Entre Gabriel Deantes y los hermanos Arcos (Joel y Víctor) nunca ha habido buena química. Desde la administración fidelista se hicieron evidentes las diferencias. Uno -Gabriel- parte del equipo político de Javier Duarte; los otros, poderosos e influyentes gracias a su cercanía con el entonces Gobernador.
A su llegada a la Secretaría del Trabajo, en enero del 2015, una de las primeras peticiones que le presentó Deantes a su amigo Javier Duarte fue que removiera a Víctor Arcos de la Dirección del Instituto de Capacitación para el Trabajo (Icatver). No lo consiguió. De hecho fueron varias las ocasiones en las que Deantes le presentó propuestas al Gobernador para sustituir a Víctor Arcos y ninguna prosperó.
Son conocidas por los empleados de la Secretaría del Trabajo las discusiones a gritos que en más de una ocasión sostuvieron ambos personajes.
Efectivamente, los dos hermanos Arcos aspiraban a llegar al Congreso local este año. Víctor la pretendía por Coatepec, y Joel por Perote. Ninguno lo consiguió.
Finalmente Víctor Arcos dejó el Icatver para incorporarse al equipo de trabajo del senador José Yunes Zorrilla, donde ya estaba integrado su hermano Joel. A partir de ese momento la tarea ha sido sólo una: Impulsar la campaña de Héctor Yunes Landa, como primer paso para llevar a Pepe Yunes a la candidatura del 2018.
Una vez que Víctor Arcos dejó Icatver, de inmediato Gabriel Deantes se apropió de la plaza. Ubicó ahí a uno de sus operadores electorales, el fraudulento Víctor Moctezuma Lobato (fue removido de la Secretaría Ejecutiva del OPLE, entre otras razones, porque «del 01 de junio de 1993 hasta el 27 de octubre de 2008… no acreditó su nivel de educación o grado de Licenciatura en Derecho al no contar con título profesional ni la cédula respectiva, siendo expedido el título aludido hasta el 06 de enero de 2011, lo que constituye una falta de profesionalismo y probidad»).
Siendo tan ríspida la relación entre Deantes y Víctor Arcos, resulta difícil de explicar cómo es que -aseguran- éste último tuvo acceso a conversaciones del secretario del Trabajo, de carácter tan privado como las que ha exhibido el equipo de campaña de Miguel Ángel Yunes Linares.
Como bien dicen por ahí: «Buscan y dan con uno…».
En efecto, las conversaciones de Gabriel Deantes no tienen el menor peso jurídico, no evidencian ninguna violación a las leyes. A lo más que llega es a mostrar la pobreza de sus análisis políticos y su influencia con el Gobernador en esos temas, lo que explicaría en gran medida los bajísimos niveles de aprobación pública de Javier Duarte.
Ya el propio Gobernador se encargó de exhibir la ridícula versión propalada por Gabriel Deantes (porque es su voz, eso nadie lo ha negado) de que habría un acuerdo con Héctor Yunes para comprar impunidad a cambio de ¡20 mil millones de pesos!
El chiste se cuenta solo. A partir de la aprobación de las nuevas leyes de disciplina financiera, los estados no pueden acceder a nuevos créditos, ni con la aprobación de Congresos locales a modo.
Se trata, pues, de chismes grabados de forma subrepticia al titular de la Secretaría del Trabajo del Estado que, formalmente, nada tiene que ver en los temas electorales ni financieros de la administración estatal.
Allá aquel que se los crea.
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