Mutatis Mutandis
Por Rafael Arias Hernández
Se supone que urge renovar el poder público, cuando no mejora la situación y se incrementan pérdidas, retrocesos y abusos.
La elección es una opción. Siempre es oportuno y prioritario generar las oportunidades institucionales para corregir errores y consolidar aciertos. Reanimar el esfuerzo para avanzar y no estancarse, mucho menos retroceder, ni sacrificar más a los de siempre.
Se espera que los malos y peores servidores públicos, electos y nombrados, gobernantes y funcionarios, sean substituidos e incluso sancionados conforme a la gravedad de lo que hicieron, dejaron de hacer o permitieron que se hiciera.
Incluso es posible apoyar el buen trabajo, el honesto desempeño y los buenos resultados. Pero cuando de verdad los hay, no cuando se simula y engaña, cuando se paga por difundir lo que a todas luces no es cierto. Cuando se recompensa complicidad, encubrimiento y servilismo por contrato y prebenda.
Obligados a defender la democracia y, sobre todo los derechos y libertades ciudadanas, no hay de otra que participar responsable y permanentemente.
Empezando por denunciar y combatir lo que debilita el Estado de Derecho; y a quienes se empeñan y dedican a imponer el Estado fallido, o fallando.
El verdadero combate al hampa electoral
Y hay que insistir y repetirlo, las elecciones en muchas partes se caracterizan, por estar seriamente afectadas por delincuentes en los gobiernos, de todos colores y sabores, especialistas en uso y abuso de recursos públicos y de atribuciones institucionales.
Desde la partidocracia parasitaria, hasta la actividad electoral en general, las jornadas en curso, se han convertido para conocidos prófugos potenciales, en posibilidades reales de sostenerse en el poder público, en descarada consecución de la continuidad de la impunidad.
En efecto, algunos de los escandalosos casos trascienden, por la presencia de mujeres y hombres, destacados maleantes disfrazados ahora de candidatos y antes de servidores públicos o de empresarios. Reciclaje de ineptos y corruptos.
Por si fuera poco. Abrumada la población tiene que padecer, pagar y sostener, las campañas carentes de propuestas y soluciones, pertinentes y viables. Pero eso sí, promovidas y difundidas por todos los medios hasta saciar, aturdir y hartar.
Distracción como atracción
Se sospecha y con razón, de que en el fondo, de lo que se trata es de hacer olvidar, minimizar y posponer la atención y respuesta efectiva a los urgentes y grandes problemas y necesidades, que afectan a las mayorías.
Aprovechar para aturdir y confundir. No para gobernar el gobierno, ni para limpiarlo y mucho menos hacerlo eficiente. Bienvenido el circo de múltiples pistas, el espectáculo y el entretenimiento.
Más de lo mismo, y hasta los mismos, total de una u otra forma se impone como política oficial, el “vamos bien y viene lo mejor”. Aquí no pasa nada, hay aguante de sobra para reciclar verdugos, sostener mediocres y promover rufianes.
No les urge enfrentar en serio causas y efectos de pobreza, hambre, marginación y desigualdad extrema. De debilitamiento y quiebras financieras, injusta deuda pública y perversa privatización. De educación salud, seguridad y sed de justicia no hay que hablar; o si se intenta, hacerlo en silencio. Total, que continúen sacrificios y limitaciones sociales, previsibles saqueos y evitables endeudamientos públicos.
Ni que decir de la indiferencia y notable falta de interés, por combatir y terminar con la sobrevivencia y continuidad de malos y peores servidores públicos, refugiados en opacidad y discrecionalidad, en mediocridad e ineficiencia, complicidad y disimulo, corrupción y delincuencia, características notorias, de buena parte de sus funcionarios y gobernantes.
Destacan algunos regulares y buenos, verdaderas y valiosas excepciones: otros, la mayoría, simplemente sobreviven, omisa o activamente habilitados y consecuentados, con cargo al presupuesto oficial. Al final demasiados refugiados y protegidos en los gobiernos, en muchas formas.
El daño se intensifica y extiende. Sobresale un fenómeno reciente y en expansión.
Buenos para torcer elecciones, hábiles para no asumir sus responsabilidades y pésimos para dar buenos resultados. Cada vez más entidades y municipios son ocupados por comisionados federales que ante la ineptitud e ineficiencia, impotencia o mediocridad de los locales, absorben parte o todas las atribuciones estatales y municipales, constituyéndose en gobiernos impuestos, alternos o paralelos, de dudosa o lenta y cara efectividad. Mientras, los electos pasan a ser costosas, superfluas e inútiles representaciones públicas, acompañantes legitimadores de foto y firma. Viaje del federalismo al centralismo.
La llama encendida
Millones y millones de mexicanos. Pobres y hambrientos. Sedientos de agua y de justicia. A pesar de simulación y engaño, de cara autopromoción y servilismo, en la cotidianidad confían que el ideal sigue vigente, incluso cuando el logro no se alcanza y el avance sigue ausente.
En la cotidianidad luchan y no ceden. A pesar de que se prueba y comprueba que destaca la poca o nula utilización de diagnósticos actualizados y confiables de la problemática social y el ejercicio gubernamental; del poco o ausente análisis profesional y de la crítica y autocrítica, el dialogo y debates públicos; y, desde luego, la notoria exclusión y falta de participación de militantes y simpatizantes, así como identificar e invitar a interactuar y atender las diversas expresiones ciudadanas y sociales.
Ahí están en la gestión incansable, la justificada protesta y la persistente inconformidad. Por encima de la experiencia de tratar con representación oficial todos los días; interacción, en la que sobresale el frecuente extravió o distanciamiento gubernamental del interés social y hasta la pérdida de identidad de los propósitos y objetivos originales. Así que, razones sobran para recordar a víctimas y sacrificados, si justicia y política, notoriamente fallan y no mejoran.
Y sin embargo la llama de la esperanza sigue encendida. Aún cuando en ocasiones se comprueba, que pocos y contados logros y avances en el fortalecimiento del Estado de Derecho, se ven bloqueados o sepultados por las inocultables y crecientes, inseguridad y delincuencia, simulación e ineficiencia, hambre y pobreza.
No hay de otra, participar y evaluar para mejorar elección, consolidar ratificación o imponer revocación.
Fortalecer Estado de Derecho y gobernar al gobierno, son parte del gran desafío de nuestro tiempo.
*Academico.IIESES-UV@RafaelAriasH Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez