No hay ruptura entre Pepe y Héctor Yunes. Lo que hay es juego nuevo.

Cada uno buscará la candidatura del 2018 por caminos distintos, con argumentos diferentes.

Ambos asumen que para competir dentro de dos años, muchas cosas tendrán que cambiar en Veracruz, muchas inercias habrán de romperse en el partido tricolor.

Bienvenida la alternancia en la entidad, esa que llegó para quedarse. Si los que aspiran no interpretan la voluntad de los ciudadanos, si no analizan a fondo y sin prejuicios la lección del 5 de junio, estarán condenados al fracaso.

La solución no es el gatopardismo, se requieren cambios de fondo, no sólo de forma. A quien pretenda competir con las siglas del PRI le tocará impulsar en ese partido la autocrítica, el retorno a sus raíces, la reconciliación con los ciudadanos.

Los que conocen a Héctor Yunes sugieren que su anuncio de que volverá a buscar la gubernatura dentro de dos años no es otra cosa que una simulación para obtener ventaja al momento de negociar su futuro. Hoy ya no está su aliado (Manlio Fabio Beltrones) en la dirigencia nacional del PRI y deberá buscar por su cuenta los mejores términos para su abandono de la contienda.

Aunque lo programaron para este jueves, de forma pública en el puerto de Veracruz, en realidad Pepe y Héctor se han mantenido en contacto. Ninguno de los dos ha dicho o hecho algo sin antes haberlo comentado entre ellos. La alianza persiste, aunque las circunstancias actuales son muy distintas a las de hace unos meses, cuando Héctor Yunes hablaba de un proyecto de ocho años.

Héctor Yunes Landa les dijo a sus amigos y más fieles seguidores que irá en busca de la candidatura en el 2018 y puso en la mesa, como mejor argumento, la decisión de cerca de un millón de veracruzanos de impulsarlo a la gubernatura. En su opinión es la voluntad expresa de un tercio de los votantes del pasado domingo 5 de junio.

Pepe Yunes, por su parte, sabe que tiene un acuerdo al más alto nivel del priismo nacional. Él dejó pasar a Héctor este año, con el compromiso de que lo impulsarían a él dentro de dos años. Aquel acuerdo ya fue ratificado y salvo que ocurra un cataclismo político, sabe que será él quien lleve la bandera del PRI en el 2018.

Aunque discrepen en ese tema, ambos coinciden en lo esencial: Deben trabajar por la reconstrucción del partido para el que han militado toda su vida política y lo deben hacer desde la unidad, desde la coincidencia de objetivos, desde la congruencia y la honestidad.

Sobre la dirigencia del PRI estatal también piensan distinto.

Héctor Yunes está a favor de que Felipe Amadeo Flores Espinosa se mantenga en el cargo y coordine los trabajos hacia el relevo de las 212 presidencias municipales el próximo año. Pepe, por su parte, sugiere que se quede «el tiempo justo» para hacer un análisis detallado de lo ocurrido el 5 de junio. Después se tendrá que ir. Plantea la posibilidad de que llegue alguien que no esté identificado con él, pero tampoco con Héctor.

Lo importante de este debate es que los priistas en Veracruz no están cruzados de brazos. Entienden que en la democracia actual, la alternancia es una asignatura ineludible, pero asumen también que depende de ellos mismos y de su capacidad para procesar la derrota y hacer los ajustes que los nuevos tiempos reclaman, que pronto recuperen el timón.

Que así sea.

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