El sábado 30 de mayo, con el marco hermoso de la Parroquia de Santa María Magdalena, en pleno centro del pueblo mágico de Xico, contrajeron nupcias la señorita Marisol de la Miyar Martínez y el señor Erik Porres Blesa.

Después de la ceremonia, los novios ofrecieron un delicioso y alegre ágape en la exuberante Hacienda Agua Bendita, al que acudieron cientos de familiares y amigos.

La noticia en sí, que da cuenta de un compromiso privado que celebraron dos ciudadanos, rebasa el ámbito doméstico por la investidura del novio, que es el actual Secretario de Desarrollo Económico del Gobierno de Veracruz. Pero también se convierte en un asunto público por la importante presencia que tienen las familias de los casados en la vida política y social de Veracruz: la de ella en el ámbito de la comunicación a través del poderoso grupo radiofónico Avanradio, y la de él en el sector empresarial, con una fundamental participación sobre todo en la región de Córdoba.

A la boda asistieron el gobernador Javier Duarte de Ochoa y su esposa Karime Macías de Duarte, y con ellos varios políticos y funcionarios (Américo Zúñiga, Presidente Municipal de Xalapa; Ramón Poo Gil, alcalde del Puerto de Veracruz; don Alberto Sosa Hernández, Presidente del Tribunal Superior de Justicia; Flavino Ríos, de la SEV; Víctor Alvarado, de Sedema; el Fiscal del Estado, Luis Angel Bravo Contreras; Toño Nemi, del Consejo Estatal de Seguridad; Harry Grappa, de Turismo; el Contralor del Estado, Ricardo García Guzmán).

Y como era de esperarse, la clase empresarial veracruzana en pleno, que enuncio de manera general, para evitar la omisión de algún nombre importante.

Se tiene que destacar la asistencia del expresidente Vicente Fox y de Marta Sahagún de Fox, que fue todo un acontecimiento por la fama que les precede. Llegaron y saludaron. Comieron, bebieron y bailaron. Se dejaron tomar miles de selfies, y se despidieron después de varias horas de alegre gozo, junto con el gobernador Duarte y su esposa.

Lo que sí, es que la fiesta fue veracruzana por todos los costados: en la entrada se ofrecía a los caballeros, que debieron llegar vestidos de guayabera blanca, un sombrero de cuatro pedradas y un paliacate rojo. En el centro de la pista, una danzonera recreaba los mejores ritmos de estas tierras. Después, las arpas mágicas de Delfino Guerrero le dieron paso al son jarocho.

Y luego, lo que parecía un congreso de la productividad veracruzana: lecheros de La Parroquia, cafés de los Porres, dulces de Xico, nieves del Güero Güero y muchos productos jarochos que hacían la delicia de los asistentes.

Incluso, tal vez como número extraordinario, un bello aunque mojante aguacero torrencial, tropical, a plomo, que mojó algunas mesas que estaban en la orilla y más bien sirvió como pretexto para que los invitados se juntaran más en el disfrute.

Fue la boda del sexenio. Organizada al estilo Porres: sin errores ni dilaciones, por todo lo alto y con mucha inventiva. Ah, y los novios no se fueron de luna de miel porque hay mucho trabajo por hacer en Veracruz. Ya después se verá…

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