Dice el refrán popular que se puede ser cochino pero no trompudo, en alusión a quienes aparte de ser corruptos son cínicos.

Y en esta categoría caben al pelo los funcionarios del gobierno de Fidel Herrera Beltrán y un buen número de los que hoy acompañan al gobernador Javier Duarte de Ochoa.

El antecedente es este: el primer gobernador que heredó una deuda a su sucesor fue Miguel Alemán Velasco, quien le dejó a Fidel Herrera la friolera de 3 mil 500 millones de pesos por pagar, cuando a Miguelito, Patricio Chirinos le dejó en caja para arrancar su gobierno 2 mil 800 millones de pesos, de los cuales dispuso en la primera semana de gobierno.

Ahí arrancaron las marranadas de nuestras autoridades en contra de los veracruzanos. En vez de liquidar la deuda, Fidel Herrera Beltrán se puso a desviar los recursos del erario para sus cuentas personales, adquirió decenas de inmuebles en el estado, en otras entidades del país y en el extranjero y disparó la deuda.

No conforme con disponer de las participaciones federales, bursatilizó (cobró por adelantado) la tenencia vehicular, las aportaciones de los municipios y otros impuestos, con lo que obtuvo miles de millones de pesos que literalmente se robó dejando endeudado al estado por más de 40 mil millones de pesos.

Hay que reconocer que Fidel robó y dejó que robara un grupito de jóvenes cómplices a los que habilitó en importantes cargos dentro de su gabinete y quienes aparecieron como nuevos millonarios de la noche a la mañana.

La herencia de deuda de Fidel todavía no se conoce en su exacta dimensión, lo que sí se sabe es que Tomás Ruiz González, el primer secretario de Finanzas de Javier Duarte de Ochoa, reestructuró buena parte de la deuda reduciéndola a solo 10 mil millones de pesos, pero como la política de gasto público fue de desorden y de que cada quien, de los cercanos al gobernante, dispusieran de los fondos públicos, la deuda volvió a crecer y Tomás Ruiz mejor renunció.

Hoy que el Coneval da a conocer las cifras de la pobreza en México, nos enteramos que pasamos del lugar 17 al vergonzoso número cuatro, es decir, los veracruzanos somos un pueblo de miserables jodidos, mientras nuestros funcionarios han acrecentado sus fortunas en forma espectacular; funcionarios como Harry Grappa, Pedro Ernesto del Castillo, Gabriel Deantes Ramos y otros, así como los diputados federales electos Erick Lagos Hernández, Adolfo Mota Hernández, Jorge Carvallo Delfín y Edgar Spinoso Carrera, que no tenían hace unos años en qué caerse muertos, hoy tienen en sus manos los recursos que debieron ser para combatir la pobreza, generar empleo, crear una nueva infraestructura y llevar al estado a mejores niveles de vida. Ellos son los responsables de que Veracruz haya caído tan bajo en términos de pobreza que, como consecuencia inmediata, dispara los índices delictivos.

Además de marranos, trompudos.