Veracruz es uno de los nueve estados del país que siempre han sido gobernados por el PRI y es uno de los que más cerca se encuentran de vivir la alternancia política si, como todo mundo percibe, la alianza PAN-PRD (que este domingo se registra ante el órgano electoral local) logra condensar en su discurso la enorme inconformidad de la población ante los graves problemas de inseguridad, corrupción e impunidad que se han radicalizado en los últimos 10 años.

Cerca de 36 millones de mexicanos no han tenido la oportunidad de calibrar de qué manera podrían beneficiarle o afectarle gobiernos estatales en manos de otro partido político, porque desde 1929 han sido detentados por el Partido Revolucionario Institucional. Tales estados son Campeche, Coahuila, Colima, Durango, Hidalgo, Estado de México, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz.

Aunque en los comicios intermedios de 2015, cuando se renovó la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, la alianza de la derecha con la izquierda fue dinamitada por los dirigentes de esta última, gracias a negociaciones que les permitieron recibir pingües cantidades del Gobierno del Estado, para la elección de Gobernador y Diputados Locales todo parece indicar que no hay posibilidades de echarla para atrás, pese a algunas maniobras legales en el seno del Tribunal Electoral, que estaría interponiendo algunos recursos por supuestas faltas a la verdad por parte del PAN.

Esta alianza PAN-PRD, construida en torno a la figura del diputado federal Miguel Ángel Yunes Linares, quien ya fue candidato a Gobernador en la pasada contienda, es la que mejores oportunidades tiene de derrotar a un PRI dividido y confrontado, cuyo candidato deberá luchar contra la opinión de que dará continuidad a las prácticas de corrupción, imposición e impunidad que los veracruzanos identifican con los dos últimos gobiernos, encabezados por Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa.

A la alianza, denominada inteligentemente “Unidos para rescatar Veracruz”, le puede ser relativamente fácil encaminar el enojo de los veracruzanos, afectados por la inseguridad, la carencia de obras, el recorte silencioso de los presupuestos de todas las dependencias estatales, la cancelación de programas sociales, la afectación de miles de burócratas que han visto recortados sus salarios o han sido despedidos, la dilación grosera en el pago a pensionados y jubilados, el criminal bloqueo en el flujo de recursos a la Universidad Veracruzana y el recorte aprobado a su presupuesto por parte de un Congreso servil.

Son muchas las causas que pudieran esgrimir los votantes a la hora de decidir sus sufragios el próximo domingo 5 de junio a favor de esta alianza, que cuenta con las mayores posibilidades de lograr el triunfo y hacer a un lado al PRI. Mucho deberá trabajar Héctor Yunes Landa, el abanderado priista, para convencer a la mayoría de los votantes de que aun siendo del PRI puede mejorar las cosas en la administración pública.

Desgraciadamente, no es solo la actuación pública de los priistas en el poder la que pondrá las cosas muy difíciles al PRI y su candidato.

Según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), tanto en materia de pobreza como de delitos, los nueve estados gobernador ad perpetuam por el PRI son los que ofrecen los peores escenarios, particularmente de 2008 a la fecha.

Mientras que en 2008, el 50.7 por ciento de los veracruzanos se encontraban en pobreza, cuando la media nacional era de 44.2 por ciento, dos años después (en 2010) se había alcanzado el 57.6 por ciento y, aunque en 2012, el índice bajó a 52.6, para 2014 este indicador marcaba que el 58 por ciento (casi dos tercios) de la población se encontraba en condiciones de pobreza y pobreza extrema, mientras el índice nacional se había colocado en 46.2 por ciento, casi 12 puntos debajo de lo que ocurría en Veracruz.

De hecho, nuestra entidad es la que más profundamente ha hecho caer a su población a la condición de pobreza, seguido de los estados de Hidalgo (54.3 por ciento, aunque con una baja de casi 2 por ciento respecto a 2008) y de México (49.6 por ciento, un índice que significa un crecimiento de la población en pobreza de casi 6 por ciento respecto a 2008). Veracruz, en el mismo periodo, observó un crecimiento en el número de podres de casi 8 por ciento.

En cuanto a la violencia, Veracruz vivió en el periodo de 2008 a 2015 un incremento del 270 por ciento en el número de homicidios, al pasar de 1 mil 316 a 4 mil 870. Ya hemos visto que durante los primeros cinco años de la actual administración se han denunciado 501 secuestros y que, si bien de 2014 (año en que se vivió la peor ola en la comisión del delito, con 144 casos) a 2015 (en que se denunciaron 97 casos) se registra una baja de más del 32 por ciento, lo cierto es que de todas maneras la última cifra significa un aumento de 50 por ciento respecto a 2011.

Todos estos datos, más los que se perciben cotidianamente, que han impedido avanzar en el desarrollo del estado, que han permitido la destrucción paulatina de todas las carreteras de la entidad y mantienen en una cota de entre 0 y 1 por ciento el crecimiento económico, pueden ser herramientas valiosas para incentivar el voto útil para la alianza PAN-PRD.

Sin embargo, la alianza deberá bregar en contra de partidos de izquierda, en particular Morena, que la considera una alianza contra natura, que buscará atraer el voto del ciudadano identificado con la izquierda para el que la opción que le ofrecerá el PRD no llena precisamente sus expectativas. Ya ha dicho Andrés Manuel López Obrador que el candidato a Gobernador de su partido será Cuitláhuac García Jiménez, quien en la elección federal pasada dio el timbrazo al ganar con mucho el distrito de Xalapa.

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