A veces a uno se le olvidan cosas que son básicas, para mí la música de cualquier tipo debe de estar en relación con lo social y uno de los problemas del jazz es que se ha alejado de eso, dice Arturo Caraza en esta segunda entrega en la que nos habla de su regreso a México, de su paso por el DF y de su ingreso a JazzUV
¿Dónde vas chiquillo…?
Todos estábamos en el mismo año, alguno tendría una diferencia de un semestre, quizá, pero la mayoría nos graduamos al mismo tiempo y cada quien se fue a su país. Yo regreso a Xalapa y ya existía el movimiento JazzUV, yo ya conocía a Édgar Dorantes y platicábamos muy bien, yo ya había ido el escuela que estaba en Allende, había asistido algunas clínicas, sabía del movimiento que se estaba formando y hablo con él, platicamos muy bien.
Estuve en Xalapa yo creo que unos cuatro meses y decido ir a la Ciudad de México a ver qué estaba pasando allá, a mí siempre me había llamado la atención porque se decían cosas y dije bueno, voy a ver si es verdad. Me mudo, llego a la casa de Yaury Hernández una semana, después un amigo de mi papá me da alojamiento, me quedo un tiempo con ellos y son como mi familia adoptiva en la Ciudad de México. Ellos viven en la Colonia Roma entonces me quedaba bastante céntrico, es bastante seguro y es una zona en la que yo me podía mover bien y empiezo a conocer gente, para esto, como ya había mencionado, mi papá había sido fundador de Los Joao y ellos siguen activos en México y Daniel Martínez, el trompetista, un día me invita a comer y me dice oye, a lo mejor puedes ir al estudio, está en Mazatlán, en la Colonia Condesa, si puedes ve y te enseño unas partes porque vamos a necesitar un saxofón y a ver si tú puedes tocarlo; voy, estudiamos la parte, pasan como 15 días y me invitan a una tocada, ellos tocan un tipo de música que no es jazz pero es un grupo que lleva más de 40 años junto entonces para mí también fue muy importante poder estar dentro de un grupo así porque eso ayuda a entender diferentes aspectos de la industria y del movimiento musical en México un poco más masivo porque el jazz es muy limitado en su público y en lugares para tocar, aparte de que no está muy bien remunerado, son muy pocas las presentaciones que son bien pagadas. Los Joao pagaban mucho más y eso me ayuda también a poderme mantener de la música y empezar a pagar algunas deudas que tenía de Puerto Rico.
…es un saxo que busca en dónde hacer nido
En ese transcurso seguí tocando jazz que era lo que a mí me interesaba, la primera tocada que hago con mi grupo fue muy curiosa porque saco una fecha en el Zinco Jazz Club pero no tenía músicos entonces hablo con mis amigos pero era muy caro llevarlos a México para una tocada en la tampoco iban a pagar muy bien.
En una jam session había conocido a un baterista, Juan Ale Sáenz, y le había pedido su teléfono; le llamo para invitarlo, me dice que sí y le digo ¿sabes que?, tampoco tengo piano y contrabajo y me dice mira, estoy en un ensayo, si quieres te paso los músicos que tengo aquí. Eran Alex Mercado, el pianista, y Luri Molina, el contrabajista, y me dicen que sí. Yo había escuchado hablar de Luri pero no de Alex porque era nuevo en el ambiente musical y fue una grata sorpresa tocar con ellos porque son músicos de oficio, que saben lo que están haciendo, yo llevaba mis arreglos con la mentalidad de la escuela y ellos estaban más enfocados a la música; siguieron el arreglo que yo había hecho, obviamente, pero lo abrieron para que pasaran cosas más allá de lo que estaba en el papel.
Otra persona que conozco y me empieza a ayudar es el guitarrista Beto Molina, también muy conocido en México, muy buen guitarrista y muy buena persona, él estaba en un cuarteto con Luri, Diego Maroto y Gabriel Puentes y me decía ¿sabes qué?, vente, tráete tu sax y tocas una canción. Me empezó a presentar con algunos músicos y así es como empieza uno abrir las amistades.
