En los últimos cinco años, el equipo de trabajo más cercano del gobernador Javier Duarte de Ochoa ha cambiado tantas veces que es imposible imaginar la aplicación y seguimiento de políticas de gobierno.

No solo han sido los constantes cambios de funcionarios, que algunos calculan en más de 100 (si tomamos en cuenta las dependencias más discretas), sino que en la mayoría de los casos se ha tratado de personajes sin ninguna formación o experiencia en los temas que les ha encomendado el gobernador Javier Duarte de Ochoa.

Si nos atenemos a los más graves problemas que enfrenta la actual administración, como el de las finanzas públicas, podemos observar una rotación incesante de funcionarios, cuyas salidas no sabemos si fueron porque se les descubrió su ineficacia o porque fueron muy vivos a la hora de administrar recursos.

La Secretaría de Finanzas y Planeación, por ejemplo, ha tenido seis titulares, dos de los cuales han estado apenas unos meses, como el exalcalde de Boca del Río, Salvador Manzur Díaz, en torno a cuya figura el duartismo buscaba darle tamaños para que hoy fuera el candidato priista al gobierno de dos años. Para su desgracia, tuvo que ser removido apenas tres meses después de tomar posesión, cuando ocurrió el escándalo de los videos en que organizaba el apoyo gubernamental a candidatos priistas, lo que estuvo a punto de echar abajo el Pacto por México, bajo amenaza del PAN y el PRD, que había sido finamente bordado por Enrique Peña Nieto para lograr sus reformas estructurales.

Le sustituyó como interino Carlos Aguirre Morales (sobre quien penden versiones de un inexplicable enriquecimiento), quien apenas estuvo unas semanas, para dar paso al entonces diputado federal Fernando Charleston Hernández, un profesional bisoño que prefirió ‘enfermarse’ para regresar a su cómoda curul porque le quedó grande el puesto.

Como ellos, otros funcionarios probaron por poco tiempo las mieles de cargos de altos relieves, acuciados por la mirada crítica de su jefe quien, menos por una vocación evaluativa y más por sus estados de ánimo, en cualquier mañana los citaba al Salón de Banderas del Palacio de Gobierno para anunciar a sus relevos.

No todos quedaban en la quiebra. La mayoría era resguardada en puestos de menor envergadura donde podían seguir cobrando pingües salarios y gratificaciones, y hay algunos que parecen ratones de laboratorio, pues se les ha visto en innumerables responsabilidades. Un caso paradigmático es Fabrizio Aguilar Sánchez, quien ha sido responsable del Programa de Gobierno, representante de Veracruz en la Ciudad de México, Secretario Particular y varios puestos de regular relieve.

Otros, con más suerte, han logrado mejores posiciones, como Juan Antonio Nemi Dib, que de director del DIF pasó a Secretario de Salud y hoy es secretario ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública, o como Gabriel Deantes que ha sido subsecretario de Sefiplan, Oficial Mayor de la SEV y, sin merecimientos profesionales, hoy es Secretario del Trabajo.

Cuadro 1. La incesante rotación de funcionarios en gobierno de Javier Duarte.

TABLA 1.1 TABLA 2

Y es que el cambio ha sido la constante de un gobierno que está a punto de dejar los bártulos. Desde sus primeros pasos, en 2011, apenas siete meses después de anunciar a su primer gabinete, Javier Duarte ya estaba cambiando a sus secretarios, haciendo a un lado a una buena parte de los compromisos asumidos con quien le hizo candidato priista.

Esta constante hizo muy atractivas para los periodistas las primeras conferencias de prensa de Duarte. Es posible que hasta se hubieran cruzado apuestas para adivinar a qué funcionarios les caería la guillotina y quienes entrarían a sufrir la incertidumbre de sus cambiantes estados de ánimo.

Para desgracia de los veracruzanos, ninguno de los cambios realizados ha sido para mejorar el funcionamiento de la administración pública estatal; en general, fue para hacer pagar a quienes se iban alguna desobediencia, como los sonados casos de Gabriel Deantes Ramos y Edgar Spinoso Carrera, subsecretario de Sefiplan y Oficial Mayor de la SEV, quienes en marzo de 2014 se enteraron por las ocho columnas de Diario de Xalapa que habían traicionado la confianza de su jefe.

