Por Bernardo Gutiérrez Parra
Uno se da cuenta que hay invitados no deseados en una fiesta cuando los ve apocados, retraídos, callados, con una mano aferrando la muñeca de la otra, sonriendo apenas, tratando penosamente de incorporarse al relajo y estorbando en cualquier parte.
Así estaban ayer Erick Lagos, Jorge Carvallo y Adolfo Mota en el atestado auditorio Jesús Reyes Heroles del PRI estatal.
Mientras todo mundo se afanaba por salir en la foto junto al ungido precandidato Héctor Yunes, los tres diputados federales estaban como estarían tres niños jodidos en una fiesta de niños popis, o tres nenes ricos en un reventón de vecindad. Ni más ni menos.
Tan indeseados eran que se les veía incómodos y fuera de lugar en el estrado. De vez en cuando Carvallo sonreía medio socarrón y levantaba la diestra para saludar al graderío, pero todo era la pura finta porque nadie le contestó el saludo.
El envaselinado Erick Lagos no sabía qué hacer con sus manos y Adolfo Mota sonreía enigmático, pero la mayor parte del evento estuvo pensativo. Como decían las abuelas; tenía el cuerpo presente y la mente ausente.
-Están aquí para mostrar la unidad del partido y su respaldo al senador Yunes Landa; no olvides que los tres aspiraron en su momento a la precandidatura del PRI-, me dijo un connotado miembro del tricolor.
-¿A poco Héctor los habría extrañado si no vienen?- le reviré.
-Pues no, pienso que no…
Pero ahí estaban los tres con sus trajes cortados a la medida, impecables. Lejos de aquellos que alguna vez mercaron en Milano cuando había penurias y estrecheces.
Cuando comenzaron las pedradas del precandidato aguantaron vara como si no fueran dirigidas a ellos: “Estoy listo y estoy limpio, no tengo en el pasado hechos que me avergüencen ni víctimas que me señalen, ni riquezas que empañen mi nombre que voy a heredar a mis hijos. Soy un veracruzano leal”, dijo Héctor y los tres se unieron a los aplausos.
Pero sin duda lo que los acalambró fue cuando agregó: “Vamos a hacer justicia, vamos a limpiar la casa”.
Una de las pedradas fue teledirigida a humanidad de quien gobierna Veracruz: “No voltearé la mirada al dolor de las personas”, aseguró Yunes Landa en clara alusión a la grosería que sufrió la señora Araceli Salcedo a la que le secuestraron a su hija.
Tras el discurso vinieron los saludos y felicitaciones, momento que Erick, Jorge y Adolfo, aprovecharon para estrechar la mano del precandidato que les sonrió y se siguió de largo.
Ahora viene la segunda parte.
Una vez que los delegados oficialicen la candidatura vendrá la campaña en la que sin duda se aparecerán por ahí como invitados incómodos y molestos. Quizá cada uno suelte un choro en su distrito que agradecerá de manera institucional el candidato.
Luego vendrán las elecciones, el conteo de votos, el resultado final y la constancia de mayoría.
Si esa constancia la recibe Héctor Yunes y es gobernador a partir del próximo 1 de diciembre ¡aguas! porque los tres están en capilla.
Y no sólo porque pertenecen al equipo que hizo hasta lo imposible porque un Yunes no fuera candidato del PRI, sino porque como funcionarios estatales dejaron muchas cuentas pendientes y las cuentas hay que pagarlas.
Mal hará Héctor en dejarse llevar por el odio porque el odio carcome a quien lo padece, pero hará muy mal si pretende olvidar los agravios de este trío… y de otros más.