En esta segunda parte de la conversación, Víctor Correa nos habla de su formación profesional, de sus vagabundeos y de todos los tumbos que tuvo que dar para llegar a Xalapa.

Cal carregar el trombó a l’esquena / i tornar a fer el camí

Víctor Correa  (Foto tomada de su cuenta de Facobook)
Víctor Correa (Foto tomada de su cuenta de Facobook)

Me fui a Barcelona porque ahí había un conservatorio de jazz, empecé a pensarlo en una época y cuatro años después dije ahora me voy. En el conservatorio me encontré con un profesor de trombón muy malo entonces hice lo posible por cambiarlo y me hice la carrera de trombón clásico pero todas las demás asignaturas eran de jazz, me costó un año y pico de pelearme con todo mundo pero lo conseguí, y a la misma vez que pasaba esto conseguí una beca y me fui tres meses a Nueva York y, dos años después, conseguí estar un año en Róterdam estudiando con dos de los mejores trombonistas europeos. Mientras tanto teníamos una asociación y organizábamos máster clases y hacíamos sesiones.
Yo era profesional mientras estudiaba porque era la única manera de pagar los estudios y porque, en realidad, yo fui a que me dieran el título, yo pensaba que ya tenía el nivel, luego descubrí que aprendí muchísimo ahí, menos mal.
Cuando terminé mi carrera (que la terminé muy mayor, con 31 años, tengo 38 ahora) ya estaba trabajando en un conservatorio superior y trabajé en otro conservatorio superior más o en dos.

Entre el cielo y el jazz / vagabundear

En los últimos tres o cuatro años de trabajar muchísimo en Barcelona, de vivir muy bien y de estar muy a gusto, pues me aburrí, me aburrí de tocar siempre más o menos con la misma gente y más o menos la misma onda y también me vi con 35 años viendo que los próximos 35, si los vivía, iban a ser más o menos lo mismo, entonces decidí que había que hacer algo.

Víctor Correa  (Foto tomada de su cuenta de Facobook)
Víctor Correa (Foto tomada de su cuenta de Facobook)

Mi mujer y yo pensamos en ir Nepal, hay una escuela de jazz ahí que lleva un tipo de Madrid que conozco entonces era un sitio increíble para ir pero era difícil estar, sacar un permiso de trabajo costaba mucho dinero, los permisos de estancia eran solo de tres meses y yo lo quería era irme de España y no volver en mucho rato, luego le salió a mi mujer la oportunidad de venir a trabajar a la Camerata de Coahuila, a Torreón.
Ella venía con ese trabajo y yo venía sin nada entonces todo el año pasado estuve escribiendo música y colaborando de vez en cuando como trombón clásico (que nunca lo había hecho) en Torreón, no lo debía hacer muy mal porque me invitaron también a Monterrey y a Guadalajara.
Llevamos viviendo en México un año y unos cinco meses, yo creo, de los cuales ha sido más de un año en Torreón y ahora llevamos mes y medio en el DF.
El paso al DF fue un paso lógico, tenía que serlo porque en Torreón no hay nada, absolutamente nada. Mi mujer es una viola increíble, toca muy bien, es muy joven pero ya tocó en todas las orquestas jóvenes de Europa, las buenas, las potentes.

Víctor Correa en Torreón, Coahuila (Foto tomada de su cuenta de Facobook)
Víctor Correa en Torreón, Coahuila (Foto tomada de su cuenta de Facobook)

Apareció lo de Torreón y en un principio todo estaba bien pero la orquesta es pequeñita, el repertorio no es lo más atractivo que hay y es una ciudad en la que culturalmente no pasa nada entonces para ella no era muy atractivo y, obviamente, tampoco para mí, yo me quedé estudiando en mi casa pero sin tocar con nadie, no había con quien tocar. Intenté formar una big band pero la gente tampoco tiene mucho interés, bueno, es cosa de provincias como pasa en todos lados, pasa aquí, pasa en España, pasa en Francia, pasa en todos lados entonces decidimos que había que buscar otro horizonte.
México nos gustaba, estábamos a gusto, se vivía bien, todo estaba bien. Yo fui al DF en marzo de año pasado, creo, a hacer una master class a la UNAM y otra al Sindicato de Músicos y aproveché para hacer algún hueso con alguna gente con la que había hecho contacto en Barcelona y vimos que el futuro estaba ahí porque los músicos buenos de verdad están allí y donde pasan las cosas es allí, es como en España, si no vives en Madrid o en Barcelona te vas a aburrir pero en España las distancias son más cortas, puedes vivir en Valladolid e ir a Madrid dos noches a la semana pero aquí tienes que vivir en el sitio, ir de Torreón al DF, aun en avión, es imposible, aun para venir aquí son cinco horas, ustedes estáis acostumbrados pero, para mí, pensar que cada semana me hago 11 horas de viaje solo para dar clases me parece una aberración, pasa que ahora ya me estoy acostumbrando y ya lo llevo bien pero en cinco horas cruzas España de punta a punta.