Lo paradójico fue que meses después, ya que el entonces titular de la SEP Emilio Chuayffet había abandonado tierras veracruzanas y se había ocultado el desfalco en los fondos de educación, fueron resarcidos a la función pública, uno como Secretario del Trabajo, y el otro como candidato a la diputación federal por Martínez de la Torre, de la que ahora disfruta.

Los cambios siguen

Con el regreso este miércoles del diputado federal con licencia, Alberto Silva Ramos, a la Coordinación General de Comunicación Social, y la renuncia del único secretario del despacho que se mantenía desde el inicio del gobierno de Javier Duarte, el de Desarrollo Económico y Portuario, Erick Porres Blesa, quien podría incorporarse al gobierno federal como delegado de la SEP, la tendencia del cambio permanente en la administración estatal se fortalece.

Es cierto que el secretario de Medio Ambiente (Sedema), Víctor Alvarado Martínez, permanecerá en el puesto, convirtiéndose en el único funcionario que ha dirigido esa dependencia, pero hay que recordar que su creación fue producto de una reforma a la Ley de la Administración Pública estatal que dividió la entonces Secretaría de Desarrollo Social y Medio Ambiente en Sedesol y Sedema, lo que ocurrió días después de comenzar el gobierno.

Y Alberto Silva Ramos ha sido también uno de los funcionarios más versátiles de este sexenio. Considerado, acaso con justicia, como el único amigo que le queda a Javier Duarte, Silva Ramos ha sido alcalde Tuxpan, Secretario de Desarrollo Social, Coordinador General de Comunicación Social, diputado federal, Presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, nuevamente diputado federal y hoy, otra vez con licencia, de nuevo vocero y operador mediático de Javier Duarte.

Su lealtad a Duarte, debe reconocerse, es proverbial. En momentos en que ni el PRI ni el candidato a la gubernatura del PRI-PVEM, Héctor Yunes Landa, ni pueden ni quieren defender a Duarte de la golpiza que está recibiendo de la oposición, Silva Ramos es el único que puede dar esa, digamos, infructuosa batalla.

Este miércoles releva a Juan Octavio Pavón en Comunicación Social del Gobierno del Estado. El paso de Pavón fue sumamente complicado para un profesional como el exdirector de RTV, y debió curarse de espanto de trabajar en la administración pública, al lado de un jefe que nunca le brindó su real apoyo y que, al final, había puesto su honra en manos de su oscura y abominable exvocera, Gina Domínguez.

¡Llegó la hora! 

Bien lo dijo Héctor Yunes, candidato de la coalición para Mejorar Veracruz al gobierno del estado: ¡Llegó la hora!

En el minuto cero de este domingo, el priista se comprometió ante miles de asistentes en el auditorio Benito Juárez, del Puerto de Veracruz, y a otro tanto de seguidores de las redes sociales que a esa hora estaban atentos, a  dar a Veracruz una nueva vida.

Héctor ofrece nuevas ideas y mucha honestidad para crear empleos como nunca antes, aplastar al crimen y recobrar el orgullo de ser veracruzanos. Recuperaremos, dijo, el brillo de este estado. Tendremos nuevos motivos para creer. Y anunció en su primer acto un programa social que hará que todos sin excepción, crezcamos juntos, además de otros programas interesantes que hoy, a través de su página web www.hectorgobernador.com están bajo el escrutinio de todos los veracruzanos.

Interesante el encuentro que sostuvo con la comunidad universitaria, pues además de cosechar apoyos, Héctor Yunes dio su espaldarazo a la UV y dejó un buen ánimo de dar solución a sus problemas. Posteriormente, sostuvo una serie de encuentros con los medios de comunicación.

Retomando sus palabras, inicia pues con ventaja en las encuestas y con ventaja moral, pues el abanderado PAN-PRD, Miguel Ángel Yunes emprendió su campaña con más de lo mismo: injurias, descalificaciones, odio, odio y más odio, interponiendo denuncias y echando lumbre por la boca.

Así, mientras Héctor se presenta como un líder cargado de propuestas, Miguel Ángel Yunes repite su fórmula del 2010, que ningún buen resultado le dio.

Y aún faltan 59 días….

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