Todos hemos visto alguna película ambientada en el sur de los Estados Unidos en la que aparece una escena desarrollada en una iglesia protestante y, seguramente, hemos sido cautivados por esos cantos colectivos tan alegres e inimaginables en nuestras misas católicas. Se llaman gospel song. El spiritual es un canto religioso que surgió en el sur de nuestro vecino del norte entre los siglos XVIII y XIX. El gospel es la versión moderna del spiritual, parte de la misma raíz pero es más vital y tiene más swing, es más cercano al jazz.

En su libro El jazz, Joachim Berendt refiere cinco puntos desde los que puede verse el blues: « [puede definirse] desde un punto de vista ambiental, racial, sociológico, melódico, armónico y formal». Los mismos criterios pueden aplicarse para definir al spiritual y al gospel porque, según el propio Berendt, «El blues es la forma profana del spiritual y el gospel song. O, a la inversa, el gospel song y el spiritual son la forma religiosa del blues».

Un ejemplo esclarecedor del punto de vista ambiental del gospel es la descripción que hace Winthrop Sargeant de un oficio religioso que presenció en el sur de su país:

«Pasaron minutos, largos minutos de extraña tensión. El murmullo, los repentinos gritos se hicieron cada vez más fuertes y dramáticos, hasta que de pronto sentí cómo la tensión creadora atravesaba a la gente con una vibración eléctrica. Era un zumbido apenas audible. Se acumulaban las emociones como nubes. Y después, desde las profundidades de la mala consciencia de un «pecador», salió una pequeña queja que daba lástima, un verdadero suspiro negro, gemido en una cadencia musical. De alguna otra parte de la comunidad agolpada, una voz improvisó una respuesta. La queja volvió a oírse, esta vez más fuerte e impaciente. Más voces se unieron en la respuesta y le dieron la forma de una frase musical. Y así, ante nuestros oídos de este metal fundido de la música, como podríamos decir, se forjó una nueva canción, no compuesta por nadie en particular, pero sí por cada uno entre todos»

Jonathan Hoard, cantante y educador neoyorkino, estuvo el año pasado en la primera edición del Xalapa Jazz Festival (entonces llamado Encuentro Internacional de Jazz) y fue tan grato el sabor de boca que dejó su participación, que ha vuelto a ser invitado por el Ayuntamiento para que se una a la segunda edición que se desarrollará durante la siguiente semana. La seducción fue mutua, en una entrevista, el cantante habló de su estancia aquí el año pasado: «Soy muy emocional y hay momentos en los que veo una de sus montañas o su arquitectura y quiero llorar. Es un lugar muy bello y la gente es increíblemente amable».

Tres serán las actividades que desarrollará este año: El martes 21 dará un concierto en la Sala Dagoberto Willaumin, a las 8:00 de la noche. El miércoles 22, a las 6:00 de la tarde, en el Centro Recreativo Xalapeño impartirá la clase maestra Gospel Music. Además formará un coro con cantantes locales y presentará un concierto de gospel el sábado 25, a las 6:30 de la tarde, en el Parque Juárez.

Ignoro desde qué punto de vista abordará el gospel en su clase pero, cualquiera que fuere, sin duda resultará interesante asistir, y los dos conciertos, tanto el personal como el del coro gospel, serán, sin duda, memorables. Recuerden que los boletos para el Teatro del Estado se entregarán, de manera gratuita, en el Centro Recreativo Xalapeño tres días antes, y en la taquilla del Teatro del Estado el día de la presentación. Dejo unos videos para que ni siquiera pase por su mente perdérselo.

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