Casi desde el inicio de la presente administración estatal, tres miembros del gabinete veracruzano se colocaron en el arrancadero de la carrera sucesoria: el ex secretario de gobierno, Erick Lagos Hernández; el ex titular de desarrollo social y de comunicación social, Alberto Silva Ramos; y, con menores posibilidades, el ex diputado y ex secretario de Sedesol, Jorge Carvallo Delfín.
Hoy, los tres compiten, por diferentes distritos, en el proceso electoral para diputados federales y podríamos decir que, ante el bajo nivel de sus respectivos adversarios, lo tres ocuparán una curul en la próxima legislatura federal.
Ni uno de ellos, sin embargo, logró posicionarse como una opción para la candidatura del Partido Revolucionario Institucional a suceder a Javier Duarte.
Quienes conocen de cerca al aspirante priísta por el distrito de Tuxpan, por ejemplo, afirman que Alberto Silva ha centrado sus planes y proyectos en San Lázaro, bajando del caballo en la carrera por la renovación del ejecutivo estatal. Sabe perfectamente que sus posibilidades, si algún día las tuvo, terminaron por diluirse. Por ello se concentra en ganar con el mayor margen y la más alta votación posible en la jornada del 7 de junio, para después estar en condición de pelear por la presidencia de una comisión en la Cámara Baja.
Es muy difícil que la bancada veracruzana priísta logre dos comisiones en el Congreso de la Unión y en esa rebatiña aparecerán, además de Silva Ramos, Jorge Carvallo, Tarek Abdalá, Elizabeth Morales, Erick Lagos y Adolfo Mota, si es que pasa la aduana de las urnas; veremos entonces cuál de ellos logra esa posición, que representa más capacidad de gestión, recursos y también la posibilidad de incluir a más colaboradores en la nómina legislativa.
Si hace dos o tres años, Silva, Carvallo y Lagos eran considerados como opciones, hablando de la sucesión, actualmente esas posibilidades se observan muy lejanas y podríamos decir que ni uno de los tres está en condiciones de dar batalla, en un proceso interno, a los dos punteros del PRI: los senadores José Francisco Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa.
Los tres, Silva, Carvallo y Lagos, se quedaron en figuras regionales que carecen de proyección estatal.
Quienes sí se preparan para la sucesión son otros dos miembros del gabinete estatal, el titular de la Secretaría de Infraestructura y Obra Pública, Tomás Ruiz González, quien ya estaría armando un equipo de campaña para este, su segundo interno por buscar la gubernatura; y sobre todo, el secretario de Gobierno, Gerardo Buganza Salmerón, quien contaría con el apoyo de varios partidos políticos, incluyendo a una importante fracción de Acción Nacional.
En 2004, Gerardo Buganza superó los 936 mil votos y se quedó a 25 mil sufragios de llegar a la gubernatura; en ese proceso ganó en 11 distritos veracruzanos. Posteriormente, tras su paso por la Secretaría de Gobierno y por la SIOP, ha logrado tejer alianzas y aumentar su capital político; por ello no puede descartarse como una posibilidad.
En los pasillos de Palacio se comenta que Buganza anunciará, al terminar el año, su separación de la Secretaría de Gobierno para estar en condiciones de competir en la elección para gobernador de Veracruz. Hay quien señala, sin embargo, que su salida del gabinete podría concretarse en cualquier momento, una vez que concluya el proceso electoral, después del 15 de junio.
Lo cierto es que las posibilidades del ex panista, ya descartadas las cartas que se mencionaban al iniciar el presente sexenio, aumentarán en los próximos meses, al igual que su exposición mediática, lo que le podría consolidar como uno de los protagonistas del proceso de sucesión. @luisromero85