El 18 de junio de 1935, el presidente Lázaro Cárdenas, quien llevaba apenas 199 días en el poder, pidió la renuncia a todos los miembros de su gabinete y terminó aceptando que ocho secretarios de Estado abandonaran sus funciones.
Entre los defenestrados estuvo el secretario de Gobernación, Juan de Dios Bojórquez, un político sonorense muy cercano a Plutarco Elías Calles.
Por tres décadas permanecería Bojórquez alejado del servicio público, hasta que fue rescatado en las postrimerías de su vida por el candidato presidencial Gustavo Díaz Ordaz, quien lo hizo senador.
Fue el enfrentamiento entre Cárdenas y Calles lo que provocó la remoción de tantos miembros del gabinete de aquél, la mayor cantidad en el primer tercio de un periodo sexenal de gobierno.
Cuando tomó posesión Cárdenas, México vivía el llamado Maximato, caracterizado por el poder detrás del trono que ejercía Calles.
El primer semestre de 1935 se había hecho notar por el activismo sindical, así como por el enfrentamiento en el Congreso entre miembros de las facciones callista y cardenista.
En mayo de aquel año, Calles regresó al país después de someterse a un tratamiento médico en Estados Unidos. Estaba decidido a aprovechar la turbulencia para seguir orientando a los grupos que pesaban en la política mexicana.
Por aquellas fechas, Cárdenas escribió en sus Apuntes: “Distintos amigos del general Calles, entre ellos algunos que forman parte del gabinete, vienen insistiéndole en que debe seguir interviniendo en la política del país. Estas gentes lo perderán”.
Así iniciaba el conflicto entre Calles y Cárdenas, quien había llegado al poder con la venia de Rodolfo Elías Calles, el hijo del Jefe Máximo, a quien Cárdenas había nombrado secretario de Comunicaciones y Obras Públicas y sería de los removidos en 1935.
Algunos esperaban que el michoacano resultara tan sumiso a Calles como lo habían sido Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez, pero Cárdenas dio ese golpe de timón y marcó un distanciamiento definitivo con el sonorense, que acabaría con el exilio de éste, en abril de 1936.
Tan fácil que es dar un golpe de timón, como el que dio Cárdenas y enderezar el barco, solo es cuestión de voluntad y….