Por Bernardo Gutiérrez Parra

Seguramente todo adulto escuchó esta frase en algún punto de su niñez o adolescencia: “No sales de casa hasta que levantes tu tiradero” y el chamaco sabía que o hacía lo que le ordenaban o no iría al cine, al parque o al antro, según fuera el caso.

Esto viene muy a cuento porque de unos días a la fecha se ha soltado el run-run sobre la inminente renuncia de Javier Duarte de quien se dice que ya compró residencia en España. “Ya está sacando sus cosas de Casa Veracruz de donde se está llevando hasta los cortineros; sus hijos y su esposa ya viven en España; sólo es cuestión de horas para que presente su dimisión y se largue; va a vivir en Barcelona cerca de su jefe y protector” y un sinfín de comentarios por el estilo.

Decían nuestras abuelas que cuando el río suena es que agua lleva y algo debe ser cierto sobre la probable dimisión del gobernante más despreciado de Veracruz, donde hasta los boleros del parque Juárez la dan por hecho.

El periodista Edgar Hernández dice en su columna del jueves anterior: “La reprobación generalizada a su gestión, los pasivos sangrientos y financieros en los que ha metido a Veracruz y su pésima imagen a nivel nacional e internacional, han provocado que el gobernador Javier Duarte quede prendido a una alcayata ardiendo (…) Sin datos más allá de los que proporcionan acreditados periodistas tras una serie de hechos sangrientos que tienen de luto a Veracruz, aunada la señalada ausencia del gobernador Javier Duarte de sus oficinas, hacen previsible que en cualquier momento se clarifique su permanencia o se registre una inédita solicitud de licencia a su responsabilidad”.

Pero ¿se va a ir sin levantar su tiradero? ¿Sin devolver el dinero que tomó de la alcancía familiar? ¿Sin recoger los destrozos que ocasionó a su paso? Es decir, ¿se va a largar sin rendir cuentas sobre la enorme deuda, sin responder por cientos de muertes, levantones, secuestros y desapariciones?

¿Se va a ir así nomás como así, ninguneado y despreciado pero forrado de dinero mal habido?

No señor.

Ya va siendo tiempo que tanto el PRI como el presidente de la República les paren el alto a los gobernantes acusados de despojo, enriquecimiento ilícito, fraude, corrupción, desviación de recursos, asesinatos, secuestros y desapariciones.

No se vale que agarren sus chivas y sin más se larguen al destierro dorado que les proporciona el mismo Sistema.

Si comparamos a Duarte de Ochoa con el peor gobernador de otro estado Javier se lo lleva de calle. El columnista de El Financiero Salvador Camarena se pregunta: “¿Qué le debía Calderón a Duarte que nunca lo tocó? ¿Qué le debe Peña Nieto que lo consciente? ¿Le debían impunidad? Buenos pagadores han resultado esos presidentes”.

¿Por qué se le protege y se le solapa tanto?

Sí, ya va siendo hora que el PRI y el Presidente dejen de tenderle su manto protector y obliguen a Duarte a enfrentar las demandas penales que hay en su contra.

De no hacerlo, los veracruzanos votarán en bola por otro sujeto acusado de corrupto, pero que les está prometiendo meterlo a la cárcel junto con su antecesor.

Si a Enrique Peña Nieto y al PRI les sigue valiendo corneta lo que suceda con los veracruzanos, que no se lamenten si el domingo 5 de junio se van a acostar con la noticia de que perdieron el bastión de Veracruz y que a partir del 1 de diciembre lo gobernará el PAN.

bernardogup@nullhotmail.com