El reciente crimen perpetrado contra un joven de 16 años, que intentó impedir el secuestro de su padre, un empresario de la industria restaurantera, consterna, llama a la indignación y constituye una ofensa para la sociedad veracruzana.

Lamentablemente, hechos de sangre como el mencionado –que ocurrió por la noche del sábado–, se volvieron casi cotidianos en una entidad como Veracruz, cuyos habitantes ya se han acostumbrado a ese tipo de noticias, que hablan del fracaso en el combate a la inseguridad y a la delincuencia.

En este caso, la víctima sólo contaba con 16 años de edad. Los delincuentes abrieron fuego en su contra con rifles de asalto. El adolescente cayó en el lugar y a pesar de ser trasladado al Centro de Especialidades Médicas de Xalapa, perdió la vida.

En una comprensible reacción, la familia del joven que perdió la vida protestó por el hecho; exigió justicia, así como un freno a la situación de violencia que enfrenta Veracruz.

El padre de la víctima, a quien trataron de secuestrar, también pidió que se esclarezca el crimen y que éste no quede, como tantos otros, en la impunidad. De igual manera, se quejó debido a que la Fiscalía de Justicia no se ha tomado la molestia de informar nada a los deudos.

Los temas relacionados con la inseguridad, la delincuencia y los ilícitos como el secuestro se han convertido en una de las principales preocupaciones de los veracruzanos, al igual que la corrupción, el empleo y el escaso desarrollo económico de la entidad.

De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, sólo durante enero del presente año –los reportes más recientes– se cometieron en Veracruz más de dos mil 700 delitos; más de mil robos; 10 asaltos en carreteras; 111 homicidios; así como 10 secuestros; es decir, hay una privación ilegal de la libertad cada tres días; todo eso sin contar con los casos que no se convierten en denuncias formales y, por tanto, no se investigan ni se documentan en las estadísticas.

En ese lapso, enero de 2016, el reporte oficial habla de 116 víctimas de homicidio y 11 de secuestro en la entidad; en este último delito, Veracruz ocupa el cuarto lugar nacional, sólo atrás de Tamaulipas, Estado de México y Guerrero.

El año pasado, la entidad registró 116 secuestros y se ubicó como la tercera del país.

Lo que ocurre en Veracruz, en materia de inseguridad, es una verdadera tragedia que sufren las personas que, como el empresario que perdió a su hijo la noche del sábado en Xalapa, son víctimas de la delincuencia en una entidad cuyo gobierno ha sido rebasado por la magnitud del problema.

Xalapa, conciliar sin imponer

Aunque lo leímos en diferentes medios, el acuerdo del Ayuntamiento de Xalapa con el sindicato de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), que es el mayoritario y tiene el derecho del Contrato Colectivo de Trabajo, fue un acontecimiento histórico y muy significativo para decenas de empleados municipales.

El colectivo logró un aumento directo de 4.5 por ciento al salario y 8 por ciento a prestaciones; por supuesto, salieron felices de la Sala de Cabildo la noche de ese jueves 10 de marzo.

Este logro, dijo el líder Rolando Ortega Salazar, fue “histórico” y una muestra del compromiso del alcalde Américo Zúñiga Martínez con la base trabajadora.

“El presidente municipal es buen negociador y conciliador, que siempre ha estado pendiente de nuestras solicitudes y ha mantenido abierta la vía del diálogo”.

A dos años y meses de gobierno, el Ayuntamiento de Xalapa tiene una relación de lujo con todos los trabajadores.

Al alcalde se le ve comiendo con el personal de intendencia; saludando y escuchando a cada trabajador que se le acerca; entregando incentivos de productividad a los de limpia pública y alumbrado; reconociendo a las mujeres por su trayectoria en el servicio público; y en general con muy buena relación con los otros líderes y sus agremiados.

Esa capacidad de negociación, hay que añadir, se notó también en la designación del Cronista de la Ciudad.

Si usted recuerda, al abogado José Zaydén Domínguez se le terminó su periodo e insistió en algunos medios en quedarse, manejando mañosamente que lo habían cesado, cuando en realidad había concluido su periodo.

Américo aguantó las críticas y las aseveraciones tendenciosas de Zaydén y nunca cambió su discurso de respeto y reconocimiento al cronista saliente.

En Cabildo igual abordó el tema, expuso argumentos y al final se impuso la necesidad de nombrar un nuevo cronista. El cuerpo colegiado lo hizo y designó a Vicente Espino Jara, un prestigioso conocedor de la historia de Veracruz y su capital; de igual forma, Américo Zúñiga propuso que a José Zaydén se designara cronista emérito, como un reconocimiento a su trayectoria.

A eso le llaman, en política, tejido fino; orquestar cambios sin dejar agravios en el camino.

Por asuntos como los mencionados, el aumento salarial y la designación del nuevo cronista de la ciudad, Rolando Ortega afirma que Américo Zúñiga es un gran conciliador, porque no hay imposiciones, sino decisiones por conciliación. @luisromero85