El joven, pero ya muy experimentado, baterista Gustavo Bureau Guerola es hijo del actual director de la Facultad de Arquitectura, el Doctor en Arquitectura Gustavo Bureau Roquet. Aunque sucumbió ante los encantos de la regla «T», en sus años estudiantiles el arquitecto Bureau fue músico militante de varias agrupaciones, justo en ese punto inició su relato el baterista Bureau.
Intro
El recuerdo más, más lejano que tengo es yendo a uno de los cuartos de la casa donde estaba ensayando mi papá con uno de sus grupos que, haciendo cuentas, yo creo que era Zafra, lo que después fue Combo Ninguno. Ese es el primer recuerdo, yo tenía yo creo que unos seis años sin embargo fue hasta los 11 cuando se me despertó más la curiosidad por la música. Siempre tuvimos un piano vertical en la casa y en el paso de la primaria a la secundaria yo tenía unos amigos que tocaban y ahí fue donde me conecté. Entré a la Secundaria Técnica 3 y recuerdo que cuando salíamos íbamos a la casa de Gerardo Tornero, que estaba frente a la escuela, él tenía una batería gigantesca y ahí nos poníamos a tocar. Me gustó mucho y así empecé. Entre los amigos de la secundaria no faltaba el que tocaba el bajo, la guitarra, el piano y con ellos tuve mi primer grupo. Tocábamos en las semanas del estudiante y en las fiestas de la secundaria que nunca faltaban.
Luego entramos, ya formalmente, a tocar a un bar en Ruiz Cortines, yo tenía 14 años y aun así mis papás me daban la confianza, me decían aguas, hay muchas cosas en la vida nocturna pero pues órale, ve; también estamos hablando de otra época en donde era muy tranquilo el rollo entonces me aventuré.
Me aventé toda la prepa tocando, tuvimos mucho éxito con esa banda, de ese barcito nos fuimos a uno más grande en Palo Verde y nos fue súper bien, tocábamos cuatro días a la semana. Tocábamos covers de rock, principalmente en español y un poco en inglés. En esa época se estilaba que había una banda de fijo en un lugar o, al menos, por temporadas largas y estuvimos ahí un ratote, como tres años.
¿Con quién te vas?, ¿con percusión o con batería?
Esto fue por el 95, para ese entonces yo ya me había metido a la Facultad de Música, la cursaba a la par de la prepa y esto que te comento. En la Facultad conocí a René Pérez Casas, uno de mis primeros maestros, a Chucho Reyes, por supuesto, a Juan Martínez, que en ese entonces era estudiante, a Miguel Cruz, que también era estudiante, y a un montón de percusionistas.
Estuve un tiempo en la Facultad de Música pero luego la dejé porque no me encontré mucho con la marimba y con toda la familia de percusión sinfónica, y también un poco porque en ese entonces la batería no jugaba un papel tan importante dentro de la currícula de la Facultad, ahora sí, incluso hay muchos chicos que ya se están graduando tocando batería, es algo fenomenal, me encanta y espero haber sido un granito de arena para que sucediera eso porque era de los que estaban de tercos que querían batería.
Y tus percusiones / serían las razones / que yo aceptaría…
Tomé un par de talleres de percusión afro que hacían en un restaurante muy bonito que se llamaba El manantial de las flores, estaba en Úrsulo Galván. Ahí conocí a Taumbú, a un percusionista cubano que se llama Mario Jáuregui y a muchos. En esos talleres hice mis pininos en lo afro pero aunque me encanta el tambor de mano, no me fui sobre esa línea.
