Sorprendió a los chilangos ver a David Beckham, el otrora ídolo del futbol británico, paseando en la ciudad de México el fin de semana pasado, y lo pudieron entrever en un centro comercial de la zona de Polanco, resguardado por cinco guaruras: cuatro que lo rodeaban y uno más vigilando la retaguardia, por lo que se ofreciera.

Lo cierto es que la presencia del exfutbolista del Manchester United, del Real Madrid y del Galaxy de Los Ángeles (¿ese mismo camino le esperará a nuestro Chicharito?) causó poca conmoción y se hubiera podido ahorrar los servicios de al menos tres o cuatro guardaespaldas, porque nadie se abalanzó ante su presencia ni mucho menos hubo fanáticos que se le acercaran para pedirle un autógrafo o de perdida una patada. Imaginen lo orgulloso que podría estar un verdadero fanático del futbol al decir: esta fractura de la pierna me la causó uno de los mejores futbolistas de la historia.

Bueno, el británico vino a nuestro país de paseo y pasó de noche para los medios de comunicación, lo que no sucedió con la visita reciente que hiciera a un paisano suyo verdaderamente importante: el doctor Stephen Hawking, uno de los astrofísicos más importantes de la historia, autor del infaltable libro Breve historia del tiempo, y cuya vida acaba de ser llevada a la pantalla en una película que se debe ver: La teoría del todo, que dirigió James Marsh y fue protagonizada por Eddie Redmayne, quien este año ganó el Óscar por su extraordinaria interpretación del famoso científico postrado en la cuadriplejia desde hace muchos años.

El filme está basado en las memorias de la exesposa de Hawking, Jane, que llevan por título Travelling to Infinity: My life with Stephen, (algo así como Un viaje al infinito, mi vida junto a Stephen), en la cual da a conocer “la relación con su exesposo, su diagnóstico y su proceso físico”.

Aún está en cartelera esta cumplida biografía fílmica, o se puede adquirir en CD (de preferencia que no sea copia pirata), o de plano verla a través de Internet.

Lo cierto es que resulta curioso ver a Beckham, un prodigioso atleta con poco cerebro, junto a Hawking, una mente sorprendente con un cuerpo totalmente maltrecho, y ahí uno se pregunta por qué es tan importante el físico para unos, cuando no tiene las repercusiones de una mente genial como la del maestro de Cambridge, quien después de dar clases por décadas, se jubiló en 2009, aunque sigue produciendo ideas pasmosas y publicaciones muy interesantes.

Precisamente en la película, en una parte el padre de Hawking le pregunta por qué no contrata una enfermera que lo cuide, y éste le contesta que no tiene los recursos suficientes, porque es un científico y no una estrella de rockanrol, pero igual hubiera podido decir un futbolista famoso, porque lo cierto es que David ha ganado muchísimos millones más con el uso de sus pies, que los que haya conseguido Stephen con el uso de su mente.

Como que algo anda al revés en nuestro mundo…

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