Consciente de que “la vida y la política imponen retos que no siempre está en manos de uno resolver; pero hay que asumir con responsabilidad las consecuencias”, Manlio Fabio Beltrones presentó este lunes su renuncia a la presidencia del CEN del PRI ante los miembros de la Comisión Política Permanente, a los cuales, después de exponerles su informe sobre los resultados electorales del pasado 5 de junio en 13 estados del país, consideró necesario que estas y otras ideas se discutan y resuelvan en la próxima Asamblea Nacional priista porque “nada puede posponerse”.

El sonorense reconoció que en los recientes comicios estatales “los electores dieron un mensaje a políticas equivocadas y a políticos que incurrieron en excesos porque no tuvieron conductas transparentes”, y “ante la sanción de la sociedad” parafraseó a Luis Donaldo Colosio, ex dirigente nacional y ex candidato presidencial del PRI asesinado en marzo de 1994, quien solía decir que “lo que los gobiernos hacen, sus partidos lo resienten”.

Y es que luego de haber perdido 7 de las 12 gubernaturas disputadas –entre ellas las de Veracruz, Tamaulipas, Quintana Roo y Durango, donde el PRI mantuvo el poder durante 87 años consecutivos–, Beltrones Rivera, quien advirtió a la nomenclatura priista que “no es la numeralia electoral lo que está en juego” sino que “es, ni más ni menos, el proyecto de Nación para el Siglo XXI”, sabe que no hay tiempo que perder ya que antes de la sucesión presidencial de 2018 el partido tricolor debe prepararse para retener en 2017 los gobiernos estatales de Coahuila, Nayarit y del Estado de México, considerado este último “la joya de la corona” por ser la entidad nativa del presidente Enrique Peña Nieto y contar con el mayor padrón de votantes de todo el país.

Pero en el caso de Veracruz otra vez también habrá comicios locales, ahora para renovar los 212 ayuntamientos del estado, de cuyo saldo dependerá en buena medida que el priismo resurja con fuerza o se desmoralice aún más en la antesala de la elección de Presidente de la República, la cual coincidirá con la del nuevo gobernador veracruzano cuyo periodo administrativo volverá a ser de seis años a partir de 2018.

El pasado lunes 23 de mayo, dos semanas antes de los comicios, el diario La Jornada publicó una amplia entrevista con el presidente Peña Nieto. Entre los múltiples temas que la reportera Rosa Elvira Vargas le planteó al mandatario mexicano estuvo precisamente el de las elecciones del domingo 5 de junio. La periodista le pidió al mexiquense su opinión acerca de quienes decían que éste sería el arranque hacia la próxima sucesión presidencial.

“No creo mucho esto. Cada elección tiene su condición; ninguna puede proyectar un resultado del mañana. De eso estoy absolutamente convencido. Cada una tiene su condición, su dinámica, su juego, equilibrios, balances. Vamos a tener estos resultados. Punto. ¿Y tienen que ver algo o sin proyección de lo que pueda ocurrir en 2018? Creo que no”, contestó Peña a su entrevistadora.

Sin embargo, el catastrófico resultado obtenido por el PRI comandado por Beltrones –quien previamente apostaba a ganar por lo menos 9 de las 12 gubernaturas–, ha sido interpretado como un golpe letal a las aspiraciones presidenciales del sonorense, no obstante que el año pasado, al asumir el liderazgo del Revolucionario Institucional, de inmediato mandó a colocar un letrero en la puerta de su despacho que decía: “Se prohíbe pensar en el 2018. Estamos trabajando en las elecciones del 2016”.

Ante el desastre electoral, Beltrones y sus allegados han filtrado en algunas columnas políticas que los malos resultados, como en el caso de Veracruz, se habrían debido al voto de castigo contra gobernantes priistas corruptos que no fueron separados de sus cargos ni sancionados a tiempo, así como a la deslealtad de algunos miembros del gabinete presidencial que aspiran a suceder a Peña en el 2018 y que habrían apoyado al PAN.

Con su renuncia a la dirigencia del CEN del PRI aparentemente el sonorense quedaría descartado para la siguiente sucesión presidencial, aunque algunos analistas políticos se resisten a darlo por muerto y se atreven a elucubrar que su salida del edificio tricolor de Insurgentes Norte sólo formaría parte de su estrategia para deslindarse oportunamente del grupo en el poder, el cual se prevé que en 2018 también sea duramente castigado en las urnas por los actos de corrupción y de impunidad como la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, entre muchos otros.

Sin embargo, de momento, Beltrones ha dejado en la orfandad política al senador con licencia Héctor Yunes Landa, quien parece haber digerido ya la derrota  y se dispone a buscar ser postulado otra vez a la gubernatura dentro de dos años. Pero Manlio fue uno de los garantes de un acuerdo entre su compadre y el otro senador veracruzano Pepe Yunes Zorrilla, quien también punteaba en las encuestas pero accedió a esperar la sucesión de 2018.

Empero entre ambos aspirantes no hay ni se avizora ruptura alguna, pues los dos saben que para recuperar el gobierno del estado deben mantenerse unidos y sumar además a todas las corrientes internas del partido tricolor, para lo cual será determinante elegir a un dirigente estatal que aglutine al priismo y que no esté casado de antemano con un proyecto político personal, para que en su momento sean las circunstancias y las preferencias electorales las que decidan quién debe ser el candidato.