Agustín Basave asume la dirigencia nacional del PRD ahora que ese partido perdió toda credibilidad y prestigio. Y él carece de carisma, base social y trayectoria para levantar a un esqueleto agonizante. Su dilema será entregar el PRD a Morena o al PAN. A reserva de equivocarnos de manera rotunda, lo previsible es que el partido dirigido por Basave vaya a ser entregado al mejor postor.
Resulta irónico que los primeros movimientos del PRD en esta nueva etapa vengan acompañados de acercamientos con el PAN para las gubernaturas del próximo año, empezando por Colima en enero.
Para el PAN sería una muy buena muleta llevar al PRD de aliado, plegado a sus lineamientos y con el único compromiso de darles algo en caso de ganar unas elecciones, como probablemente sucederá.
Hace poco más de un mes, Agustín Basave escribía que sólo irán en alianza con quien les firme el pacto de un programa de gobierno común que incluya la agenda del PRD.
Lo único que les une al PAN y al PRD es su deseo de vencer al PRI, y en eso las alianzas han sido exitosas en al menos tres estados importantes: Puebla, Oaxaca y Sinaloa.
Para el próximo año seguramente van a repetir esas tres alianzas –y entablarán otras–, pero va a ser bajo la égida del PAN, de acuerdo con sus reglas y principios, porque es el partido dominante. ¿Acaso el PRD le va a exigir puntos programáticos de fondo a Rafael Moreno Valle en Puebla, o a Malova en Sinaloa, o le va a imponer algo a Gabino Cué en Oaxaca, o a Miguel Ángel Yunes en Veracruz?
Los perredistas se van a subordinar al PAN, mientras le dicen a la población que eso es para “fortalecer a la izquierda”.