Ayer por la mañana, cuando el titular de la Secretaría de Finanzas y Planeación llegó al Congreso local a entregar la Cuenta Pública 2015, los reporteros le cayeron con jauría; se le fueron encima como avispas a un pedazo de piloncillo.

Si había turistas en el Congreso, seguro pensaron que se trataba de algún rock star. Pero no, era don Antonio Gómez Pelegrín rodeado de cámaras y micrófonos y tratando de capotear el vendaval de preguntas.

“Sí, sí, el gobierno estatal pagará hasta el último centavo de sus adeudos. No, no; nadie se quedará sin cobrar. Sí, sí, hay mucha gente que reclama su dinero. No, no; no nos estamos escondiendo de nadie. Sí, sí, vamos caminando bien y cumpliremos a todos en términos de Ley” respondió el hombre.

Sólo se le cuatrapearon las velocidades cuando los reporteros le preguntaron sobre la deuda con la Universidad Veracruzana y por el Impuesto Sobre la Renta de la misma Universidad que el gobierno no ha pagado: “Miren ustedes, yo nada más vengo a entregar la Cuenta Pública. Con permiso, ya me voy”.

Pobre hombre.

Si cuando recibió su título de Licenciado en Derecho por la UNAM, alguien le hubiera dicho que en algún punto de su vida se encargaría de las finanzas de un estado quebrado y con una deuda descomunal, seguramente habría soltado la carcajada: “Se equivoca usted, yo no soy economista, soy Licenciado en Derecho” habría sido su respuesta.

Pero ahí está, como titular de la Sefiplan. El sexto de una lista que comenzó en 2010 con Tomás Ruíz González y siguió con Salvador Manzur, Carlos Aguirre, Fernando Charleston y Mauricio Audirac que nomás duró ocho meses en el cargo y aventó el arpa.

Cuando salió Audirac la Sefiplan le fue ofrecida a varios expertos en economía que dijeron que ni drogados aceptarían esa papa caliente.

Y fue así como en marzo del 2015 don Antonio tomó la protesta de rigor y desde entonces lo único que ha hecho es lidiar con los acreedores, darles largas, abonar un poquito (pero muy poquito) por aquí, otro poquito por allá y ahí se la ha ido llevando.

Pero cada día son más los inconformes que reclaman a grito pelado el pago de sus servicios.

Ayer tocó el turno a los músicos y sonideros que hicieron un plantón en la plaza Lerdo para exigir el pago de 11 millones de pesos por no sé cuántas tocadas que les debe el gobierno estatal desde hace tres años.

Mañana llegarán a la plaza los campesinos, o los contratistas, o los hoteleros, o los jubilados, o la enorme cauda de deudores que esta administración ha acumulado por más de cinco años.

Y a todos los recibirá don Antonio, a todos los apuntará en su lista de espera, a todos les dará una fecha para su pago y a todos les mentirá porque no hay recursos y no habrá hasta febrero o marzo del 2017.

Como dato curioso y como si él fuera el deudor, es el señor Gómez Pelegrín y no el gobierno estatal el receptor de todas las mentadas. Y el hombre aguanta estoico a pesar de ser el menos responsable del adeudo impagable.

Lo dije hace unos días y lo repito ahora. Si existe la justicia divina, que yo creo que sí, este hombre debe ser beatificado, canonizado y elevado a los altares como santo. Algo así como San Antonio de Veracruz, el mártir del sexenio duartista.

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