“Cuando la gaviota visita al labrador, mal le va al pescador”. Este simple refrán de navegantes catalanes puede describir el adelantado (aunque soterrado) destape del senador Héctor Yunes Landa como candidato priista a la minigubernatura de Veracruz, en un ágape ofrecido este domingo por su amigo, el dirigente de la CNC jarocha, Juan Carlos Molina, arropado por el líder ‘moral’ del magisterio federal, el diputado Juan Nicolás Callejas Arroyo.

Muy lejos ha estado el senador en las últimas semanas de su incendiario discurso. Aunque faltan unos días para que el PRI emita su convocatoria y se registren quienes quieran sacarse la rifa del tigre (se señala como posibles fechas el 12 o 13 de enero), hace ya tiempo que Yunes Landa ha caído en la cuenta de que su nominación pasa por enjugarse en los charcos de la Fidelidad.

A diferencia de su colega, el senador José Yunes Zorrilla, quien ha preferido evitar afrentas y opacar a su aliado, Héctor Yunes (el mismo que recibió una caña de pescar de manos del gobernador Javier Duarte de Ochoa con el mensaje de pescar los peces gordos de la oposición, durante la asunción de quien este domingo le ha brindado la catapulta) parece haber logrado la candidatura con el apoyo de Fidel Herrera Beltrán, de quien había despotricado.

Una publicación del periódico Notiver revela una supuesta conversación del Cónsul de México en Barcelona, donde este señala que fue convocado por el presidente Enrique Peña Nieto para operar la sucesión en Veracruz. De ser ciertas las revelaciones, la candidatura priista se la deberá el senador de Soledad de Doblado al líder de la Fidelidad, quien ha hecho a un lado a su sucesor, Javier Duarte de Ochoa, pues se les estaba haciendo bolas el engrudo.

Por eso, en las últimas reuniones convocadas por Duarte, Héctor Yunes Landa habría asistido, si bien mostrando un rostro adusto y alejado de la jocosidad del anfitrión, como una estrategia para lograr que los demás postulantes (gente muy cercana a Fidel y a Javier Duarte) le brinden todo el apoyo a la hora de enfrentar la madre de todas las batallas electorales del PRI en Veracruz el 5 de junio próximo.

La reunión que este domingo reunió en Medellín de Bravo a políticos identificados con varias corrientes partidistas para, supuestamente, solo conmemorar un aniversario más del rancho Rosa de Alba, del carismático dirigente campesino, no tuvo un mero carácter onomástico.

Para valorar la trascendencia de la reunión habrá que señalar que el convocante, Juan Carlos Molina, es el único dirigente sectorial del PRI con la fuerza suficiente para hacer inclinar la balanza.

En apenas unos meses no solo ha revivido al falleciente sector campesino, sino que ha logrado movilizar a sus agremiados con propuestas y proyectos enfocados en dinamizar la producción en el campo, y ya se maneja como el más fuerte contendiente para una de las Senadurías de Veracruz en 2018, con una capacidad de convocatoria que no poseen juntos los líderes de los demás sectores priistas, atolondrados por su domesticación ante el gobernador Duarte, pese a que la dirigente del sector popular, la guapa Érika Ayala, se puede adelantar al cuenqueño por ser justamente la suplente de Héctor Yunes Landa, quien pediría licencia para ver si logra ganar los próximos comicios.

Una mutua complicidad ‘obligada’

Que al ágape hayan acudido personajes tan identificados tanto con el gobernador Javier Duarte como con el exgobernador Fidel Herrera, es muestra de que el arroz ya se coció.

Al mismo tiempo, esta mutua complicidad adelanta lo que será no solo el tono discursivo de Héctor Yunes en los días previos a su nominación, así como la forma en que se comportará durante la campaña electoral; lo más importante, en caso de ganar la contienda, es que no llamará a cuentas (como lo había propalado como parte de su estrategia) a quienes han hundido al estado de Veracruz en una práctica quiebra financiera.

De poco le servirá la caña de pescar. Por supuesto que no la emprenderá contra quienes señaló Duarte (los ‘peces gordos’ que habitan en el estero de Boca del Río, los Yunes azules), pero mucho menos contra los funcionarios deshonestos que han tenido cabida en las últimas dos administraciones estatales, a quienes prefiere como aliados. A estos, si acaso, evitará invitarlos a su gabinete si es que gana la elección, pero muy difícilmente llamará a tribunales, por más pruebas que recoja para señalarlos como corruptos.

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Fidel Herrera y el Güero Galindo, en una foto hecha circular por el mismísimo Fidel.

De hecho, durante su intervención ante los comensales, Yunes Landa fue tan tibio como se lo pidió Duarte aquel día del berrinche en la toma de protesta del dirigente estatal de la CNC en Boca del Río: “Nosotros somos respetuosos, lo hemos sido. Nosotros incluso podemos discrepar aquí y nos ponemos de acuerdo pero a veces, incluso, somos más respetuosos con los de enfrente que con nosotros mismos”.

Cero actitudes irrespetuosas contra los de dentro, cero controversias –que cualquiera podría más bien denominar actos de justicia– con quienes han saqueado las arcas estatales, cuya sola invocación está poniendo en grave riesgo el triunfo priista. Contra los de fuera, sí, aunque sean paisanos, aunque sean de la familia, porque así lo han ordenado Duarte y Fidel.

Yunes Landa, por eso, dijo ante sus amigos: “hay que estar atentos de esos falsos profetas del odio y del rencor; esos que cuando tuvieron su oportunidad no pudieron con el paquete y ahora nos vienen a ofrecer la solución de todos los problemas”.

Así las cosas con el pescador pescado, quien ha podido ya, antes de campaña, disponer de un helicóptero (el famoso helicóptero rojo) prestado por un ‘empresario mediático’ hace tiempo metido a constructor preferido de la Fidelidad, José Luis ‘El Güero’ Galindo Sosa, con quien por cierto la exvocera de Javier Duarte, Gina Domínguez, se metió a hacer negocios mediáticos.

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