PRIMERA PARTE: Feel the love

[…] y entonces me dijo la soberana Circe:
Escucha ahora tú lo que voy a decirte
y lo recordará después el dios mismo:
Primero llegarás a las Sirenas, las que
hechizan a todos los hombres que
se acercan a ellas. […] Haz pasar
de largo a la nave y, derritiendo cera
agradable como la miel, unta los oídos
de tus compañeros para que ninguno
de ellos las escuche. En cambio, tú,
si quieres oírlas, haz que te amarren
de pies y manos, firme junto al mástil
-que sujeten a éste las amarras-,
para que escuches complacido,
la voz de las dos Sirenas; y si suplicas
a tus compañeros o los ordenas
que te desaten, que ellos te sujeten
todavía con más cuerdas.
(La Odisea, Homero)
-Sabemos cuanto sucede sobre
la tierra fecunda.
Así decían lanzando su hermosa voz.
Entonces mi corazón deseó
escucharlas y ordené a mis compañeros
que me soltaran haciéndoles señas
con mis cejas, pero ellos se echaron
hacia adelante y remaban, y luego
se levantaron Perimedes y Euríloco
y me ataron con más cuerdas,
apretándome todavía más.
Cuando por fin las habían pasado
de largo y ya no se oía más la voz
de las Sirenas ni su canto, se quitaron
la cera mis fieles compañeros, la que
yo había untado en sus oídos, y a mí
me soltaron de las amarras.
(Ulises y las sirenas, John William Waterhouse)
One of the many beautiful sunsets captured while working aboard the Star Princess in 2008! (Texto e imagen tomados del muro de Louise Phelan)
One of the many beautiful sunsets captured while working aboard the Star Princess in 2008! (Texto e imagen tomados del muro de Louise Phelan)

¿Cuántos navegantes, viajeros y polizones se habrán atado al timón, a la barandilla, a cualquier lugar de los yates para escuchar la voz de Louise Phelan durante los cinco años que anduvo en los cruceros?, quizá ni ella tenga esa respuesta lo cierto es que un día, en algún lugar de nuestras costas, descendió del barco, caminó entre las olas, llegó hasta la playa y se fue adentrando en nuestras tierras. Su voz fue alejándose, empequeñeciendo hasta que desapareció de los oídos de esos hombres; dicen que enloquecieron y desde entonces vagan por el mundo en busca de la sirena porque no han vuelto a encontrar la paz, ni el jazz.

El canto de la sirena

Llegué a México vía cruceros porque vinimos a los puertos mexicanos, estuvimos Cabo San Lucas, Acapulco, Huatulco, Ixtapa Zihuatanejo, todo el Pacífico y me fascinaba el idioma español, tomé unas clases cuando tenía 14 o 15 años pero fuera de la escuela porque no nos ofrecieron español en la currícula y luego fui a otros países, empecé a hablar francés, alemán, sueco.

Louise Phelan
Louise Phelan

Viví en Estocolmo siete años y después hice dos temporadas de seis meses alrededor de América del Sur, en la Antártida, y mis familiares me decían Louise, por favor, no puedes vivir en un país tan lejano, y sí, sería más cómodo y más accesible para la familia si hubiera ido a España pero ahí no hay tantas oportunidades, hay muchísimas maestras de Técnica Alexander, por ejemplo, y hay una onda de jazz pero llegué a México y una amiga estaba trabajando en el DF, rentamos un departamento para tener una base y para empezar con mis clases de Técnica Alexander, como no tenía trabajo todo el tiempo empecé a irme muy seguido a Oaxaca, pasaba mis seis o siete horas viajando en autobús ADO. Ahí conocí a Arody [Martínez, actual saxofonista de Orbis Tertius] y a otros tres músicos y tuve mi primera jam-concierto en el Café Central. También allá conocí a Alberto Moreno, que era el director de la Big Band y de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Puebla, y me invitó a cantar; Arody hizo unos arreglos e hicimos un concierto con la Big Band más la Orquesta Sinfónica en el auditorio de Puebla, estuvo muy divertido.
Llegué a México en un momento muy bueno porque entré a la Orquesta Juvenil de Carlos Chávez y luego empecé a trabajar también en Bellas Artes y empecé a conectarme con músicos de muy alto nivel que andaban buscando cantantes. Era el momento correcto, sí creo en esto aunque suene muy cliché pero las cosas pasan cuando tienen que pasar y a mí se me abrió una puerta personal y profesional para venir a México y darme chance de ver cómo iban a salir las cosas y me quedé, me siento muy en casa, ya tengo cuatro años y medio acá.

Sirenas en las arenas de la Atenas

Louise Phelan con OrbisTertius (Foto: Bellén)
Louise Phelan con OrbisTertius (Foto: Bellén)

Esta es mi primera vez en Xalapa, había querido venir desde hace años porque algunos de los músicos vienen seguido, la pareja de uno de ellos está en Xalapa y tengo unas alumnas de acá que me decían tienes que venir. Ojalá no sea la última vez, ojalá pueda regresar. Sería increíble regresar con los chicos de mi grupo pero también Orbis Tertius está haciendo suyas mis composiciones y eso me agrada mucho, me gusta mucho escuchar sus interpretaciones; el sax soprano, el tenor y todos ellos. Estamos agregando percusión a algunas piezas que nunca habían tenido, los muchachos me están compartiendo sus ritmos porque todavía estoy en un proceso de trabajo con ritmos latinos y estamos haciendo un par de standards y también unos boleros con ritmos latinos esta noche.
Los ritmos de México y de América Latina me fascinan, el bossa nova y el son jarocho, que es de aquí, pero hay muchos grupos que van a tocar al DF, los he escuchado y me gustan mucho, el son jarocho me parece increíble, tiene mucha vida.
México me ha dado muchas oportunidades desde que llegué y estoy, la verdad, muy agradecida.


 

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