Después entré al Ensamble de Percusiones de Xalapa y fue una experiencia muy importante, estuve ahí cuatro años tocando marimba con repertorio chiapaneco y oaxaqueño, música africana con el djembé y música cubana. Con ese ensamble tuve la oportunidad de ir a Europa en el 2004, fue una experiencia padrísima, fuimos a Burdeos, a Paris y a Ámsterdam, estuvimos un mes de gira. El haber estado en el Ensamble de Percusiones también fue un gran aprendizaje, fue mi reconciliación con todas las otras percusiones porque ya no fue la cuestión de estar como estudiante sino ya como ejecutante, con una dinámica muy diferente. Como el Ensamble pertenece a la Secretaría de Educación conocí un montón de lugares de todo el Estado de Veracruz y de México, se hacían conciertos didácticos y dos o tres veces a la semana nos comisionaban para ir a escuelas secundarias, primarias, kínder; fue una experiencia muy gratificante ir a comunidades metidas en una sierra porque la gente es muy agradecida cuando tú le llevas música o teatro o manifestaciones artísticas, te reciben muy bien. Es otro lado de la música muy bonito pero tuve que dejarlo porque yo seguía terco con la batería y de repente no me daba tiempo de estar en tantos proyectos, me cuesta trabajo decir no, creo que ya he aprendido pero en esa época decía sí a todo y me veía con el agua en el cuello haciendo un montón de cosas que no dejaba lana pero sí mucha satisfacción [risas].
Jazz Fest
Poquito después de que salimos de la prepa recibí una noticia fantástica: que venían a dar un curso de jazz de Berklee, fue el primero de los Jazz Fest que realizó Javier Flores Mávil, fue súper padre porque se platicaba mucho de Berklee y que lo trajeran acá era genial. De los 10 cursos que hubo tomé la mayoría, yo creo que como ocho.
Ahí conocí un montón de músicos xalapeños que ya tenían mucha trayectoria como Adolfo Álvarez, Lucio Sánchez, Ángel Luis Guerrero, Memo Cuevas, Iván Martínez, que fue otro de mis grandes maestros. Javier Cabrera fue uno de mis primeros maestros, iba a su casa y me daba me daba lecciones de conga y me pedía que yo las adaptara a la batería, eso me gustó mucho, se me quedó muy marcado.
Dos rebanadas de pastel
Ángel Luis e Iván Martínez estaban en un grupo de música versátil que se llamaba Dos más Uno y tocaban padrísimo, me gustó mucho y me llamó mucho la atención que los grupos de música versátil te exigían más porque tenías que abordar más géneros y tocar muchos estilos entonces, por la cuestión de mejorar, de crecer, me salí de mi grupo de rock y me metí a tocar con Super Special, con Hugo Pérez que tenía su estudio por Tránsito [del Estado], fue una experiencia muy padre porque, como te comento, teníamos que sacar un gran repertorio y había un pequeño set de jazz, un poquito de big band. En el ambiente de la música versátil conocí a Hugo Artigas, a Rafa Peñalver, a muchos músicos. Después entré al grupo Pulsar que tenía el doctor Tejeda. Estuve alrededor de tres años entre esos dos grupos. A la par de eso se seguían haciendo los Seminarios de Javier y yo me iba empapando cada vez más del jazz, me gustaba mucho.
Lo que no Fermatta engorda
Cuando dejé la Facultad supe de la escuela Fermatta que está en el Distrito Federal y me fui, ahí conocí a otra gran figura, Gabriel Puentes. Él me dijo algo bien interesante:
-Yo veo que tú estudias y que te interesa de verdad, entonces salte de la escuela. Si no estudias, salte, y si estudias, salte
Me agradó su consejo, yo no me encontraba mucho en la escuela, veía que no era exactamente lo que iba buscando, estaba gastando mucho y me regresé a Xalapa y volví a la Facultad de Música, a mi segundo intento. Hice otros dos años hasta que vino algo muy padre en mi vida, algo muy importante que fue la llegada de mis dos hijos, yo ya tenía 23 años y tú sabes que eso mueve bastante.
SEGUNDA PARTE: De las semijazz a las estrejazz
TERCERA PARTE: Percusiones y repercusiones
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