Se llama Corredor Cultural Carlos Fuentes. Fue mal hecho por la malhecha alcaldesa Elízabeth Morales, que pensó que la cultura la iba a vestir de una honorabilidad con la que nunca ha contado; que hacer eventos culturales la iba a hacer culta a su vez, y nunca supo que la cultura se obtiene leyendo, estudiando, siendo una buena persona, sencilla y amable.
Pero como en el ámbito cultural todo está tan mal en el país, cualquier cosa que se haga, por poca o deficiente que sea, redunda en un bien. Y un bien terminó siendo ese “corredor cultural”, al menos porque recuerda el nombre de un autor grande de nuestra literatura que debió haber sido xalapeño. Y lo fue en muchos sentidos: por sus orígenes familiares, por su amor a este terruño, por todo lo en cuenta que lo tomó en su obra magnífica.
Carlos Fuentes venía a Xalapa y se sentía como en su casa. Visitaba a sus tías y primos con los que tanto convivió en la infancia, recordaba los lugares de sus juegos infantiles, aprendía de nuevo la historia de estos lugares, conocía nuevas historias.
Por eso la Biblioteca que lleva su nombre lo honró y nos honró, y por eso el Corredor Cultural Carlos Fuentes Macías en pleno centro de la ciudad nos llena de orgullo(eso de ponerle el apellido materno fue cosa de falta de conocimiento, muy de políticos ignorantes de las formas autorales, pero en fin). Qué mejor que uno de los lugares principales de esta culta ciudad se llame como el autor de La muerte de Artemio Cruz, de Aura, de La región más trasparente, de Otilia Rauda–obras que seguramente la entonces alcaldesa devoró, tan leída ella-.
Falta solamente que alguien en el Ayuntamiento se ponga las pilas, se ponga a estudiar y se entere de que en Xalapa han nacido y han vivido grandes representantes de nuestra literatura. Como no hay la debida preparación o el interés, difícilmente le arrimarán al alcalde una tarjeta y le propondrán para calles céntricas e importantes los nombres de Sergio Galindo, Juan Vicente Melo, Emilio Carballido, Renato Prada Oropeza, Sergio Pitol (por poner narradores, pero hay gente de teatro, de música, poetas, escultores y artistas plásticos que merecen ser recordados por los xalapeños).
En Guadalajara, los grandes escritores jaliscienses tienen avenidas con sus nombres: Agustín Yáñez. Juan Rulfo, Juan José Arreola, y muchos otros nacidos en otros estados pero igualmente importantes.
¿Imagina usted que la Avenida Xalapa se llamara mejor Paseo Sergio Galindo, un nativo de esta ciudad que tanto lustre literario le dio a nuestra capital y a nuestra Universidad Veracruzana?
¿O calles en el centro con nombres de poetas, de dramaturgos, de grabadores?
Américo Zúñiga, que tantas cosas está haciendo por la ciudad, rescatando rincones y mejorando las cosas que estaban descompuestas, podría dar el campanazo y hacer de Xalapa una ciudad culta también en sus calles y en sus monumentos.
¿Se anima, señor alcalde?
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