En la misma tocada del Zinco llega a un muchacho que se presenta como Juan Pablo Aispuro y me dice oye, a lo mejor grabamos algo. No pudimos grabar pero nos empezamos a llevar porque me decía por qué no tocamos en mi casa nada más por distracción, por tocar. Nos hicimos muy amigos, ellos tienen un grupo que se llama Nuvoyá con su esposa Flora Pasquet que de la Isla de la Reunión, muy cerca de Madagascar. Es gente a la que le gusta hacer música, nos juntábamos a tocar, a veces tocaba con ellos en la [Colonia] Condesa en un lugar en el que tenían un día fijo.
JazzUV
Regreso a Xalapa, a veces, a tocar y empiezo a moverme para buscar trabajo, voy a San Luis Potosí, a Zacatecas, a Morelia y un día, después de año y medio o poco más de estar en la Ciudad de México, me llaman de JazzUV para incorporarme como maestro y me llama la atención porque el movimiento estaba creciendo mucho, además quería volver a sacar la visa pero como músico iba a ser muy difícil porque te pedían muchos papeles de comprobación que, obviamente, siendo un músico free lance no tenía entonces dije puede ser muy bueno que trabaje en JazzUV y me siga moviendo para las presentaciones, que generalmente eran entre jueves y sábado, y así lo hice durante, más o menos, siete meses pero fue súper cansado y ya no pude seguirlo.
Me empecé involucrar mucho en JazzUV, con el maestro Emiliano Coronel empezamos a hacer un taller los jueves que fue muy bueno, era en la Casa del Lago y se llenaba. Empecé a conocer mejor y a tocar con Édgar, con Miguel Cruz, con todos ellos, y empecé a encontrarme otra vez con Xalapa, con antiguos amigos.
Después de todo esto voy a México a sacar la visa y no me la dan; mi plan era trabajar en JazzUV, tal vez un año, y después irme otra vez a Puerto Rico pero esto no pasa y sigo trabajando en la escuela, viene el Festival JazzUV, un movimiento muy grande en el que siempre había algo nuevo.
Empiezo a tratar de traer gente que había conocido en México, le llamo y les digo vamos a tratar de volver a tomar contacto y así viene Federico Hultz, un saxofonista, Beto Molina y las cosas se empiezan a mover un poco más. Llevo tres años trabajando JazzUV pero siempre tomando en cuenta que también hay que tocar y tratando de mover algunas ideas.
Saxofones y galardones
Viendo las necesidades que había en la escuela, que eran muchísimas, surge la idea crear una escuela de saxofón porque eso no existe en México; generalmente los maestros de saxofón eran clarinetistas y esa es otra escuela, que antes se diera el doubling, es otra cosa pero ahora los maestros ya son saxofonistas y están basados en la técnica de su propio instrumento, en la emisión de aire, el sonido y demás y yo veía que eso no existía en México entonces empiezo a platicar con Alejandro Bustos para ver cómo podíamos organizar un poco más las clases con los conceptos que yo había aprendido.
Alejandro es uno de mis amigos de siempre entonces es muy fácil trabajar con él, empezamos a hacerlo y me invitan a diferentes festivales, uno en Costa Rica donde había un concurso de saxofón entonces digo voy a concursar, voy a tener la experiencia porque pienso que eso también es importante, no tanto por el concurso sino porque te enriquece muchísimo y digo ¿cómo voy a poder preparar a un alumno para una competencia si yo nunca he ido a una?, no, yo tengo que enseñar en base a mi experiencia.
Empiezo a estudiar, llego a Costa Rica y veo que el nivel de saxofón, para mi sorpresa, es muy alto, ellos han desarrollado una escuela bastante fuerte tanto en el clásico como en el popular porque desarrollan la técnica del instrumento; sonido, afinación y todo lo demás pero eso está al servicio de la música.
