¿No les parece inusual el número de candidatos a la gubernatura de Veracruz? Aunque se ha centrado la disputa entre los primos Yunes, a partir del 3 de abril en que empiezan las campañas electorales, el Organismo Público Estatal Electoral (OPLE) tendrá que erogar grandes sumas de dinero para financiar por lo menos las campañas de siete candidatos a Gobernador.
Ya no hablemos de las de más de 200 candidatos a diputados locales que pueden resultar de esta jornada, más sus suplentes, y de aquellos que estarán en las listas de candidatos a diputaciones por el principio de representación proporcional.
¿Tiene sentido arrojarse a los caminos rurales y a las pésimas carreteras veracruzanas a pedir el voto cuando no se tiene la mínima posibilidad de obtener un puesto que, para colmo, solo durará dos años, para un gobierno prácticamente en quiebra financiera, con más problemas que posibilidades de trabajo provechoso?
Pues parece que a los partidos políticos y a sus candidatos eso los tiene prácticamente sin cuidado.
Los primeros tienen la necesidad de reportar ganancias en sufragios ante el OPLE para mantener su presencia en el ámbito nacional, o para mantener sus registros en caso de ser partidos estatales.
Para los segundos, ese trajinar por ciudades y comunidades les ha de redituar tanto en recursos (no todos los empeñarán en convencer a los votantes) como en oportunidades políticas futuras. Los menos irán por convicción propia, como una forma de difundir su ideario político o para adquirir experiencia que le sirva más adelante.
Lo increíble es que el número de candidatos se ha multiplicado. En ocasiones anteriores, la izquierda se amalgamaba en una sola coalición a la que iban todos los partidos que profesaban (o simulaban profesar) esa ideología. No existía Morena, de manera que el PRD, el Movimiento Ciudadano y el Partido del Trabajo iban de la mano con un solo candidato.
Hoy, el PRD irá con el PAN, en apoyo de Miguel Ángel Yunes Linares, mientras que irán solos el Movimiento Ciudadano, con Armando Méndez de la Luz (que será registrado ante el OPLE este miércoles 23 al mediodía), y el Partido del Trabajo (PT) que, según todo apunta, llevará como candidata a una expanista recalcitrante, la exalcaldesa de Atzalan, exdiputada local y federal y funcionaria en el ayuntamiento de Teziutlán, Alba Leonila Méndez Herrera.
Todos contra Miguel Ángel
Esta última postulación, la de Alba Leonila, tiene su tufo. No solo se trata de la enemistad política entre esta mujer menuda –que contaba con una influencia poderosa en los municipios serranos del centro de Veracruz– y Miguel Ángel Yunes Linares, quien la desplazó del panismo en el distrito electoral federal de Martínez de la Torre para imponer a José de la Torre Sánchez y parentela que le acompaña. También interviene el factor 2018, es decir, la sucesión presidencial.
En efecto, desde Puebla, el gobernador panista Rafael Moreno Valle Rosas observa con atención lo que sucede en Veracruz; hace ya tiempo que realiza giras subrepticias por tierras veracruzanas con el beneplácito de su homólogo veracruzano, tratando de aminorar la influencia del candidato de la alianza PAN-PRD. Sabe que de ganar la elección el 5 de junio en Veracruz, Yunes Linares le quitará toda posibilidad de contar con el respaldo del panismo veracruzano a sus aspiraciones a la candidatura presidencial blanquiazul e, incluso, observa con recelo la posibilidad de que el propio Yunes le compita la plaza.
Por eso ha mandado a Alba Leonila Méndez Herrera (quien ha sido una persona muy cercana y a la que ha cobijado en el ayuntamiento poblano de Teziutlán) por un partido que se ha sabido moldear a las necesidades políticas y económicas, para que le haga una fuerte talacha al choleño, particularmente en la franja serrano-costeña.
En esta misma tesitura, la de combatir a como dé lugar el flujo de votos para Miguel Ángel, el Partido Encuentro Social (PES) ha cobijado como su candidato al exdirigente estatal panista Víctor Alejandro ‘Pipo’ Vázquez Cuevas, un caso que dibuja claramente cómo ha logrado Yunes el control del PAN veracruzano.
