Veracruz no parece parar un solo día en enturbiar sus propias elecciones; ocurre más en el PRI, pero ningún partido puede darse por serio y sobrio a la hora de manejar una decisión que puede tener repercusiones en su futuro electoral, cuando no en los propios ciudadanos.
Si las cosas en el PRI estaban como en la rebatinga entre hermanos por hacerse con la herencia, la gracejada que ayer se aventó Julián Organista (así se apellida), en San Andrés Tuxtla, puede obligar a cualquiera a alejar la mirada de ese partido y esperar a que las decisiones se tomen por ahí de la segunda quincena de enero, para evitar que le tomen el pelo.
En efecto, con la aparente venia de Eduardo Robles Castellanos, dirigente estatal del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), y del diputado federal plurinominal Javier Herrera Borunda (hijo de ya saben quién), también postulado por el PVEM, el dirigente distrital de ese partido en Los Tuxtlas se aventó la puntada de destapar al diputado federal Jorge Carvallo Delfín como el candidato a Gobernador del Estado de la alianza jurada con el PRI.
La barata priista amenaza con devaluar cualquier decisión que se tome. Como en la época de Miguel Alemán Velasco –que nominó a ocho o más personajes como sus posibles sucesores–, quien ahora manda en Veracruz parece estarse divirtiendo acomodando en el escaparate el mayor número de mercancías y, con ello, quitar valor a los que más alto se cotizaban.
Aunque más bien parecen espantapájaros, la lista a la que el PVEM acaba de sumar a Carvallo ya contaba con verdaderos esperpentos, como el exsecretario de Educación, Adolfo Mota Hernández, o como uno más de los beneficiarios de la lotería de diputaciones federales, Érick Lagos Hernández, quienes no tienen empacho en modelar en la pasarela a sabiendas que el bueno para Javier Duarte es el diputado Alberto Silva Ramos, actual dirigente estatal del PRI.
A la ‘comida de la unidad’ que citó Javier Duarte en Casa Veracruz acudieron Carvallo, Mota, Lagos, Tomás Ruiz (SIOP) y Flavino Ríos, además de un circunspecto Héctor Yunes Landa, en ausencia de Pepe Yunes.
Si la decisión de nombrar candidato priista se retrasa otros dos meses, créame que puede suceder que a la lista se incluyan Harry Grappa, Gabriel Deantes o el mismísimo diputado local Juan Nicolás Callejas Arroyo, quien en las últimas semanas se ha comportado como el censor de los abalanzados que buscan gobernar Veracruz durante el siguiente bienio y ya hasta los regaña.
El PRI copa los medios
¿Qué es lo que mueve a todo este mediocre espectáculo político? Una vieja estrategia que le ha permitido al PRI llamar la atención y sobreexposición mediática, superando con creces lo que en este caso trata de hacer, por ejemplo, Miguel Ángel Yunes Linares, del PAN.
Medios impresos, electrónicos y digitales se han enfrascado en una batalla por señalar antes que los demás los ‘pleitos’ y dimes y diretes de los aspirantes priistas, multiplicados hasta la ignominia, quienes permanentemente están generando agenda en torno al que pareciera único partido contendiente.
Cuando no es el senador Héctor Yunes Landa el que sale a los medios para mostrar su desacuerdo por la forma en que permanentemente es maltratado por la Fidelidad, lo es Tomás Ruiz anunciando obras que en el caso de Boca del Río enfrentan la oposición sistemática del alcalde Miguel Ángel Yunes Márquez, quien entiende perfectamente el carácter propagandístico de un puente escénico sobre el río Jamapa, que no será concluido este último año de Duarte pero que busca generar una opinión favorable al priismo en el municipio conurbado.
O el destapamiento de Carvallo en San Andrés Tuxtla, o las deferencias para Mota Hernández, a quien nadie puede atribuir una sola acción positiva para la entidad; o la declaración de Javier Duarte sobre la supuesta confianza prodigada por el presidente Enrique Peña Nieto para que él decida quién va como candidato a sucederle, cuya sola enunciación puso a debate lo que nunca ha ocurrido salvo en los 12 años en que el país fue gobernado por el PAN y los gobernadores priistas tuvieron manga ancha para decidir al candidato priista a Gobernador.
Frente a esa maquinaria, pocos espacios han quedado para los aspirantes a candidatos independientes (Gerardo Buganza Salmerón, Juan Bueno Torio o Elías Miguel Moreno Brizuela), o para Miguel Ángel Yunes Linares, posible candidato de PAN-PRD (una alianza que no está firme, y no lo estará aunque la acuerden los partidos sino hasta que en las papeletas electorales esté impresa la imagen identitaria), quien ha ganado ciertos espacios por su lenguaje incendiario contra Duarte; mucho menos para quien es el seguro próximo candidato de Morena, Cuitláhuac García Jiménez (señalado de ser uno de los diputados federales con más inasistencias, aunque él alega que solo ha faltado a tres sesiones); ni para Armando Méndez de la Luz, que puede ser el candidato del Movimiento Ciudadano.
La estrategia multiplicadora del PRI ha cancelado en la práctica la diversidad de voces derivada de la multiplicidad de opciones políticas que estarán en juego en junio próximo, muy a pesar de que en columnas políticas también nos traguemos el anzuelo y pensemos que criticar las gracejadas afecta al partido en el poder. Como ha sucedido en esta ocasión, con este escribidor.
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