Al concurso llegaron saxofonistas de Chile, del Salvador, de diferentes lugares de Latinoamérica y para mí fue muy bueno porque aprendí muchísimo. Uno generalmente no voltea a ver hacia el sur, siempre tiene una tendencia hacia el norte, es algo muy curioso que a lo mejor tiene que ver con los medios masivos, con las revistas y demás pero buenos músicos hay en todos lados.
Se dio el concurso, éramos como 25, yo paso a la segunda ronda en la que quedamos cinco personas y en la final, que fue en la Escuela de Música de allá, me escogen como primer lugar. Para mí fue muy grato porque estando en JazzUV de tiempo completo era muy limitado el tiempo que tenía para estudiar, fue un esfuerzo grande de salir a las siete, irme a mi estudio a practicar, quedarme ahí y así dos o tres días.
Yo ya tocaba pero los nervios eran algo muy fuerte porque una cosa es estar tocando donde tú crees que nadie de está juzgando, pero aquí te están juzgando saxofonistas. Entre el jurado estaba César López, un saxofonista cubano buenísimo que formó parte del grupo Irakere
Conocí a mucha gente centroamericana y latinoamericana, el premio fue muy gratificante pero también lo fue la convivencia con todas estas personas y la experiencia de ver cómo funcionaba.
Regreso a JazzUV, viene el concurso de la Escuela Nacional de Música y también decido participar, yo ya había participado en ese concurso dos años antes y quedé en tercer lugar, ganó Diego Franco que es un saxofonista muy bueno, una promesa muy grande en el saxofón nacional.
Vuelvo a participar en el Festival de Saxofón de la Escuela de Música de la UNAM y también lo gano. Ahí conozco otro circuito de saxofonistas mexicanos con el cual no estaba yo tan relacionado, también fue muy buena experiencia.
Textos y contextos
Durante todo este proceso estaba dando clases en JazzUV y también tocando con unos compañeros, tratando de mover mi cuarteto y buscando tocar.
A mi regreso a regreso a México empiezo a retomar la amistad con Memo Cuevas, de quien había aprendido muchísimo escuchando música, platicando sobre conceptos de música, de estilos, hablando de músicos y es también muy importante porque aprendo historia y cultura, que no es lo mismo. Eso me ha enriquecido muchísimo; la forma de pensar, de leer, de saber qué leer y ver cómo todo se va uniendo, cómo lo musical va relacionado con las vidas de todos estos grandes de la música, con este mundo. También es importante conocer críticos y escritores que no son músicos, de ellos también se puede aprender mucho.
A veces a uno se le olvidan cosas que son básicas, para mí la música de cualquier tipo debe de estar en relación con lo social y uno de los problemas del jazz es que se ha alejado de eso, hay música a la que también se le llama jazz que ya no trasmite nada, es demasiado metódica y deja de existir lo que comentaba David Sánchez que es lo más importante; el swing, el groove, el tiempo, el pulso, el moverte. Leyendo a estos escritores te das cuenta de que todo movimiento musical (al que se le pone nombre después) surge de un movimiento social.
También es bueno leer escritos de músicos que tocaron con muchos otros músicos y que tenían puntos de vista muy importantes de cómo estudiaban y cómo pensaban porque, al final, ellos tenían que mantenerse de la música, era un oficio. Ahora muchas veces se convierte en los títulos, eres importante si estás graduado, si tienes maestría, si tienes doctorado, para mí es algo increíble, la música también tiene esa vertiente y no tiene nada de malo dedicarse a lo académico, pero hay que ser muy claros, nada más; creo que la música es tan noble que permite todo eso pero el objeto es la música en sí y si no hay nadie que la haga, entonces de qué vamos a estar hablando.
(CONTINUARÁ)
PRIMERA PARTE: El perseguidor TERCERA PARTE: Now’s The Time
CONTACTO DE FACEBOOK CONTACTO EN G+ CONTACTO EN TWITTER