uso de la violencia como método de control (parecería descontrol) político. Ahí les va:

En primer lugar, la naturaleza humana no es egoísta, ni altruista, ni agresiva ni pacífica, ni buena ni mala en si misma, sino que simplemente sintetiza el sistema de relaciones sociales prevaleciente en un momento histórico determinado. La esencia humana en abstracto no existe, esta es concreta y, por sobre todo, dinámica, cambiante, de modo que la hipótesis de una situación natural de guerra permanente solo sirve para justificar la creación y consolidación de un complejo aparato de dominación de clase como es el Estado (analícese, en un grado menor, la lucha contra la delincuencia), además de proyectar la idea de la imposibilidad de transformar el sistema o luchar por una sociedad igualitaria, puesto que el ser humano sería individualista y egoísta en esencia y jamás podría cambiar.

La violencia es inherente a una estructura social injusta, a un orden social basado en la explotación del trabajo por el capital, en la exclusión y marginación económica, social y cultural de vastos sectores de la sociedad. De hecho la violencia no se reduce únicamente a su manifestación más ostensible, a su forma represiva, esta última es sólo una vía que permite mantener maniobrando y desarrollándose a la violencia estructural en su conjunto, al capitalismo. Junto con la legitimación ideológica y política de la existencia y el recurso de las distintas formas de coacción, se deslegitima todo intento de organización popular de la violencia. A pesar que en los discursos oficialistas es frecuente la condena de la violencia «venga de donde venga», en la práctica se busca neutralizar o desarticular únicamente su desarrollo en la base, su forma auto-defensiva u ofensiva, especialmente aquella que se puede erigir como alternativa de lucha política, militar o social.

No se puede entender el problema de la violencia política sin conceptuar a la política como la organización y aplicación sistemática de determinadas relaciones de poder, como la articulación de un conjunto de medios para la consecución y la preservación de éste. La política organiza el poder, le otorga forma estatal y viabiliza un proyecto socio-económico de clase, en este marco, la violencia es parte activa de la estructura social, no es sólo un instrumento o medio de lucha, sino sobre todo un modo de conflicto. De allí que la clase en el poder requiera -a todo nivel- de estructuras que le permitan organizar el control social, minimizar los riesgos de un cuestionamiento revolucionario de la sociedad, y garantizar las condiciones para la reproducción ampliada del poder y del sistema en su conjunto, en esto el Estado desempeña un rol crucial.

Ustedes concluyan. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Escriba a mrossete@nullyahoo.com.mx formatosiete@nullgmail.com www.formato7.com/columnistas