Todavía no se resolvían las impugnaciones derivadas del proceso electoral de 2015 cuando las dirigencias de los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática comenzaron a vislumbrar la posible alianza en algunas entidades, de cara a los comicios de 2016.
El año entrante, 12 estados del país – Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Tlaxcala, Puebla, Sinaloa, Tlaxcala, Veracruz, Zacatecas, Oaxaca y Quintana Roo– tendrán procesos electorales.
El pasado 10 de agosto, el Consejo Nacional del PRD determinó que en 2016 el tema de las alianzas y coaliciones se podría concretar con otras fuerzas de izquierda, como el Movimiento Ciudadano y el Partido del Trabajo.
Para los perredistas, por cuestión de origen y principios, la unión con el Partido Revolucionario Institucional es algo improbable, pero no ocurre lo mismo con el blanquiazul.
En cuanto a la posible creación de un bloque de partidos entre PRD y PAN rumbo a 2016, los consejeros del Sol Azteca determinaron que no habrá alianza en lo general, pero también puntualizaron que ello dependerá de los “propósitos electorales específicos”, según el propio comunicado emitido por el partido.
No sólo eso, a principios del agosto, el Consejo Nacional del PRD aprobó la creación de una comisión de diálogo con otras fuerzas progresistas y de izquierda, misma que fue integrada por Ifigenia Martínez, Pablo Gómez y Leonel Godoy, entre otros.
Unos días antes, Carlos Navarrete declaró a medios nacionales que sin alianzas con otras fuerzas políticas, su partido perdería las elecciones de 2016.
El problema es que la suma de los votos de la izquierda es inferior a los sufragios que obtuvieron, juntos, el PRI y el Partido Verde. En el ámbito nacional, la adición de los porcentajes de PRD, PT, Movimiento Ciudadano y Morena apenas supera el 28 por ciento, en tanto que el PRI registra 29.10.
En Veracruz, los partidos identificados con la izquierda tienen 30.2 por ciento, en tanto que la alianza PRI-Verde alcanza 36.2.
Si bien no se trata de una operación aritmética simple, porque entran en juego consideraciones políticas, la lógica nos dice que una improbable alianza de esos cuatro partidos –Morena ha pintado su raya– tampoco sería garantía de triunfo en 2016.
De ahí nace la necesidad en el CEN del PRD para que, en algunas entidades, se busquen alianzas con Acción Nacional, partido que tampoco ve con malos ojos la posibilidad de concretar una coalición con el Sol Azteca y otras fuerzas que no están identificadas con posiciones políticas radicales, como es el caso del Movimiento de Regeneración Nacional, Morena.
En ese contexto, la dirigencia del PRD en Veracruz, que encabeza Rogelio Franco Castán, comenzó el diálogo con sus pares panistas, a cuyo frente, al menos de manera formal, se encuentra José de Jesús Mancha Alarcón.
En público, Franco le corta vuelta a la alianza
Rogelio Franco se ha juntado en varias ocasiones –en lo oscuro– con los integrantes del Comité Directivo Estatal de Acción Nacional; sin embargo, a la reunión pública que fue convocada por el dirigente panista este miércoles en un céntrico café de Xalapa, el perredista prefirió no asistir; sobre todo para no exponerse a la crítica de las más radicales expresiones de la izquierda y también para evitar hacer un papelazo como el que terminó por protagonizar el fundador de Alternativa Veracruzana, Alfredo Tress Jiménez, quien primero anunció su participación conjunta con el PAN en las próximas elecciones, para después afirmar que la única alianza es con el gobernador. No faltó quien comentara que eso es tanto como pegar con la izquierda y cobrar con la derecha.
Finalmente, las decisiones en torno a la posible alianza en Veracruz no pasarán por las dirigencias estatales de los partidos; nos dicen que los bonos de Franco y Mancha están muy bajos en sus respectivos comités nacionales; acaso el único con facultad para decidir es el representante de AVE, quien podríamos decir que ya dijo no voy. En el caso de PRD y PAN, lo más probable es que esa facultad recaiga en los Consejos Estatales y Nacional de dichos partidos, así como en las fuerzas hegemónicas internas.
De cualquier manera, a estas alturas ya podríamos hablar de que esa posibilidad cobra fuerza en Veracruz.
La fiesta de Rosendo
Manuel Rosendo Pelayo, alcalde de San Andrés Tuxtla, se encuentra en el centro de la polémica; ya apareció hasta en medios internacionales. No es un caso de desvío de recursos ni de relaciones peligrosas; se le ocurrió organizar una fiesta de cumpleaños para medir su popularidad tomando como base la concurrencia en el evento.
Las críticas obedecen a que ese municipio, el más importante de Los Tuxtlas en términos demográficos, enfrenta problemas de pobreza y marginación. Más de la mitad de sus comunidades, por ejemplo, no cuentan con drenaje sanitario.
Unos dicen que al campo deportivo donde se desarrolló la comida –tres toneladas de tortillas y 15 o 16 vacas– asistieron más de 8 mil invitados; el propio alcalde habla de 11 mil. Afirma que los gastos que representó la fiesta fueron cubiertos por sus amigos y que, en todo caso, la multitudinaria reunión se convirtió en un plebiscito para su gobierno.
Dice Manuel Rosendo: quiero ver qué alcalde organiza una comida a la que asistan 11 mil personas que pagan su propio transporte; lance un discurso favorable al gobierno estatal y, a pesar del contexto mediático desfavorable, reciba muestras de apoyo.
Lo cierto es que a pesar de su concurrida fiesta y del músculo que muestra, al de San Andrés Tuxtla le llovieron las críticas. @luisromero85