A pesar de que el alcalde de Xalapa, Américo Zúñiga Martínez es un político alejado del escándalo y el desenfreno, su administración ha enfrentado diversos problemas que afectan su imagen ante la opinión pública.
Mesurado como es, el presidente municipal no se caracteriza ni por sobresaltos en su conducción ni por tomar decisiones apresuradas o sobre las rodillas. Por eso llaman la atención los escándalos provocados por sus colaboradores.
En junio del año pasado, durante el mundial de fútbol celebrado en Brasil trascendió el caso de Iván Vicente Alarcón Cerda, un funcionario de medio pelo de la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento de Xalapa que se fue de vacaciones a ese país sudamericano, argumentando en su trabajo que debía atender asuntos personales. Las redes sociales y la prensa nacional terminaron por revelar su paradero y el motivo de su ausencia. El oso de peluche que ocultaba la botella de tequila pasó al anecdotario municipal.
Un mes después, en julio de 2014, la directora de Buen Gobierno y Proyectos Especiales del Ayuntamiento de esta capital hacía alarde de sus influencias y dejaba su lujosa camioneta sobre la banqueta, en un lugar destinado al uso de los peatones; cierto, es un tema menor pero define fielmente la personalidad de la hoy ex funcionaria.
Diana Santiago Huesca, quien fungiera como coordinadora de asesores, también salió de la estructura municipal, en enero del presente año, como consecuencia de la filtración de una supuesta conversación, vía mensajes de texto, con su amiga Armida Ramírez, ex alcaldesa de Xalapa y ex secretaria técnica del consejo político estatal del PRI, separada también de este último cargo en marzo.
Al iniciar el presente mes, otro hecho, aún más grave, se produjo en el ayuntamiento de Xalapa, al trascender que Zazil Reyes Contreras protagonizó otro escándalo al ser acusada por un empleado del área de Buen Gobierno, César Antonio Vázquez Méndez, quien denunció que Reyes Contreras le rasuraba el salario y le exigía la mitad de los 12 mil pesos que recibe vía nómina.
El empleado dice que por necesidad decidió compartir temporalmente el salario con su jefa; sin embargo, al paso de siete meses entendió que esa situación sería permanente, por lo que decidió denunciarla.
De comprobarse, este no sería un caso de irresponsabilidad o negligencia, sino de abuso de poder, ambición desmedida y corrupción.
Dentro de todo lo malo, lo bueno fue la actuación y la decisión inmediata de separar del cargo a la funcionaria señalada, sin dejar pasar más tiempo.
Por cierto, hay quien afirma que familiares muy cercanos a la funcionaria cesada se presentaron en Palacio Municipal en un mar de llanto para pedir su reinstalación; sin embargo, no se espera una contraorden porque ello hablaría de una debilidad en la toma de decisiones que simplemente no existe. Igual ocurrió en la fiscalía a la que Reyes Contreras acudió para denunciar su despido.
Pero lo peor no es el escándalo que envuelve a Zazil Reyes con la rasurada a los sobres de los empleados municipales, porque ese asunto ya fue descubierto, evidenciado y denunciado, sino otros casos similares que permanecerían ocultos en todos los niveles de gobierno, debido al temor de los trabajadores de perder sus empleos. @luisromero85