La crisis de estabilidad política, una cosa que suele sustentarse en la credibilidad de quien manda, no nació en el caso del gobierno federal con la fuga de El Chapo Guzmán: ya traía alguna cimentación anterior que, gradualmente, había minado el espíritu gozoso que solía acompañar a las renovaciones del fuego nuevo que cíclicamente los mexicanos practicábamos por aquella tradición astrológica de nuestros ancestros, de los siglos —ciclos— de 52 años. Muerto el rey, ¡viva el rey! Agotado el hastío, que resurja la esperanza. ¡Ahora sí!, fue durante decenios el credo de los mexicanos modernos.
La crisis institucional del Estado mexicano, que es una cosa que se sustenta principalmente en la credibilidad de sus instituciones, traía una raigambre anterior por diferentes motivos, que se ha ventilado ampliamente.
La increíble fuga de un criminal, supuestamente más perseguido que Osama Bin Laden, tiene en el habla corriente de la gente, que en este caso son las redes sociales, toda clase de explicaciones coherentes, si se quiere. Desde que el túnel ominoso de varios niveles y adelantos de ingeniería envidiables fue simplemente una estratagema para justificar la injustificable huida, que se hubiera dado por la puerta grande, hasta que las obras del sistema Cutzamala de abastecimiento de agua a la capital fueron parte de una colosal conspiración iniciada desde el primer día que el narcotraficante llegó al penal de máxima seguridad, que en su denominación lleva su desprestigio.
En todo caso, la espectacular evasión, digna de una serie de Netflix, que no dudo que esté en proceso de preproducción, ha puesto en evidencia viejas verdades del sistema penitenciario mexicano: su ineficiencia, que no se debe solamente a la carencia de adelantos tecnológicos o materiales sino más bien a la omnipresencia de la corrupción en todos los niveles de la procuración e impartición de la justicia.
El problema de la falta de credibilidad en las instituciones no lo padece el Estado mexicano, lo padecen en lo particular muchos estados, entre los que se encuentra Veracruz encabezando la lista. Que los gobernantes ciegos por el poder no lo quieran ver así es otra cosa, el problema es que nos llevan directito al caos.