No, no me refiero al debate de los candidatos a Gobernador de Veracruz, porque ése fue más bien 1contra1. De lo que hablo es del elogiable programa de vialidad que el alcalde Américo Zúñiga Martínez ha estado extendiendo por varios rumbos de la capital, con lo que la movilidad se ha mejorado sustancialmente en puntos nodales.

Esto del 1×1 es tan efectivo, tan solucionador, que podemos decir sin exagerar que es una bendición de Dios, por calificarlo de manera discreta.

Y además de ser un programa eficaz, es una medida igualadora, que alienta la participación ciudadana, que promueve la civilidad, que hace descender el estrés de conductores y pasajeros, y que evita el ocio, que es el padre de muchas malas ideas personales y de muchas indignaciones ciudadanas.

Eficaz, porque evita congestionamientos; igualadora, porque todos los vehículos se deben atener a él, sin importar si es un compacto, una carcacha o una camioneta de lujo; participativo, porque implica la voluntad de los ciudadanos de respetar una norma sin medidas coercitivas; civil, porque crea un ambiente de armonía; desestresante, porque al avanzar continuamente -aunque sea más despacio- se tiene la sensación de que no hay atorones viales y se alivia el espíritu, y contra el ocio, porque cada chofer tiene que estar atento al paso, y así se evita estar detenido por largo rato sin hacer nada, que por lo general se aprovecha para echarle o inventarle culpas de todos los calibres a los gobiernos de los tres niveles.

El 1×1 consiste simplemente en que al llegar a un crucero, cada conductor debe permitir que pase un vehículo de la otra vía, y después pasar él (no quiere decir, como algunos vivales interpretan, que primero pasa uno y ya después a ver qué hacen los demás).

Acabo de pasar rápido y sin problemas hace un momento por la calle Rébsamen, viniendo de Los Berros, ésa en la que antes había que esperar laaargos minutos para poder avanzar, en lo que se ponía el tardado semáforo en verde, mientras por el otro lado no pasaba ningún automóvil o camión.

Ahora, entra uno a esa calle que recuerda al ilustre educador (y antes nos hacía recordarle la progenitora a quien fuera el responsable del tránsito citadino) y empieza a avanzar poco a poco, sin prisas pero sin pausas, hasta que sin darnos cuenta ya estamos abajo del puente del Circuito Presidentes, y con la idea de que es un milagro, podemos adelantar como en un suspiro para seguir hacia el Arco Sur o doblar con rumbo a Xalapa 2000 o a la Avenida Maestros Veracruzanos.

Ante este éxito, el equipo del alcalde y los asesores de la movilidad urbana deberían pensar en la posibilidad de quitar los semáforos en todos los cruceros del centro de la ciudad y convertirlos al 1×1.

Y en una de ésas, universalizar el programa, de modo que en cualquier avenida o calle o embotellamiento apliquemos la bendita idea de ceder el paso a un vehículo para que todos avancemos con mayor rapidez.

Bien por nuestro joven alcalde, que no se arredra a tomar medidas en bien de la ciudadanía, como ésta de aplicar el 1×1 en cruceros conflictivos, lo que se suma a su inteligente programa de obras y su permanente gestión para atraer recursos a Xalapa.

Qué diferencia con el trienio anterior.

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