«Sí porque, ¿sabes qué?, esto de ‹la culpa es tuya, mami› me suena tan familiar y lo asumí hace tantos años que dije ¿la culpa es mía?, ok, ahora sí la culpa va a ser toda, toda, toda mía», me dijo Mercedes Boullosa, la Bullo, el año pasado cuando al fin consiguió el espacio que había buscado durante mucho tiempo para instalar un espacio que estuviera a medio tramo entre una casa de la cultura y una cantina, esos dos bastiones de la cultura tan honorables e imprescindibles. Tras varios meses de arduo pero gozoso trabajo, La Culpa ha abierto sus puertas al público.

Detrás de toda virtud hay siempre, al menos, una culpa. La Culpa de la Bullo se encuentra en Barragán 5 (entre Allende y Zaragoza), justo a espaldas de las cuatro virtudes del Paseo del Ayuntamiento.

En esta entrega recupero fragmentos de la primera conversación, cuando La Culpa era apenas un atadito de malos pensamientos.

Échame a mí La Culpa / de lo que pase…

La idea es que La Culpa sea un teatro bar con todo lo que conlleva un teatro y un bar. Esa pared que está entrando [a la izquierda] va estar destinada a las letras, vamos a hacer unas etiquetas donde cada quien pueda poner su frase sobre la culpa, ya hay algunas, una dice: «Qué culpa tiene la fe del escaso presupuesto» [risas], fue la primera que pusimos porque esto ha sido un rollo, se está haciendo sin dinero, estoy vendiendo pinturas, loterías y todo lo que puedo. Tengo dos años queriéndolo hacer pero no había encontrado una casa que pudiera pagar, que estuviera bien ubicada, que tuviera las facilidades.

La verdad es que la culpa es la consecuencia de nuestros actos y nuestros actos, últimamente, han sido que nos hemos reunido un grupo de gente, tomamos la chela y platicamos.

Mercedes Boullosa, Óscar Carapia, Messe Merari y Norma Yolanda López en el Teatro Bar La Culpa
Mercedes Boullosa, Óscar Carapia, Messe Merari y Norma Yolanda López en el Teatro Bar La Culpa

Decimos un montón de cosas y es hora de materializar esas cosas y convertirlas en algo que podamos compartir a los demás así como las revistas, en un principio, eran precisamente eso, una conversación entre algunas personas que luego se compartía con otras personas que no podían acudir.

Después de Artistas en Libertad [Ver: Los cálidos artistas y su alcalde desalmado], que fue una lección de muchas cosas para todos, hice proyecciones administrativas para ver cuánto necesito vender para que el lugar sea sustentable, esto es, que me dé a mí un salario que me permita estar un número de horas a cargo (solo un número de horas, definitivamente tiene que haber más personas porque yo tengo muchas otras responsabilidades) y que se pueda pagar la renta, la luz, a los artistas, etc.

La idea es que, cuando se hagan presentaciones de libros o lecturas de poemas, en lugar de subir al escritor al escenario lo pongamos detrás de la barra y lo que despache sean letras, que no sirva tequila sino que nos eche sus poemas.

Aquí va a haber un escenario que va a tener una parte replegable porque la idea es que se pueda hacer teatro, títeres y música entonces cuando haya música se pueda replegar.

Arriba es un espacio lindo, es una azotea que se techó en la que monté un muro para que la gente exponga y hay un espacio para talleres de pintura, de cerámica y de diseño.

Este no será un espacio abierto a todos por muchas razones, ojalá que no me tomen como elitista y si lo hacen el tiempo dirá, las cosas caen por su propio peso, pero sí creo que habría que reservarse una línea editorial para que la gente sepa que puede venir y lo que va a ver tiene calidad.

También me voy a reservar el derecho de admisión del público, a la gente que quiere llegar y beber se le tiene que decir mira, esto es un concierto, se van a cerrar las puertas una vez que comience, no va a haber interrupciones, no se va a servir mientras está en el espectáculo entonces la gente entrará y sabrá a lo que se atiene.

Mercedes Boullosa
Mercedes Boullosa

Creo que eso va a determinar el tipo de público que venga, claro que cuando no haya evento, fungirá como un bar cualquiera, también será un lugar para echarse una tapa, un tinto con música grabada de fondo, pero si lo que hay está en vivo, le daremos el respeto que merece la música viva o el espectáculo que se esté presentando.

Este espacio es muy chiquito pero yo he visto hacer nacer cosas muy grandes en espacios pequeños. Espero que la gente de Xalapa entienda que tiene que aprender a pagar otros precios por acudir al teatro, por acudir a un concierto porque el público xalapeño están muy mal acostumbrado, el otro día fui a una tocada, tocaron tres grupos, Ojo de venado y otros dos grupos, uno de rock progresivo y otro que no me acuerdo cómo se llama. Los tres presentaron música original excelente, todos son muy buenos músicos, estuvo fenomenal y pagué 30 pesos, me dio un coraje, dije ¿en serio se llevaron 10 pesos?, y había un montón de banda echándose un montón de mezcales y un montón de chelas. Cuando ves eso dices sí puedes sacrificar una chela, cabrón, para que los artistas se lleven algo más entonces sí creo que el público está muy mal acostumbrado, tú vas al teatro en México y cuesta 500, 600 pesos, vas al teatro en San Miguel de Allende y la entrada a una lectura dramatizada te cuesta la 650 pesos y aquí la gente tiene problemas para pagar 60 pesos entonces dices hay que reeducar al público.

SEGUNDA PARTE: Como se lleva un lunar…

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