En prácticamente todas las sucesiones estatales anteriores, al menos hasta la del ex gobernador Miguel Alemán Velasco, en 1998, el candidato del PRI a la gubernatura era quien remolcaba electoralmente a los abanderados priistas al Congreso local.

Y es que tanto en 2004 como en 2010, Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa tuvieron que batallar no tanto con los candidatos a diputados de su partido sino con los nominados a las 212 alcaldías de la entidad.

Por ello, la primera reforma electoral que promovió Duarte de Ochoa inmediatamente después de que asumió la gubernatura fue separar la elección de ayuntamientos de la del titular del Poder Ejecutivo del estado, ampliando el periodo administrativo municipal de tres a cuatro años. De ahí que los próximos ediles serán electos hasta 2017.

Sin embargo, la selección de los candidatos a la LXIV Legislatura local parece que se le está complicando al PRI por las cuotas que estaría reclamando el grupo en el poder, pues para nadie es un secreto que hay varios funcionarios salientes a los que les urge blindarse con el fuero legislativo, lo que estaría generando un conflicto de interés con el candidato a gobernador, su equipo y aliados que se resisten a cargar el lastre que les representaría nominar a los peores miembros del cuestionado gabinete estatal.

Por eso se presume que no fue una ocurrencia que en su discurso de toma de protesta como presidente del CDE del PRI, Amadeo Flores Espinosa se comprometiera ante los consejeros del tricolor a dirigir “un PRI con la cara y las manos limpias”, “sin sombras ni dudas que abriguen la desconfianza” y “un PRI que use la verdad como bandera.”

El nuevo dirigente priista anticipó que “el PRI de Veracruz habrá de incorporar lo mejor de nuestra gente; a veracruzanos de todas las regiones, de todas las edades, a quienes son verdaderos líderes sociales, a quienes estudian y proponen solución a sus problemas.”

“Nuestro partido –dijo– será fortalecido sobre la base de veracruzanos que desean el bienestar que genere progreso, igualdad y justicia. Este PRI impulsará desde hoy una revolución de conciencias y voluntades. No habrá discursos con promesas que no se cumplan, sólo habrá el compromiso diario de trabajar sin descanso por rescatar y construir el Veracruz que dejaremos a la próxima generación.”

Tampoco pareció fortuito que el nuevo dirigente priista expresara que “creemos en la unidad que resulta de la convicción y no de la condición”, y expusiera que “quien se suma a la unidad anteponiendo sus condiciones no está pensando en Veracruz sino en su propio proyecto”, anticipando que “por ello, vamos a construir la unidad del partido en la diversidad y no en la conveniencia.”

Y como para que no quedara duda de la nueva línea política que el PRI busca instrumentar en la entidad, Amadeo expresó a sus correligionarios que “nosotros tenemos muchas posibilidades de éxito porque no estamos formados por tribus que se confrontan en el radicalismo de posiciones o caprichos polarizados”.

“Estamos y hemos permanecido en el partido quienes sabemos de lealtad y disciplina. Ustedes y yo somos políticos profesionales. Hemos tenido aspiraciones personales y las seguimos teniendo porque está en nuestra naturaleza y formación, pero jamás hemos condicionado nuestra permanencia en el partido o hemos migrado, cuando las circunstancias no nos han sido favorables. Se fueron los que se empeñaron de manera absurda en fincar su éxito personal en la regalía fácil y caprichosa de lograr posiciones a como dé lugar y, muchas veces, a costa de dividir al partido”, afirmó Flores Espinosa, quien recordó a sus correligionarios que “hoy nos encontramos ante un momento histórico para el estado”, en el que “las condiciones sociales y económicas nos exigen recomponer el camino y garantizar mejores condiciones de vida a los veracruzanos”.

Pero la gran interrogante es con quiénes van a recuperar la confianza y credibilidad de la hastiada y escéptica ciudadanía veracruzana. ¿Se valdrán de las reformas aprobadas en marzo de 2013 por la 21 Asamblea Nacional, las cuales flexibilizaron las reglas internas para que el PRI postule como candidatos a ciudadanos que no militen en sus filas, para que ex militantes regresen al priismo o para afiliar a ex miembros de otras fuerzas políticas? Es posible. Ahí está el caso de la recién ratificada secretaria general del CDE, Regina Vázquez Saut, cuya primera designación al lado de Alberto Silva Ramos, en octubre del año pasado, generó malestar entre las mujeres priistas por sus antecedentes como militante del PAN.

Pero recuérdese que el presidente Peña Nieto fue el primero en aplaudir la aprobación de estas reformas. “Nos posicionamos como un partido cercano a la sociedad que reconoce a los nuevos liderazgos ciudadanos e incorpora y postula a cargos de elección a quien, más allá de la militancia, cuenta con la capacidad y confianza para poder servir al país”, les dijo esa vez el jefe del Ejecutivo federal a sus correligionarios, a los cuales remarcó que “nuestro partido se moderniza para ser más competitivo y ganar la confianza ciudadana”.

Ya veremos si lo secundan en Veracruz o se impone la “tribu” duartista que está por dejar el poder.