Mutatis Mutandis

Por Rafael Arias Hernández.

Faltan 438 generosos días, 14 meses y medio, más deuda e involución institucional.

Excepciones aparte, reiterar lo evidente. El deterioro grave, que todo Estado de Derecho debe enfrentar y superar. Amenaza en aumento, la de no pocos malhechores en el poder: electos, designados o nombrados.

Junto a sus cómplices y beneficiarios dispuestos a hacer lo que sea, para mantener ventajas y privilegios; y asegurarse la libertad misma, puesta en peligro si las cosas favorecen a justicia y decencia.

Inocultable.

Las y los veracruzanos demandan, entre otras, urgentes e imprescindibles acciones, para impedir la continuidad de la impunidad.

Ante desastres y abusos en aumento, para muchos, no hay presunción de inocencia y sí, evidente ineficiencia y delincuencia.

Comprobación y evaluación.

La fuerza de la costumbre. El peso de la tradición. La efectividad de enajenación y manipulación de las masas les ha favorecido y favorece.

Todo hacia adelante, futurismo ramplón y enajenador. Ritual que se repite, hábito hecho modo, forma y fondo de la liturgia política que lleva a la exagerada concentración y personalización del poder.

Voluntarismo y discrecionalidad del gobernante, con todos sus defectos y limitaciones, inconveniencias y repercusiones.

Tradición “cultivar y chocholear” al que gobierna o tiene posibilidades de ser, no importa si es capaz y está preparado para asumir cargo y responsabilidad; tampoco si da o no buenos resultados.

Sobrevalorada expectativa de renovación, de la calendarizada elección, en no pocas veces impide reconocer y hasta pensar en el imprescindible control de daños, pérdidas y sacrificios. Todo por seguir haciendo las cosas de la misma manera.

Por costumbre. No nos detenemos a pensar dónde y cómo estamos, por qué y quienes son responsables y culpables. Preciso diagnosticar y evaluar, decidir y organizar antes, ritmo, intensidad y orientación del esfuerzo individual y colectivo. Para colmo, frente a una creciente problemática más compleja y en muchas formas diferente, nos comportamos igual.

En parte alentados, enajenados, conducidos y domesticados por quienes usan y abusan del cargo gubernamental.

Costoso avalar antes de evaluar; peligroso, confiar antes de constatar.

Ahí vamos en fila india, en religiosa procesión. Generación tras generación, en el ritual que la tradición impone.

A correr tras lo que viene sin analizar y arreglar en lo que estamos.

¿La “caballada” esta gorda o flaca? ¿Quién es “el bueno”? ¿Cuál es “el tapado”?

Justificada atención, expectativa y esperanza en la elección, en aspirantes y suspirantes, y en su momento en candidatos; pero poco o nada se hace, respecto a diagnosticar y saber magnitud y complejidad de la situación actual, así como constatar, medir y valorar trabajo y desempeño realizados por expirantes y próximos a ser relevados. Grave error olvidar o soslayar que, en su momento, asumieron deberes y obligaciones, compromisos y promesas para llegar al cargo.

¿Cumplieron? ¿Hicieron su trabajo?

O se convirtieron en irresponsables, ineficientes y delincuentes que, obviamente, hacen y harán hasta lo imposible por disfrutar de la continuidad de la impunidad.

Futurismo exagerado y anticipado. Aspirantes y suspirantes son importantes. Pero, ¿son capaces y están preparados para atender la situación actual? Preciso es, asegurar rumbo y futuro, pero no con incapaces, ocurrentes y mediocres.

Por tanto hay que analizar preferencias, coincidencias y consistencias de participantes en una elección. Invariablemente, a partir de diagnosticar la situación actual y, al mismo tiempo, sin minimizar o abandonar evaluación y juicio de los que están y, por fortuna se irán.

Rendición puntual de cuentas, de los que obtuvieron apoyo y confianza de ciudadanos y sociedad en general.

Clara y consistente entrega recepción. Recibir y no encubrir. Sanear y limpiar. Sacudir y barrer para adelante y arriba, para atrás y todos lados.

La tragedia de política, gobierno y administración podría resumirse. Pasó de obligación incumplida y responsabilidad evadida, casi desde siempre, a simulación y apariencia, para hacer como que se hace y aparentar cumplir, con lo que no se cumple. Rollo del desarrollo.

Así, Veracruz ha absorbido, cada vez más, teoría y práctica de la apariencia y complacencia, de complicidad e impunidad, como forma de permanencia y ejercicio gubernamental.

Urge cumplir y hacer cumplir la ley. Nada de continuidad en la impunidad. Exonerar, encubrir, proteger, disculpar, justificar, eximir, dispensar, absolver, excusar, tapar… es simplemente más de lo mismo y peor.

*AcademicoIIESES-UV@nullRafaelAriasH.Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez