Por Gerónimo Rosete Pozos
Parece que a muchos políticos la cultura les espanta, les saca ronchas, reflejo obviamente de su ignorancia, falta de la idiosincrasia de (y arraigo por) su tierra. Es muy común ver a las instituciones encargadas de la cultura sufrir las consecuencias de ser a las que menos presupuesto se les asigna. Obviamente, las prioridades en estos tiempos son la salud, el empleo y la seguridad; pero el gran sustento de una sociedad identificada consigo misma, auténtica, con valores, es la cultura.
Bien lo dice Amartya Sen, profesora de la Universidad de Lamont y Harvard, Premio Nobel de Economía 1998: “La cultura debe ser considerada en grande, no como un simple medio para alcanzar ciertos fines, sino como su misma base social. No podemos entender la llamada dimensión cultural del desarrollo sin tomar nota de cada uno de estos papeles de la cultura”. Y es que, como un servidor afirma, la cultura no empobrece.
Se ha confundido a la cultura con la fiesta, con la exclusividad, se le ha manchado del marketing más trivial; ejemplos en el estado y el país sobran. Uno de ellos, la Cumbre Tajín, en donde vemos que año con año se manifiestan las mismas protestas de sectores del pueblo Totonaca, exigiendo mejorar su calidad de vida; cuando dentro del festival se derrochan millones de pesos en alcohol, alimentos, hospedaje, gasolina para utilizar los helicópteros de gobierno como taxi, todo para invitados especiales, hijas e hijos de funcionarios, mamás de los mismo, esposas, queridas, amigas, amigos, tortillas, machacapiñas, la élite.
Ya ni se diga el carnaval de Veracruz, el de Coatzacoalcos, los festivales de salsa, la fiesta de La Candelaria. Todos convertidos en pedera oficial, eso sí, con guaruras, ayudantía, choferes designados, los mejores pomos, todo a costa de las finanzas estatales; muy escondidos en su VIP. ¿Eso es la cultura para la clase política?
Pero ningún gobernador, ninguno, ha puesto como bandera la cultura, incluso sabiendo que Veracruz es uno de los estados con mayor riqueza cultural del país; y no se entienda cultura como expresión artística solamente, como las exposiciones de salas de arte, como las conciertos de la Orquesta Sinfónica de Xalapa, como el son jarocho; tan grande y profundo es el territorio como su cultura. También se les ha olvidado que en Veracruz existe una gran comunidad intelectual, de escritores, músicos, creadores, investigadores (porque la academia y la cultura se hermanan en muchos ámbitos); vivimos en uno de los territorios más diversos en cuanto a lenguas madre.
Quien no considere a la cultura como base del desarrollo contemporáneo dentro de una estrategia de gobierno está despreciando lo más valioso que una persona puede tener, ya que lo material va y viene, pero así como la salud, una integridad trastocada ya no vuelve a ser la misma. Al respecto, la profesora Sen dice: “la pobreza de una vida reside no en la condición de pobreza material en la que vive la persona, sino en la falta de una oportunidad real dada tanto por limitaciones sociales como por circunstancias personales, para elegir otra forma de vida”. En el subdesarrollado Veracruz (aunque digan que no) hay pocas opciones de elegir una forma de vida y la vía de canalizar lo que en el terreno laboral no se puede es la cultura.
El concepto de desarrollo utilizado por los gobiernos, incluido el actual, está basado en un proceso de crecimiento económico, de expansión acelerada con el requisito de que los frutos de ello lleguen a todos los sectores de la población; bajo dicho enfoque, los valores y la cultura no tienen lugar, ya que todo funciona en términos de valores económicos. Se entiende que el concepto de desarrollo aplicado en nuestra entidad sea el anterior, pues estamos rodeados de políticos sin cultura y sin valores.
Y aquí va el porqué, según nuestra especialista: “Hacer de la cultura una parte de lo sostenible, en vez de ser su base misma, sería rebajarla a una posición inferior. La cultura admite el dinamismo, puede mantenerse al ritmo de la evolución y el progreso. La cultura en cada uno de los países de la Tierra, se ha transformado a lo largo de los siglos. La retórica de lo sostenible, a diferencia de tener libertad para crecer y desarrollarse, coloca el debate cultural en términos prematuramente conservacionistas. Una vez que pasamos del concepto puramente instrumental de la cultura y le asignamos un papel constructivo y creativo, debemos concebir el desarrollo en términos también del desarrollo cultural. El desarrollo, en su sentido más amplio, incluye el desarrollo cultural, que es un componente básico e inseparable del desarrollo en general. Si se priva a las personas de la oportunidad de entender y cultivar su creatividad, eso es en sí un obstáculo para el desarrollo. Por tanto, la educación básica es importante no sólo por la contribución que puede hacer al crecimiento económico, sino porque es una parte esencial del desarrollo cultural”.
Insisto, la cultura no empobrece. Esperamos que, por fin, alguien pueda considerarla fundamental para los veracruzanos, ahora que vienen los relevos gubernamentales; porque ninguno de los suspirantes (aspirantes) hasta el momento la ha tomado en cuenta. Escríbanos a mrossete@nullyahoo.com.mxformatosiete@nullgmail.com www.formato7.com/columnistas