«Las encuestas no son para creerse, sino para interpretarse, y el activismo debería preocuparse de actuar para mejorar sus números en ellas. Como otras veces he dicho, sirve más aceptar lo que nos dice un espejo, que romperlo».
Esto lo dice Roy Campos, Presidente de la empresa Consulta Mitofsky, uno de los más destacados especialistas en estudios de opinión en el país. Al menos eso se refleja en los reconocimientos que ha recibido, como el Premio Nacional de Comunicación “Pagés Llergo” en 2010; el premio “Reed Latino” de la revista Campaigns & Elections como el mejor encuestador latinoamericano en 2012, y el “Victory Award” como mejor encuestador otorgado en el marco del POLI Conference, en Nueva York en 2013.
En un artículo publicado esta semana, al referirse a quienes pretenden anticiparse a lo que sucederá en el 2018, Roy Campos explica que medir las preferencias electorales, aun cuando falten muchos meses para las elecciones, se ha vuelto una práctica común, «porque sirve para que los partidos y aspirantes orienten estrategias y posturas ante temas nacionales, y para que analistas y medios de comunicación generen una crónica de los errores y los aciertos de los partidos o el surgimiento de nuevas fuerzas».
Calificó de «normal» que los simpatizantes de los partidos que no son favorecidos en una encuesta griten y se enojen porque quisieran siempre verse arriba, sin considerar que las preferencias inevitablemente cambiarán, como ha ocurrido en el pasado.
En Veracruz ya se vio una muestra de esto.
Cuando le mostraron a Héctor Yunes los resultados de la encuesta realizada por el periódico El Financiero, que coloca a la cabeza de las preferencias al candidato del PAN-PRD Miguel Ángel Yunes Linares, la primera reacción del abanderado priista fue expresar: «No pueden cambiar las cifras tan drásticamente en tan poco tiempo. Esa encuesta fue manipulada desde el PAN. Ellos saben que van abajo en Veracruz y difunden cifras a modo para contrarrestar».
La variación en las cifras es explicable: Han sido distintas las empresas que han realizado las mediciones y, por lo tanto, la metodología también ha variado, por lo que las cifras pueden resultar muy dispares.
En este mismo espacio he sostenido que las encuestas de carácter electoral tienen dos fines muy claros, y a partir de ellos se establece la metodología: El primero, es para utilizarlas como herramientas de medición, como diagnósticos temporales de lo que está ocurriendo en la percepción social. Esas encuestas sirven para corregir el rumbo, para poner especial atención en las zonas y los temas vulnerables y en definir la intensidad de la campaña, a partir de la distancia con el resto de los contendientes.
El otro fin de las encuestas es el propagandístico. Se trata de ajustar la metodología para obtener números favorables, que serán difundidos, de manera que se genere entre la sociedad una percepción triunfadora, que incline de manera favorable la balanza, en el caso de los indecisos.
En Veracruz si alguien ha estado pendiente en la última década de los niveles de aprobación de los políticos más destacados, ese ha sido Héctor Yunes Landa. Ese fue su más sólido argumento para conseguir la candidatura. Todas las encuestas lo colocaban arriba, tanto de Miguel Ángel, como de Pepe Yunes.
Hace apenas unos días me mostraba cifras que tenían en la ciudad de México, que lo seguían ubicando a la cabeza de la intención del voto, por lo que le resultó sorpresiva e ilógica la encuesta publicada por El Financiero.
Advierte Roy Campos: «Es absurdo enojarse hoy o apostar por las encuestas sabiendo que todo cambiará, aunque seguiremos escuchando a activistas enojados cada vez que no se ven arriba, como si eso pudiera garantizarles algo».
Así de claro. Esperemos a la encuesta del 5 de junio.
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