Cuando el gobernador Javier Duarte tenía apenas cuatro años de edad, el cantautor argentino Alberto Cortez compuso para su recién fallecido padre, en 1969, la canción “Cuando un amigo se va”, considerada una de las tres mejores melodías en castellano del siglo XX, según una encuesta realizada en el año 2000 por un periódico de Chile.

Seguramente Duarte conoce la letra y ha tarareado la música de esta famosa canción, que ahora parece cobrar vigencia no por la pérdida física de su padre –ocurrida en septiembre de 1985, justo cuando el mandatario veracruzano cumplía 12 años de edad– sino por el aparente vacío que ha dejado en el Jefe del Ejecutivo del estado la figura fraterna del senador priista Pepe Yunes Zorrilla, quien desde hace siete meses, por desacuerdos políticos motivados por el ajuste unilateral de la siguiente administración estatal, comprimida a solo dos años con el pretexto de homologar la próxima elección local con la presidencial de 2018, ha ido marcando y radicalizando a tal grado su distanciamiento con el gobernador que ya parece irreversible a estas alturas de la sucesión gubernamental de 2016.

Ante el alejamiento de Yunes Zorrilla, quien hasta enero pasado resultaba público y notorio que era el precandidato favorito de Duarte para sucederlo, el gobernador tuvo que limar asperezas con el otro senador y aspirante del PRI, Héctor Yunes Landa, que inicialmente no era de su total confianza y simpatía pero que también puntea en las encuestas.

Sin embargo, como bien dice la canción de Alberto Cortez, “cuando un amigo se va/ queda un espacio vacío/ que no lo puede llenar/ la llegada de otro amigo”.

Y es que pese a que todo parece indicar que Duarte ya trae un acuerdo con Yunes Landa a partir de una reunión privada en Casa Veracruz efectuada en febrero de este año –el cual coincidió con la incorporación de algunos aliados del senador en el gabinete estatal y la presencia del mandatario este domingo en el informe del legislador, en el que el aspirante a sucederlo se declaró listo para la próxima contienda electoral y afirmó que no tiene ataduras, “ni compromisos ni pactos vergonzantes”–, el jefe nato del priismo veracruzano sigue empeñado en persuadir a su “amigo” Pepe de que reconsidere su obcecada actitud.

Varios de sus colaboradores –unos de manera oficial y otros movidos por su oportunismo oficioso– se han acercado a Yunes Zorrilla para convencerlo de que se reconcilie y pacte con el gobernador. Pero hasta hoy los intentos de todos los funcionarios han sido vanos.

Ahora Duarte y sus asesores han optado por mandarle mensajes a través de algunos influyentes medios impresos, de la entidad y de la capital del país. Este lunes 20, por ejemplo, en la columna “Sumario Político”, de Diario de Xalapa, puntualizaron que el distanciamiento político entre el gobernador y el senador veracruzano “no corresponde estrictamente” a la decisión de una gubernatura de dos años, sino que el problema real es que Yunes Zorrilla “se dejó llevar por un grupo de zalameros de la política local que siempre han sido rémoras del sistema, (…) y quienes vieron la posibilidad de subsistir y subirse de nueva cuenta al carro de la revolución en la persona del senador José Yunes”, cuyo “error de Pepe fue haberlos escuchado y aceptar su interesado consejo de que la mejor estrategia para crecer políticamente era romper con el gobernador…” Finalmente el legislador es conminado a que por su bien “reflexione y revise sus acciones y expresiones de los meses recientes”, ya que “no es tarde para retomar su relación personal y política con Javier Duarte”. En resumen, le sugieren que aún “es buen momento para dejar de escuchar a quienes apuestan a la división y a la diatriba como moneda de cambio”, a quienes no les preocupa el presente y futuro de su partido, gobierno o estado “y sí, en cambio, pierden el sueño elucubrando intrigas que les aseguren la nómina futura de ellos y ayudantes.”

Este martes 21, en la columna “Frentes Políticos”, del diario capitalino Excélsior, también se consigna lo siguiente: “Arde la sucesión en Veracruz. En cuestión de días, Gerardo Buganza, secretario de Gobierno, renunció al cargo para competir como candidato independiente. El senador y aspirante Héctor Yunes Landa rindió un concurrido informe de labores. Las cosas le salen bien al gobernador Javier Duarte, no obstante que su relación con el senador José Yunes Zorrilla no está en su mejor momento. El presidente de la Comisión de Hacienda del Senado buscó impulsar su candidatura a partir de tomar distancia del gobierno estatal; sin embargo, su estrategia y la de sus asesores lo rezagaron de la competencia. Ha perdido amigos y aliados. En respuesta, Duarte expresa su afecto personal y un mutuo agradecimiento.”

¿Reconsiderará Pepe y se acercará a su otrora “amigo” Javier? Hasta hoy todo hace suponer que el Yunes de Perote no variará su actitud. Y no porque sea malaconsejado por el “grupo de zalameros de la política local”, sino porque el aspirante a gobernador ya no quiere que lo vuelvan a agarrar de “pepe…ndejo” otra vez como ocurrió en su primera elección fallida de 2006 al Senado de la República, en la sucesión estatal de 2010 y ahora con la minigubernatura de 2016 que Duarte se sacó de última hora de la manga, pese a que siempre le negó que esa reforma electoral, propuesta originalmente por un diputado local del PAN, no iba a pasar en el Congreso.

Así, pues, Pepe no se distanció de Duarte por la influencia de los “vividores del presupuesto” que lo rodean, sino dolido con el gobernador porque engañar deliberadamente no es de aliados políticos y mucho menos de amigos fraternos.