No parece que el periodismo veracruzano pueda en el corto plazo congeniar con la mesura y la imparcialidad. Como en todos los aspectos de la vida, el periodismo del jarocho, el de análisis, se regodea en las cálidas aguas de la pasión política, y la aprobación por parte del PRD nacional de su alianza con el PAN en Veracruz para la elección de Gobernador ha puesto a todos con la piel chinita, el discurso fatalista y la denostación o el elogio desmedidos. Los veracruzanos somos así, aunque es una monserga descubrir más adhesiones o repudios que opiniones.
Que el berrinche hecho por Agustín Basave, presidente nacional del PRD, para que le aprobaran la alianza con el PAN en Oaxaca y Veracruz, tuvo el efecto que buscaba aún si fue en la madrugada del martes en la Ciudad de México, es algo que alegrará sin duda la contienda electoral del próximo 5 de junio. No acudirá a la cita con las urnas un PRI armado hasta los dientes para darle en la madre al PAN y al PRD separados, sino vigilado y balanceado por una alianza de los dos partidos opositores que se han propuesto inaugurar la alternancia política en el corral veracruzano.
¿Podrán lograrlo? Eso es algo que deberá verse en el transcurso de los días. Ni el PRI ganará pese a su sobrada petulancia, ni la alianza de la izquierda con la derecha tiene el futuro comprado, así salgan muchas voces a invocar el hartazgo de la población por los últimos dos gobernadores del PRI como una segura avalancha de votos a favor de una opción que, por cierto, tiene ancladas sus raíces en el PRI más autoritario y antidemocrático, pese a que ahora sea retomado por los eternos enemigos del priismo.
En mi anterior Hora Libre aventuré la hipótesis de que, en caso de que no se diera la alianza que postularía a Miguel Ángel Yunes Linares como el candidato del PAN y el PRD, la opción priista habría podido decantarse por Alberto Silva Ramos, a petición de Javier Duarte de Ochoa, pero que la opción contraria, la que la madrugada del martes se consolidó, obligará a lanzar al ruedo al senador Héctor Yunes Landa, apoyado por su colega José Yunes Zorrilla y, en operación sálvese quien pueda, por toda la Fidelidad completita, desde Fidel y Duarte hasta los cachorros fieles, porque un posible triunfo de Miguel Ángel casi seguramente los sacaría de la comodidad de sus curules y oficinas para arrojarlos a los fríos escenarios de los tribunales.
Y es que no solo se ha jugado a malograr la alianza (que todavía puede que tropiece por minucias legaloides que pueden invocar los priistas a través de sus agentes en el interior del PAN y del PRD), sino también a atomizar el voto mediante el fortalecimiento de las candidaturas independientes, ninguna de las cuales tiene la mínima posibilidad de triunfo pero sí de hacer desperdiciar cientos y acaso miles de votos que podrían derivarse a las cuatro opciones partidistas y aliancistas que tendrán las boletas electorales el 5 de junio.
En efecto, Gerardo Buganza Salmerón y Juan Bueno Torio, en caso de lograr su registro, atraerán el voto tanto de quienes desde el PAN abominan de la alianza con el PRD como de aquellos que hace tiempo ven en Miguel Ángel Yunes Linares un riesgo insalvable de arrebatarles su partido, mientras que el otro candidato independiente, Elías Manuel Moreno Brizuela, podría atraer, si bien no en mucha cantidad, los votos de perredistas que tienen fresca en la memoria los actos autoritarios y represivos que Yunes Linares ordenó desde la Secretaría General de Gobierno durante el gobierno de Patricio Chirinos. Y digo que no en mucha cantidad, porque el voto de la izquierda desde el PRD más bien se orientará al Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Los posibles escenarios
No queda duda de que las candidaturas al gobierno de Veracruz el 5 de junio (salvo cambios de último momento) podrían ser los siguientes:
- Miguel Ángel Yunes Linares, postulado por el PAN y el PRD.
- Héctor Yunes Landa, postulado por el PRI, en alianza con el PVEM, Nueva Alianza (Panal) y Encuentro Social (PES), además de los partidos estatales Alternativa Veracruzana (AVE) y Cardenista (PC).
- Armando Méndez de la Luz, postulado por Movimiento Ciudadano; posiblemente con el apoyo del Partido del Trabajo (PT), y
- Cuitláhuac García Jiménez, postulado por Movimiento Regeneración Nacional (Morena)
Si consideramos, como mero ejercicio, los resultados en los comicios de 2015 para la renovación de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, ya podemos adelantar una carrera parejera entre los Yunes. A diferencia de los comicios anteriores en que ha habido un pastel dividido en tres partes, es posible que no le alcance a Cuitláhuac García, de Morena, alcanzar a los más adelantados Héctor y Miguel Ángel, aunque todo puede suceder, sobre todo a la luz de su triunfo en el distrito de Xalapa donde ni los periodistas lo conocíamos
Este mismo martes, el profesor universitario y representante de Xalapa en el Palacio Legislatuvo de San Lázaro lanzó su catilinaria contra la alianza PAN-PRD que, dijo, será benéfica para Morena, pues se va a dar una desbandada de militantes del PRD, ante la confirmación que son lo mismo. Añadió que la potencial candidatura de Miguel Ángel Yunes Linares será una de las principales causas, ya que él fue el principal represor, en la administración de Patricio Chirinos, de líderes del PRD, campesinos y ciudadanos: “hasta disfrutaba en reprimirlos”.
Si siguiéramos estos resultados como una forma de experimentar lo que podría ocurrir en 2016, de entrada salta a la vista que los dos principales partidos políticos en Veracruz, el PRI y el PAN, prácticamente se quedan con el 50 por ciento del total de los votos emitidos, lo que en la selección de diputados federales no le valió mucho al PAN, que apenas obtuvo dos diputaciones, mientras que Morena, con el 12.2 por ciento obtuvo la misma cantidad de representantes populares.
Si consideramos los resultados de PAN y PRD, podríamos estar frente a una cosecha de más de 820 mil votos, que representaría el 32.3 por ciento de la votación.
Sin sumar el aporte de los partidos estatales, y AVE cuenta con presencia en dos distritos locales electorales (Misantla y Martínez de la Torre), el PRI, junto con el Verde Ecologista (PVEM), Nueva Alianza (Panal) y Encuentro Social (PES), obtendría arriba del millón de votos, que representaría el 40.4 por ciento.
El Movimiento Ciudadano, en caso de contar con el respaldo del PT, obtendría más de 177 mil votos, que apenas les significaría el 6.9 por ciento de la votación.
Y, por último, Morena iría sola a la contienda y obtendría más de 310 mil votos, más del 12 por ciento del total de la votación.
Por supuesto, estoy extrapolando. Nunca será igual una votación federal, intermedia además, como la de 2015, con una local en que estará en juego tanto la gubernatura como el Congreso local, ambos para un periodo de dos años.
Es evidente que crecerá la participación en el pastel de votos de los aliancistas PAN-PRD, cuya sola presencia conjunta permitirá a muchos veracruzanos considerar que no tirarán su voto por una opción perdedora sino, por el contrario, por una con posibilidades enormes para triunfar y permitir una nueva forma de gobernar que pueda romper con los círculos viciosos de la corrupción y la impunidad.
Pero también, que el PRI, con la suma de todos sus aliados, tendrá casi su última oportunidad de mantenerse en el poder, y que en esa tarea no estará solo, sino que tendrá el soterrado apoyo financiero, político y mediático del gobierno estatal, sino la posibilidad de que el gobierno federal priista se haga presente con inversiones que escondan bajo la alfombra la inexistente obra pública del gobierno duartista.
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