Por Gerónimo Rosete Pozos

Lejanos quedaron los días en que Miguel Alemán y su equipo comenzaron el proyecto Cumbre Tajín; lejanos los recuerdos de los polis que cayeron de unas tarimas en un ensayo, la polémica por el uso de la Ciudad Sagrada de El Tajín para un espectáculo de masas, masas embriagadas, drogadas, irrespetuosas de las tradiciones. Se recuerda al autor del negro Veracruz contemporáneo, Fidel Herrera, caminar sin guaruras por los senderos del Parque Temático Takilshukut, saludando a los visitantes, dando declaraciones a reporteros, hasta sacando la cartera para invitar algo.

El derroche financiero no es nuevo, la primera edición del espectáculo nocturno en la zona arqueológica del Tajín costó una millonada pues se contrató a uno de los mejores productores en el mundo, el francés Yves Pepin; quien ha sido encargado de muchos espectáculos multimedia de gran categoría en todo el mundo. El derroche no paró hasta este 2016, ya que sería una ofensa seguir gastando dinero en un evento que no beneficia en nada a los habitantes del Totonacapan.

La explotación de la cultura Totonaca ha sido clara; es muy rentable (políticamente hablando) sostener el teatrito del apoyo y grandes consideraciones a una cultura milenaria, respetarla, encumbrarla, cuidarla. Aunque es una de muchas que viven en nuestro estado, la diferencia es que las demás siguen sobreviviendo en las comunidades sin que el ojo depredador de los genios del espectáculo veracruzano las haya tomado en cuenta. Que se han ganado premios, sí; que los voladores han viajado, sí; que las muestras de cine, la radio indígena de los Totonacas, las mujeres de humo, la medicina tradicional, las bandas de viento, las artesanías, los talleres, el Centro de las Artes Indígenas, el nombramiento de la UNESCO, sí, todo ha servido, en algo.

Pero no nos hagamos tontos (no muestren más su ya probada imbecilidad), las lenguas maternas, las culturas madre de Veracruz y sus miembros no han salido de la marginación en la que viven desde hace décadas; un festival que invierte su mayor recurso en contratar a artistas de cartelera mundial no ha servido. Santana se inspiró, compartió puntos de vista; Bosé se tomó fotos, Alex Lora criticó, igual que los Tacubos, igual que Lila Downs. Pero nada ha cambiado de fondo.

Por el contrario, es sabido y difundido incluso por miembros del staff de La Cumbre que la mayor beneficiada no es una mujer Totonaca, ni una defensora de los derechos indígenas, ni alguien del Consejo Supremo Totonaco; más bien es otra prima política de Javier Duarte, parte del profesional y selecto racimo de servidores públicos de la familia Tubilla, Brenda Tubilla, quien ha prestado destacados servicios de producción al gobierno duartista, cobrándolos sin retraso, por cantidades insultantes.

Su singular figura fue reconocible desde la primera intromisión en el festival, se le podía ver en los días del evento a bordo de un carrito de golf, supervisando el negocio, abriendo brecha con órdenes dadas por radio, en cuatro ruedas, sin soportar los rayos del sol, entre mujeres y hombres a pie, vestidos de manta, calzando delgados guaraches que parecían fundirse con el suelo ardiente. Ese es el contraste de la Cumbre Tajín.

A la chamacada le interesan los conciertos, nada más; los vasos de caguama, fumarse un churrito o diez; echarse un faje místico en suelo totonaco, cantar en suelo sagrado, mear en suelo sagrado, vomitar en suelo sagrado; qué peda más sagrada, qué pachanga más sagrada que la que se da en acuerdo con el Consejo Supremo.

El año pasado, durante las mañanas, el parque Temático lucía casi vacío. Un servidor ha estado cubriendo el evento en más de cinco ediciones y, créame, la del 2015 fue la más baja en visitas; salvo por los niños llevados en viaje escolar, llegados de comunidades y ciudades cercanas, ellos disfrutaron solos de todo.

En 2016, la Cumbre Tajín será solamente de tres días. No vayan a gastar en más circo, porque la gente lo va a criticar y luego hay que responder valientemente en redes sociales. Mejor, como disparatada sugerencia, pues la locura no es cosa rara en estos días, destinen los recursos para infraestructura carretera, de salud, educativa para quienes han explotado durante los años de Cumbre, para las y los Totonacas. Utopías.

Y como una de las especialidades de este gobierno es la prostitución, nuestras fiestas tradicionales, rituales ancestrales apegados a una cosmovisión, expresiones artísticas arraigadas al pueblo de verdad, todo lo han venido a prostituir, a explotar, a hacerlo negocio familiar. Veracruz ya cambió… de dueños. Los enfermos son ustedes, enfermos de poder y, ahora, de no poder; ya dejen de contagiar.

Parte del oscurantismo financiero, de la opacidad en el cómo, dónde y por qué, está también en los eventos culturales. Tantos millones gastados sin beneficios a largo plazo. La caja chica de las fiestas y tradiciones siempre les dejó dividendos; deben pagar por ello. ¿De quién es la Asociación Civil Transformando el Tajín?, ¿por qué están a su nombre los derechos reservados de Cumbre Tajín y no del gobierno?, ¿qué convenios tiene con gobierno y quién los paga?

En una breve búsqueda en la web, un servidor encontró documentos en los que el DIF estatal pagaba a dicha asociación por servicios, y la titular de la misma es una tal Carolina Acosta, quien es o ha sido funcionaria de gobierno y a la vez directora de la asociación mencionada, alguien ligada a Tarek Abdalá, de los señalados por la ASF, como uno de los saqueadores del estado; a menos de que se trate de un homónimo. Es cosa de jalar la hebra, la madeja es gorda. Escriba a mrossete@nullyahoo.com.mx formatosiete@nullgmail.comwww.formato7.com/columnistas