Por Bernardo Gutiérrez Parra

Cuando un gobernador pierde credibilidad, cuando es rechazado por sus gobernados, cuando se convierte en la burla de todo mundo, cuando ya no tiene autoridad, lo mejor, lo menos degradante es que tire el arpa y renuncie.

Ayer por la mañana el payaso Brozo dedicó varios minutos de su programa a tundir a Javier Duarte: Inepto, incompetente, corrupto, fueron algunos de los adjetivos que le endilgó al gobernante veracruzano.

Por la tarde José Cárdenas dio a conocer que el perredista Jesús Zambrano, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, demandó que «se active» el juicio político que está pendiente contra el gobernador de Veracruz. “El legislador -dijo Pepe- manifestó que existe evidencia de la colusión entre las autoridades estatales y el crimen organizado, en el caso de la desaparición de cinco jóvenes en Tierra Blanca”.

Nunca que se sepa, un gobernante veracruzano había tenido un cierre de sexenio tan violento, tan abundante en acusaciones y señalamientos; tan cuantioso en puntos negativos como Javier Duarte.

Nadie concibe tanta incompetencia para hacer frente a la ola de secuestros y asesinatos que ya rebasó a su gobierno. A nadie le entra en la cabeza que siga sosteniendo como garante de la seguridad de los veracruzanos a un sujeto como Arturo Bermúdez Zurita, que es señalado a gritos como responsable de varias desapariciones forzadas.

Basta mirar hacia atrás para darnos cuenta que nunca en la historia de la entidad la vida de un periodista había valido poco menos que nada, y que después de muerto todavía se le embarra de mierda.

Y es que eso es lo que se pretende hacer con la periodista Anabel Flores Salazar, al filtrar la especie de que su ejecución pudo deberse a que andaba en malos pasos y se le investigaba desde el 2014.

Deslizar un comentario de esa naturaleza, no es más que una muestra de la incompetencia de las autoridades que se están pasando por el forro la presunción de inocencia de una mujer que ya no vive para defenderse, porque fue secuestrada este lunes y ayer martes amaneció tirada al pie de una carretera, esposada de las manos y con una bolsa de plástico en la cabeza.

Filtrar un comentario así es algo muy bajo y ruin.

A la hora de escribir estas líneas, no había ninguna postura del gobernador sobre el asesinato de la periodista.

Pero ¿qué va a decir? ¿Que se buscará a los culpables hasta dar con ellos? ¿Que se les aplicará todo el peso de la Ley? ¿Que en Veracruz no hay cabida para la impunidad?

Faltan nueve meses para el final de este sexenio y serán nueve meses eternos, llenos de zozobra e incertidumbre. Y es que en Veracruz todos tenemos miedo.

Me pregunto si al ver el desolador panorama que ha dejado su gobierno Javier Duarte no estará pensando en renunciar.

Su imagen se ha deteriorado de manera irreversible y se ha convertido en un dolor de cabeza para su partido y para el gobierno federal.

Cientos de secuestros, desapariciones forzadas, asesinatos y casi una veintena de periodistas muertos, son muchos para cinco años y tres meses de un gobierno y un gobernador que nos prometió seguridad.

Si Javier Duarte presenta su renuncia y se va quizá no estemos mejor, pero se despresurizaría la olla y los veracruzanos sentiremos que dejamos de cargar un gran peso sobre nuestras espaldas. El peso del miedo.

bernardogup@nullhotmail.com