Es seguro que lograremos saldar una deuda que se ha agigantado a fuerza de dispendio y corrupción. Algún día, si quienes llegan al gobierno estatal en los años por venir dimensionan la vulnerabilidad de Veracruz, es posible que la bajemos a niveles manejables.

Lo cierto es que en el momento actual, los compromisos crediticios siguen al alza y ya representan casi el 50 por ciento de los ingresos anuales y 4.7 por ciento del Producto Interno Bruto Estatal (PIBE).

Un largo artículo publicado por el portal Animal Político sobre el estado de la deuda subnacional, en el contexto de la reciente reforma que tal vez tardíamente buscará contenerla, ubica a Veracruz en el sexto lugar entre los estados más endeudados.

Somos, detrás de Quintana Roo, Nuevo León y Coahuila, donde la deuda es más grande que todos sus ingresos de 2014, y junto con Chihuahua, Sonora y Nayarit, de los estados que más incrementaron su nivel de deuda en los últimos 10 años.

Y aunque la deuda de los más endeudados supere en porcentaje el volumen de los recursos totales recibidos en 2014 (Quintana Roo debe el equivalente del 104 por ciento, mientras que Nuevo León y Coahuila deben el equivalente del 102%, según datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público) y la deuda per cápita de los veracruzanos no llegue a las de escándalo que tienen esas entidades (cada quintanarroense, por ejemplo, debe 13,788 pesos; cada neolonés 12,180 y cada coahuilense 11,897), lo cierto es que no podemos sentirnos aliviados.

Y Veracruz ha entrado al club de los derrochadores en una década, particularmente en los gobiernos de Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa.

En el amplio artículo del portal capitalino se expone cómo ha crecido el porcentaje de la deuda de Veracruz de 2004 a 2014 respecto al Producto Interno Bruto Estatal (PIBE).

Mientras en 2004 representaba apenas el 0.9 por ciento del PIBE, en 2009 había subido a 1.5 % y en 2013, con el tercer año de Javier Duarte de Ochoa, el porcentaje había crecido a 5 por ciento. Fue en 2014 cuando descendió marginalmente al ubicarse en 4.7 por ciento.

Otras entidades han corrido con similar suerte: la deuda de Nayarit pasó, de 2004 a 2014, del 0.5% al 5.9%, mientras que Chiapas pasó de 0.7% a 6.8% de su PIBE.

Esta tendencia ha permitido que el monto de la deuda pública de Veracruz sea equivalente al 49.1 por ciento de los recursos estatales del año 2014, lo que ha hecho posible que cada veracruzano, sin importar su condición social, sexo o edad, deba 5,173.43 pesos, lo que calculado en una familia estándar de cinco integrantes representa una deuda al menos para los próximos 17 años (si Duarte no decide contratar más deuda) un monto de 25 mil 867 pesos.

 

La deuda de Veracruz representa el 8.11 por ciento de la deuda subnacional del país que, según datos de la SHCP, pasó de 186 mil 470 millones de pesos en 2007, a más de 510 mil millones de pesos al cierre de 2014.

¿Qué nos ha dejado tanto sobreendeudamiento en menos de 10 años? Prácticamente nada, a no ser un estancamiento severo en la inversión productiva, un paulatino pero incontenible deterioro de la infraestructura carretera que ha hecho descender dramáticamente los niveles de competitividad de los sectores agropecuario, turístico e industrial; la quiebra de un número considerable de empresas constructoras y prestadoras de servicios que o no logran contratos con el gobierno estatal o, habiéndolos suscrito, han debido financiarlos ante la morosidad criminal en los pagos por parte de la Sefiplan.

¿Podremos pagar pronto?

Según la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en la última década solo cuatro entidades han disminuido el monto de la deuda en función de su PIB estatal: Guerrero (de 1.8 a 1.3 por ciento), San Luis Potosí (de 1.8 a 1.4 %), Distrito Federal (de 2.8 a 2.4 %) y el Estado de México (de 4 a 2.6 por ciento).

Ello, sin embargo, no necesariamente representa un avance en función de los recursos que cada entidad recibe cada año. Animal Político refiere como ejemplo al Distrito Federal, cuyo monto de deuda sigue siendo alto en función de los recursos que obtiene, en este caso, el 44.3 % (debajo de Veracruz), que es el séptimo monto más elevado en el país.

La tendencia contraria la ejemplifica Veracruz, por supuesto, pues en el mismo periodo ha quintuplicado esa proporción, como se expone líneas arriba, al pasar del 0.9 al 4.7 por ciento.

Más del 81 por ciento de la deuda subnacional del país ha sido contratada por los gobiernos estatales, mientras que la deuda municipal representa el 10.7 por ciento.

Esta tendencia al sobreendeudamiento hubiera seguido alegremente. Ya hemos visto que, ante la inminencia de la aprobación de la Ley de Disciplina Financiera, Veracruz optó por dos caminos: adelantar nuevos compromisos crediticios (se habla de entre 5 mil y 10 mil millones de pesos) y postergar la discusión y aprobación en su caso de dicha ley en el Congreso local, en paquete con la ley que establece el Sistema Nacional Anticorrupción, cuando ya se había logrado la votación requerida para su promulgación en el ámbito nacional.

A partir de la ley de Disciplina Financiera se amarrará las manos a los gobernadores, alcaldes y diputados locales. Gracias a ella, está prohibido que estados y municipios contraten deuda poniendo en garantía los recursos federales, que la deuda se utilice para cubrir gasto corriente o que se adquiera en el último trimestre de un periodo de gobierno, como lo hizo Fidel Herrera Beltrán con el contubernio de los diputados de la pasada Legislatura local.

Al menos se evitarán futuros endeudamientos destinados al enriquecimiento de nuestros próceres locales y a apoyar las campañas del partido gobernante.

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