En efecto, Pipo Vázquez fue el que le abrió la puerta al expriista, misma por la que éste lo sacó prácticamente sin posibilidades siquiera de recoger sus pertenencias. Pero el Pipo fue el que encumbró al panismo en la entidad, durante su dirigencia creció definitivamente su cosecha de votos y la obtención de alcaldías y diputaciones locales y federales, de manera que no se puede dudar que mantenga fuertes ligas con los grupos tradicionales del PAN, quienes ven cómo la familia de Yunes Linares se adueña de todas las oportunidades políticas.
Lo demuestran estos hechos: Miguel Ángel, además de candidato, es diputado federal con licencia; su hijo Fernando Yunes Márquez es Senador de la República y ya se aprestan a impulsarlo para que sea el candidato a la Presidencia Municipal de Veracruz en 2017, y Miguel Ángel Yunes Márquez es el alcalde de Boca del Río. Un riesgo que tratarán de contener provocando su derrota.
Para ello, también debe sumarse la candidatura independiente de Juan Bueno Torio, un activo importante y genuino del panismo veracruzano, con importante influencia en el conocido corredor azul que tiene a Córdoba y a Orizaba como sus ejes. Su salida del PAN se debió a que su partido optó por Miguel Ángel Yunes sin tomar en cuenta los mecanismos democráticos establecidos en sus documentos.
Que la decisión del OPLE, en medio de titubeos, de validar su propuesta para convertirse en el único candidato independiente, sea cuestionada acremente (y recurrida legalmente) tanto por el PAN como por el PRD, muestra claramente que puede convertirse en un factor negativo para sus proyecciones electorales.
Cuitláhuac no será una Morena en dulce
A no dudarlo, antes de que inicien formalmente las campañas electorales este 3 de abril, las dos coaliciones partidistas marchan a la cabeza con sus candidatos. La de PRI y PVEM (junto con la morralla de partiditos) y la del PAN y el PRD, con Héctor Yunes Landa y Miguel Ángel Yunes Linares, respectivamente, son las fuerzas políticas que más claramente se disputan el triunfo el próximo 5 de junio.
Ambos tienen a los actores políticos más mediáticos, con más recursos, son los más conocidos por la población y en torno a ellos un buen número de veracruzanos tomará decisiones importantes para los próximos dos años.
Unos piensan que Miguel Ángel significa el rompimiento, el ajuste de cuentas con 12 años de gobiernos priistas depredadores y la posibilidad de relanzar a un estado poderoso que ha sido debilitado al punto casi de la extremaunción. Otros creen que la opción de Héctor, más institucional, tiene tintes para romper con la continuidad de 12 años de una extremadamente dañina manipulación y expolio inauguradas por Fidel Herrera Beltrán.
La lógica señala que por ahí se dará la sucesión de Javier Duarte de Ochoa, pero hay un factor que puede nivelar la contienda y convertir el mapa político de Veracruz en un pastel de tres porciones similares, con la emergencia de un partido, Morena, que enfrentará su primera elección local.
En su primera contienda federal como partido político nacional, en 2015, logró muy buenos números en la entidad, con más de 300 mil votos, y la elección de dos cuadros muy importantes para la presente y la próxima elección gubernamental: Cuitláhuac García Jiménez, quien ganó de calle la diputación federal por Xalapa, y la de Rocío Nahle, en Coatzacoalcos. El primero ya ha sido registrado como el candidato al Gobierno de Veracruz este año; la segunda, coordinadora de los diputados federales de Morena, se prepara para competir para la de seis años en 2018.
No se puede hacer a un lado a Cuitláhuac. Sus expectativas son impulsar hacia arriba la votación para Morena y hacerla crecer hasta alcanzar los 600 mil sufragios. Sin embargo, puede dar una buena sorpresa porque prácticamente la mayoría de los votos de izquierda, incluyendo los del PRD, se orientarán hacia él, y para colmo, Andrés Manuel López Obrador en Veracruz, según las encuestas nacionales de los candidatos presidenciales para 2018, figura con la simpatía de 2 a 1 sobre el más cercano perseguidor, Miguel Ángel Osorio Chong, del PRI.
Como dice la canción: ¡Agárrense de las manos!
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