Se hace camino al jazzear

He estado intentado que los locales del DF me conozcan y me hagan caso porque por ahora no me dan bola, me invita de vez en cuando alguien a tocar pero por ahora no he podido hacer nada mío, llevo mes y medio.
Ya he tocado con Pedro Cervera, estamos montando un grupo junto con Nicolás Santella, Sabino Paz, Federico Hultz y Jacob (no sé el apellido), un trompetista yanqui que anda por allá.
También he tocado bastante con Sebastián Domínguez que es un chaval que conocí en Barcelona, él estudiaba en un conservatorio y yo daba clases en otro pero al final todos nos juntábamos en algún lado en las jam sessions. Leo Cortés, contrabajista, también estuvo por allá.
Cuando iba a Monterrey a tocar con la orquesta, de repente descubrí una jam session y vi la luz, por fin después de seis, siete meses sin tocar en ningún lado aparece una jam session y hay gente que toca bien: Pablo González, bajista, y Pancho Larrea, el guitarrista. A Pancho, cuando ha ido al DF, le digo oye, ¿tocas en algún lado?, y me dice sí, vente, tráete el trombón. Él me ha presentado mucha gente, me ha ayudado mucho, la verdad es que estoy súper agradecido, gracias a él he conocido a Diego Maroto y a bastante gente. Estuve tocando con él y con un batería brasileño que vive en Nueva York pero vivía aquí que se llama Alex Kautz, y bueno, estoy intentado abrirme camino por ahí porque en realidad es lo que me interesa pero, como todo en la vida, hay que tener paciencia, yo no la tengo pero hay que tenerla.
Mi mujer, por otro lado, está triunfando como la Coca Cola en el mundo del clásico, ya la invitan a varias orquestas y ya está haciendo cosas de cámara, o sea, la cosa va bien, si no me va bien a mí le va bien a ella y cuando no le vaya bien a ella esperemos que me vaya bien.

Por mi CURPa, por mi CURPa, por mi grande CURPa

Después de muchas negociaciones conseguí llegar a que me contrataran aquí, en JazzUV, el contacto fue porque el director anterior es un valenciano que se llama Jordi Albert y me recomendaron que si venía a México me pusiera en contacto con él porque este tipo tenía mano en una escuela de jazz.

Centro de Estudios JazzUV (Foto tomada de la página de Facebook de JazzUV)
Centro de Estudios JazzUV (Foto tomada de la página de Facebook de JazzUV)

Me puse en contacto, les pareció interesante, me llamaron, hicimos unas entrevistas pero por alguna razón burocrática no pudo ser, esto hace dos semestres y este semestre por fin se logró, aún no tengo contrato porque estoy pendiente de papeleos pero es culpa mía, ya ellos tienen todo bien, soy yo el que no ha encontrado la manera de conseguir el CURP y el RFC. Mira que en España hay burocracia, hay cosas que hay que hacer que no son de este mundo pero aquí, con esto del CURP y el RFC (ahora está mi mujer haciéndolo en DF), es una cosa que no se la puede creer nadie que se lo cuento, abren como treinta segundos un portal para que pidas cita y no sé qué; la burocracia en México me está matando.
Tengo un mes y medio aquí, empecé en enero, de hecho esta es mi tercera semana de clases con alumnos. No he tenido oportunidad de conocer el ambiente del jazz en Xalapa pero nadie me lo pone muy bien, obviamente que hay músicos porque está la escuela y seguramente hay muchos músicos pero lo que no hay es locales, no hay sitios donde la gente pague lo suficiente para que te merezca la pena ir, de hecho estoy tratando de montar una jam session los martes, que es el día que duermo aquí, para los alumnos y para hacer algo, estoy en conversaciones con una pizzería por aquí cerca pero no hay manera de llegar al final del asunto pero, sí, yo quiero tocar aquí.
Mejor que estar aburrido a partir de las nueve de la noche los días que estoy aquí, si puedo tocar, yo encantado a parte los alumnos te ven tocar y las cosas que les explicas toman más sentido, en vez de que digan este tipo me explica esto pero nunca le he visto tocar nada. Quizá te han visto en algún vídeo pero es importante que también te vean en directo y se den cuenta de que a veces te equivocas, a veces o muchas veces o todo un rato, que vean la realidad de lo que es la música, de cómo se vive.

PRIMERA PARTE: Pueblos blancos

TERCERA PARTE: Donde haya lumbre y vino tengo mi jazz


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