El mayor problema para un candidato derrotado no es el resultado adverso, siempre doloroso y difícil de superar, sino entender las causas, los factores del fracaso electoral y, sobre todo, contar con la capacidad para levantarse luego del tropiezo.

Las derrotas del Partido Revolucionario Institucional en los distritos de Poza Rica, Xalapa Urbano, Veracruz, Boca del Río y Coatzacoalcos presentan características diferentes.

En Poza Rica, la mala selección del candidato y el descontento de los habitantes del lugar por una economía deprimida y por la amenaza de más despidos en la industria petrolera, le cobraron factura al PRI. El PRD, por su parte, encontró en el empresario Leonardo Amador Rodríguez a un abanderado competitivo. Víctor Manuel Salas simplemente no tuvo con qué y así, la posibilidad de una derrota priísta estuvo latente desde el arranque.

En Boca del Río todos sabían que Carolina Gudiño podía perder la elección; sin embargo, nadie anticipaba la dimensión de la posible la derrota; una cosa es perder dejando todo en el campo de batalla y otra, diferente, ser avasallado por el adversario; fue el caso. Gutiérrez de Velasco, con el apoyo de la estructura de Miguel Ángel Yunes Linares, literalmente borró del mapa a su contendiente.

Perder 2 a 1 no es buena carta de presentación para la ex alcaldesa de Veracruz, a quien el apoyo del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán no le fue suficiente. Por otro lado, llamó la atención la mesura y la tranquilidad con que Carolina Gudiño asumió y digirió la derrota.

Al iniciar el proceso, en Veracruz nadie presupuestaba una derrota para Anilú Ingram Vallines. La priísta había ganado de forma clara, con más de ocho mil votos de diferencia, la elección local más reciente, por lo que fue postulada para que estuviera en condiciones de buscar, dentro de dos años, la presidencia municipal del Puerto. En términos mediáticos, la presencia de la diputada local con licencia era indiscutible; tanto, que terminó por confiarse y no vio pasar a Gaby Ramírez, abanderada de Acción Nacional.

De acuerdo con el PREP, dos mil votos separaron a Ingram Vallines de la victoria. Contrario al temple que mostró en la derrota la de Boca del Río, Anilú se aferró a un  resultado favorable que nunca llegó; salió a los medios para declararse ganadora; y luego poco le faltó para pedir el recuento voto por voto, casilla por casilla. De sus aspiraciones a la municipal mejor ni hablar.

El caso de Elizabeth Morales, candidata del PRI por Xalapa Urbano, es diferente; la capital tiene un historial de voto contrario al PRI que siempre pesa; por otro lado, los grupos internos de ese partido se habían sumado para intentar sepultar el futuro político de Morales García; a pesar de esos factores en contra, la ex alcaldesa y ex dirigente estatal del tricolor daba como seguro su triunfo en las urnas. La arrogancia, sin duda, es mala consejera porque provoca exceso de confianza. La mayor sorpresa de la jornada electoral no se produjo en Veracruz ni en Boca del Río, sino en la capital del estado, donde se observaba sin fuerza suficiente para ganar la elección a los candidatos de PAN y PRD-PT.

Por la noche del domingo, las huestes de Elizabeth llegaron en camiones a la Plaza Lerdo para festejar un triunfo inexistente; luego guardaron las matracas, enrollaron las banderas y regresaron a casa mirando hacia abajo; Cuitláhuac García, de Morena, se atravesó en el camino y prácticamente sin esforzarse demasiado, ganó la partida a Morales García. Los factores determinantes, apuntan, fueron el rechazo al PRI, el desgaste de su candidata, la suma de contrarios y el hartazgo social que perjudicó al tricolor.

Poza Rica, Boca del Río, Veracruz y Xalapa son cuatro experiencias político electorales que registraron escenarios, protagonistas, causas, desarrollos y factores diferentes. En dos de esos distritos, Xalapa y Boca del Río, el PRI postuló como candidatas a ex alcaldesas de los municipios más poblados de la entidad, con aspiraciones a futuro y la mira puesta en mejores espacios.

En política, las derrotas no son para siempre; tenemos, por ejemplo, el caso del senador José Francisco Yunes Zorrilla, quien en el proceso de 2006 perdió la elección para posteriormente  levantarse y ganar dos consecutivas, la de diputado en 2009 y la de senador en 2012; sin embargo, repetir esa experiencia se antoja complicado tanto para Carolina Gudiño como para Elizabeth Morales; aun así, no se deben dar por muertas. @luisromero85