Luego de su graciosa huida de la Secretaría de Finanzas y Planeación en marzo de 2013, Tomás Ruiz González regresó a Veracruz en marzo de este año para asumir la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas (SIOP) en sustitución de Gerardo Buganza Salmerón, quien retornó a la Secretaría de Gobierno tras la renuncia de Érick Lagos Hernández por la candidatura priista a la diputación federal por el distrito de Acayucan.

En aquella ocasión, el gobernador Javier Duarte de Ochoa explicó públicamente que Ruiz González se separaba de su gabinete porque tenía invitaciones para incorporarse al gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y también de trabajo en la iniciativa privada. Pero el mexiquense nunca lo incluyó en su administración; en el CEN del PRI –partido al que se reafilió en 2012 luego de haber sido dirigente nacional de Nueva Alianza de 2006 a 2007– no lo quisieron considerar en la lista plurinominal de candidatos a diputados federales a la LXIII Legislatura actual, y tampoco se ve que le haya ido bien en el sector privado, pues dos años después decidió volver sorpresivamente al gobierno del estado en la peor coyuntura política y financiera.

Para disimular su retorno sin gloria, el titular de la SIOP comenzó a deslizar después del proceso electoral federal de junio pasado, que él podría ser el “caballo negro” en la sucesión gubernamental de 2016 ante la abierta confrontación de los senadores priistas y aspirantes punteros Héctor Yunes Landa y Pepe Yunes Zorrilla con el gobernador Duarte de Ochoa, que cada vez se exacerba más. Inclusive, desde finales de julio mandó a colocar en Xalapa, en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río y en otras ciudades del estado sendos anuncios espectaculares de una conocida revista política-empresarial en cuya portada aparece su imagen con una leyenda propagandística que dice: “Traemos Resultados para Veracruz”.

Ni siquiera le preocupa ir muy debajo de los senadores del PRI en las encuestas, pues argumenta que en 2005 el actual presidente Peña Nieto sólo tenía el 20 por ciento de las preferencias electorales y aun así fue candidato y gobernador del Estado de México.

Pero si en la reciente elección de diputados federales de este año no fue considerado siquiera por el mexiquense ni por su poderoso secretario de Hacienda, Luis Videgaray –quien presuntamente palomeó a la mayoría de los candidatos priistas de representación proporcional–, ¿Peña Nieto y sus delfines para sucederlo en el 2018 le apostarían a Tomás Ruiz para conservar la gubernatura de Veracruz, un bastión clave para el priismo por ser el tercer estado del país con el mayor número de votantes?

Sin padrinazgos políticos fuertes en el centro –pues la ex lideresa magisterial Elba Esther Gordillo, su ex protectora, se encuentra actualmente en prisión procesada penalmente por lavado de dinero–, las aspiraciones de Tomás Ruiz sólo dependerían de su actual jefe, el gobernador Javier Duarte. Pero el mandatario veracruzano, quien reiteradamente ha dicho que no tiene candidato para sucederlo en 2016, en todo caso se inclinaría por el diputado federal por Tuxpan, Alberto Silva Ramos, a quien de momento y contra corriente ha impulsado a la dirigencia estatal del PRI.

Y es que dígase lo que se diga, tenga razón o no, Silva Ramos ha sido hasta ahora el único defensor más enjundioso de Duarte y su gobierno ante el sistemático embate de sus detractores que militan principalmente en el PAN así como de sus propios correligionarios críticos, aunque con éstos se muestre más cauto.

En cambio Tomás Ruiz no ha sacado la cara por el gobernador y ni siquiera por sí mismo, pese a que algunos señalamientos le atañen directamente por la responsabilidad que tuvo como secretario de Finanzas y Planeación al inicio de esta administración, de diciembre de 2010 a marzo de 2013.

Hace cinco días, por ejemplo, el senador priista Héctor Yunes difundió un comunicado en el que cuestiona que el pasado 28 de octubre el Congreso local le autorizó al gobernador Duarte una nueva deuda hasta por 35,501 millones de pesos, “rehipotecando nuestro estado y comprometiendo su futuro económico”, ya que, puntualizó, la actual administración estatal está por triplicar la deuda heredada que inicialmente ascendía a 21,874 millones de pesos.

 “La urgencia de aprobar este nuevo endeudamiento sin la adecuada deliberación, sin tomar en consideración la precaria situación del estado y el exhorto de varios sectores para no contratar más deuda pública, obedece a que el gobierno estatal no tiene recursos debido a una ineficiente administración.

 “¿Dónde está el dinero recaudado por el impuesto a la nómina, ya que son cerca de 4 mil millones? ¿Cuál fue el destino de los 23 créditos contratados desde el inicio de esta administración estatal, que asciende a unos 1,500 millones?”

 Tomás Ruiz estaría obligado a responder, a aclarar, pero prefiere nadar de a muertito. Total, ahí está Silva para defender a Duarte. ¿Qué haría el ex titular de la Sefiplan si finalmente se le hiciera el milagro de ser el candidato del PRI a la gubernatura y tuviera que debatir con Miguel Ángel Yunes Linares, del PAN?