Antes que vigoroso compositor y virtuoso del piano, Alex Mercado es un pensador que sustenta su obra en sus reflexiones sobre la realidad, sobre la vida y sobre la música entendida como el producto de una relación dialéctica entre emisor y receptor, para él la obra no se completa si no es escuchada pero va más allá, sostiene que «el escucha le da validez y existencia a mi obra, en cierta manera es un cómplice de la creación» según me dijo mientras me explicaba el concepto de su primer registro fonográfico personal, The Watcher (2012).

Esta idea va depurándose en su segunda producción, Symbiosis (2014), en la que reitera esa relación de corresponsabilidad entre el que hace la música y el que la escucha, «[su obra] no la creo yo solo, necesito que alguien la interprete y cuando lo haga basándose en su propia experiencia y su propia perspectiva, nutrirá mi música de esas influencias, entonces mi obra va a existir.»

Sobre su tercer disco, grabado a piano solo el año pasado, me comentó: «El disco se llama Refraction, es un concepto profundo derivado de los dos anteriores, en este caso hablo del proceso de refracción aplicado al arte. La obra de arte es una refracción de la vida misma y el artista es el prisma que convierte esa luz en un abanico de colores, imágenes, formas que constituyen una realidad purificada, una realidad transformada a través de nuestro filtro para poder refractarla de una manera personal hacia la gente que nos escucha.»

Alex es, pues, un pensador consuetudinario que toma la pluma no solo para usarla sobre papel pautado sino para dar a todas esas reflexiones materia literaria generalmente concebida bajo la forma del aforismo. A lo largo de los años ha escrito más de dos mil textos sobre la música, el arte y la vida que pronto reunirá en un libro, en tanto sucede, generosamente, me autorizó a divulgar texto en el que enfrenta a los clichés que se han construido sobre el jazz con la verdadera esencia de esta música.

  • El jazz no necesita guaridas secretas, ni lugares oscuros con más sombras que personas. No necesita estar en la cola ni mendigar la atención de nadie haciendo concesiones o vendiéndose al mejor postor. No necesita acompañarse de queso y vino, ni es música funcional que engalane un evento con músicos vestidos de smoking.
  • El jazz no es sax ni cantante con vestido sexy. No es los Kralls, ni los Bublés. ¡EL jazz no es una persona!
  • El jazz no es día festivo para que se programe una vez al año.
  • El jazz no es pose, moda ni trending topic.
  • El jazz no es caos, desorden, ni anarquía.
  • El jazz no está muerto, sepultado en la trompeta de Armstrong, encapsulado en los dedos de Peterson o congelado en el refrigerador de la melomanía conservadora.
  • El jazz no está en Nueva Orleans ni en la sobrevalorada vanguardia de Nueva York.
  • El jazz no es Take Five, ni la Chica de Ipanema, ni la música de la Pantera Rosa.
  • El jazz no es negro, ni blanco, ni azul, latin, fusión o free.
  • El jazz no es para «relajarse», ni música para viejitos.
  • El jazz no es música de elevador. (En todo caso, te eleva al cielo)
  • El jazz no es estigma, prejuicio ni juicio.
  • El jazz no es elitismo ni prototipo.
  • El jazz no es de nadie, es de todos.
  • El jazz es.
  • El jazz se funde con todo pero no se lo traga nada.
  • El jazz no solo hace bailar al cuerpo, sino al espíritu.
  • El jazz es un movimiento, una fuerza, un huracán; una manera de reaccionar ante la vida y la muerte.
  • Es una persona que irrumpe el silencio con notas improvisadas, una vez dichas y después olvidadas, cuya fugacidad impacta, penetra, pasma, noquea, hace y deshace el corazón de un escucha con mente y corazón abiertos.
  • El jazz es el único que se atreve a dialogar con su interlocutor al tú por tú, con los recursos que se tienen, sean pocos o muchos, pero honestos al fin.
  • ¡El jazz es y siempre será accesible!
  • El jazz es un espejo del instante que quiere ser reflejado en el alma del que escucha; un eco que quiere resonar intacto en el espíritu.

 

Ver también:
El observador de la simbiosis │ Alex Mercado / I
El escultor del barro │ Alex Mercado / II
Refraction, el canto a sí mismo de Alex Mercado

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